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Todas jóvenes

Las víctimas por violencia machista son cada vez más jóvenes, según expone el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial. Muy jóvenes. Más del 70% de las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en 2015 -último año analizado- tenía menos de 35 años. Y no solo esto. Hay un progresivo descenso, en los últimos años, en la edad de las mujeres asesinadas por sus compañeros sentimentales. Basta con mirar 2017: Seis chicas de entre 20 y 29 años, aunque el grueso de víctimas se concentra entre los 40 y 49 años (30%).

Por si fuera poco, cada vez mueren más. El mismo Observatorio señala que en 2015 fueron 60 mujeres las víctimas por violencia doméstica. Un 11% más respecto al año anterior. En 2017 ya se superan los 42 casos, aunque el registro no es oficial al estar algunos de ellos en trámite judicial. Las cifras son insoportables. Una sola muerte ya lo sería. 

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¿Por dónde comenzar para parar esta tragedia? El Pacto de Estado aprobado estos días pone en marcha 213 medidas de prevención, asistencia y protección de las víctimas y de sus hijos. Arranca sin presupuesto, lo que ya lo constituye como un «Pacto de Intenciones» y con lagunas legales que no terminan de quedar atajadas. Hasta 48 horas sin protección desde que se interpone denuncia. Hay un vacío en el protocolo desde que se denuncia hasta que un juez decide una orden de protección. Mucho. O que la ley expresa que no cabe custodia compartida en casos de violencia de género pero en la práctica la mayoría de las maltratadas comparten sus hijos con los progenitores que están condenados. Lo que se traduce en maltrato continuado. Y así un suma y sigue. 

La educación, tan olvidada, es ahora la gran prioridad para enseñar desde pequeños en la sociedad los valores de igualdad y libertad, y desterrar ese machismo rancio que se hereda por ignorancia y costumbrismo. La siniestra lacra de justificar ese patriarcado caduco y trasnochado da como resultado que los jóvenes adquieran actitudes que cruzan líneas. Pero esta cifra imparable de la vergüenza no da un solo día de tregua. 

Esta semana, unas declaraciones del juez de menores Emilio Calatayud en TVE me dejaron helada: «Las niñas se hacen fotos como putas». El juez, consciente de la polémica suscitada en redes escribió en su blog: «después de las fotos, pueden venir los acosos, los abusos y las violaciones». Es decir, que este juez -de menores- ve las violaciones como una causa directa de la forma en la que posan las niñas en las fotos. Inconcebible. Yo creo que la culpa es del que viola, del que comete el delito que tiene la opción de no hacerlo, el que agrede, amenaza o acosa. Nunca de la víctima. 

No creo que exista forma correcta de posar -ni incorrecta- y me resulta incomprensible que cualquier persona utilice la forma de vestir, de peinarse o de posar de una mujer para justificar el comportamiento de un hombre en contra de su voluntad para cometer un delito. ¿Cómo le explicas a una víctima de una violación que tal vez si no estuviera a esas horas, vestida de cualquier modo o con «poses» como las que ve este juez no hubiera pasado? ¿Y si después de convencer a una víctima para que denuncie su agresión viene un juez de tal guisa y le dice que parece una puta? Qué vergüenza. Porque en contra de la voluntad de una mujer siempre es un delito. Puta o no. 

Una pregunta. ¿Le podemos decir a una víctima de violencia machista que si hubiera hecho la cena a la hora, planchado la ropa o atendido bien a su marido no le hubiera caído el último bofetón? Mejor desterremos ese «portarse bien» de las víctimas y empecemos a pensar que los que tienen que cumplir la ley son los delincuentes. En todos los ámbitos. 

Mal vamos repartiendo la culpa social a las víctimas. Mal vamos difundiendo el mensaje de que habrá que controlar a la mujer y no el de educar al hombre en un entorno de respeto e igualdad. Mal vamos si consideramos que algunas mujeres merecen, por la ropa, su expresión física o su profesión las agresiones que sufren. Toda violencia sobre una mujer es culpa del agresor. De madrugada o a plena luz del día. No nos hace más iguales mayor crítica o menos libertad. Son muchas muertes ya con mucha vida por delante. Para vivirla como quieran. 

Neus Gómez @neus_gomez

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