Murió Hugh Hefner el 28 de septiembre y muchísimos lloraron su muerte, las redes sociales explotaron con tributos, reconocimientos, biografías y una serie de expresiones de admiración y afecto. Eso suele pasar, claro, cuando muere alguien famoso, una celebridad, pero en este caso Hugh Hefner se hizo famoso y amasó su enorme fortuna mercantilizando la idea de la mujer como un objeto decorativo.
Todos aquellos que salieron a rememorar sus logros con un romanticismo de novela, quizá no tienen claro todo lo que representaba Hugh Hefner, y todo lo que su legado supone para las futuras generaciones. Este señor que en 1953 lanzó su proyecto editorial con un capital de 600 dólares, presentando la revista Playboy con Marilyn Monroe en la tapa, llegó a acumular una fortuna estimada en los 43 millones de dólares, ser un referente norteamericano de la cultura pop y ser el modelo a seguir de todos aquellos que siguieron su “carrera”. Una carrera basada en disfrazar con el nombre de liberación sexual la opresión que sufrimos las mujeres al ser consideradas por la sociedad un mero objeto sexual, una carrera basada en estereotipos de género, donde el viejo verde millonario, solo por ser millonario tendrá acceso al cuerpo de jovencitas a las que les cuadriplica la edad, una carrera basada en la explotación del cuerpo de la mujer, para ponerlo como una mercancía más en la deplorable industria del sexo que rige muchos parámetros de comportamientos de occidente.
Todas estas cuestiones se derivan de las estructuras que rigen nuestra sociedad, estas estructuras permiten que tipos como él sean considerados celebridades, y de hecho, que acumulen fortunas escandalosas en la industria del sexo. El sistema patriarcal de la mano con el sistema capitalista y los sistemas religiosos permiten que veamos como natural una relación entre un hombre de 91 años y una mujer de 30, como el caso de Hefner y su ahora viuda, vemos como natural el hecho que un hombre pueda vivir rodeado de mujeres sin ningún cuestionamiento de por medio, que se haya vuelto un ejemplo a seguir y una aspiración para hombres y algo deseable para las mujeres.
Podemos distinguir claramente que el patriarcado, teniendo como aliados al sistema capitalista y a los sistemas religiosos, oprimee a las mujeres. Los matices de esta problemática que azota principalmente la sociedad occidental, y todas las expresiones “pop” de las que por ejemplo Hugh Hefner es un ícono, están supeditados al desarrollo de esos sistemas y a qué tanto han logrado mimetizarse en la memoria colectiva y en el accionar diario. La naturalización de estos comportamientos están de alguna manera avalados en la sociedad, pues las figuras que representan esos sistemas opresores, son por lo general personas con muchísimo poder, por tanto no es una casualidad, es una cuestión política que tenemos que analizar a conciencia, pues poner como modelo a seguir a hombres exitosos que deben su éxito en la explotación, coacción, y menosprecio de las mujeres, se alejan de cualquier intento por imponer una sociedad de iguales.
El sistema patriarcal, ha disfrazado como “exitoso” el empeño de Hefner por volver a la mujer un objeto, una decoración, un producto de entretenimiento. Bajo el absurdo lema de “liberación sexual” ha comprado voluntades, ha expuesto el cuerpo de mujeres para el consumo de los hombres, y entre otras muchas cosas, ha afianzado la idea de que el hombre mientras más exitoso más mujeres debe tener. No hay ningún personaje que pueda ser su equivalente femenino, y no es que queramos una mujer dueña de un harem, teniendo jovencitos semi desnudos a su alrededor, no. El hecho de que no haya una figura femenina equiparable a Hefner es porque no somos las mujeres las que dominamos la vida social y política del mundo, no somos dueñas de nuestros propios cuerpos, el sistema nos ha hecho creer que nuestro cuerpo sirve para exhibirse en revistas, y que tenemos que estar en buena forma todo el tiempo para satisfacer nuestras propias necesidades, que no son más que las necesidades que los hombres como Hefner han naturalizado.
Patriarcado y capital, alianza criminal. Ah, y también la iglesia.
El patriarcado oprime a las mujeres objetivizándolas, por tanto nos deshumaniza o en todo caso nos supedita al hombre. El sistema capitalista nos vuelve una mercancía de intercambio, por tanto nos pueden acumular sin que nadie diga nada, pues al fin y al cabo somos sólo productos de consumo y los sistemas religiosos nos arrebatan la libertad de nuestros propios cuerpos y nuestros derechos reproductivos en nombre de un dios que es hombre, claro. Darnos cuenta de esa mecánica opresora es nuestra tarea diaria, destruir el patriarcado y todo lo que está delimitado como lo normal según esos modelos opresores.
No es casualidad que los grandes “líderes” sean misóginos, que los famosos tengan carta blanca para expectorar sus ideas retrógradas sobre cómo debemos portarnos las mujeres, que los llamados intelectuales se alucinen en el trono mundial sólo por ser hombres, que los deportistas de alto rendimiento tengan fama de mujeriegos, que el vecino de la esquina sea un machote pelo en pecho como dios manda sólo por querer acercarse a esos íconos que el patriarcado ha sembrado en nuestra sociedad. El poder y el machismo están intimamente ligados ya que el sistema patriarcal ha naturalizado la idea de que el hombre es superior a la mujer, uno de esos íconos ha desaparecido, aunque su legado va a ser difícil de destruir, tenemos que estar atentas y más combativas que nunca, para que estos modelos no se sigan reproduciendo y podamos acercarnos a la sociedad de iguales que soñamos.
Por: Lara Salvatierra @larasalvatierra