Hace un par de años acudí a ver una exposición sobre la vida de Frida Kahlo. Fui con unas amigas y cuando salimos terminamos debatiendo entre vinos por qué Frida no es referente feminista. Porque una de las mejores cosas que tiene la vida, es la conversación con amigas.
Teníamos muchos argumentos, cada una de nosotras podía decir un motivo por el que para ella, a Frida se la había galardonado de manera incorrecta con la categoría de referente del feminismo.
A la mexicana hay que tenerla muy presente y no olvidarla. Por su arte, su legado. Por lo que nos ha enseñado sobre el amor…Sí, sí…sobre lo que no es amor.
El amor de Frida por Diego, la relación que mantuvieron fue un fatídico accidente en la vida de la artista. Ya lo dijo ella: “Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida: uno es el tranvía, el otro es Diego. Diego fue el peor de todos”.
Frida fue víctima del amor romántico. Como yo, como tú que estas leyendo estas líneas o como esa amiga en la que has pensado. Cada una de nosotras ubicamos ahora mismo a nuestro Diego. Ese que manipula y engaña. Ese por el que seguimos consistiendo, claudicamos y perdonamos. Diego Rivera es el mejor ejemplo cuando hablamos de alguien que actúa sin responsabilidad afectiva.
Infiel a Kahlo y a su primera mujer. A una con su propia hermana y a la otra con su amiga. No amó a nadie más que a si mismo. Frida quiso hacernos creer que eran la vanguardia del amor. Pero nada mas lejos de la realidad. Una relación toxica basada en la codependencia no es amor. El dolor en el que se sumía la artista a causa de las infidelidades de su pareja por poder seguir a su lado denota lo nocivo de la relación obsesiva que mantuvieron.
A nuestras Fridas no les deseo que les regalen flores, ni bombones, ni escapadas románticas que edulcoran una realidad gris. No quiero que este día sea para ellas un arcoíris en medio de la tormenta que es compartir días con un señor que se llama Diego (donde pone Diego, podéis poner el nombre correspondiente). Porque en este caso, el arcoíris pasará y las nubes volverán a cegarlas.
Si Frida hubiera estado aquel día con mis amigas y conmigo habríamos hablado de su relación, pero, sobre todo, de ella. Hubiéramos puesto todos nuestros esfuerzos en hacer ver lo maravillosa que es ella por si misma, sin una persona que le apague a su lado, que le hace daño deliberadamente. Le hubiéramos dicho que se mire con nuestros ojos, que se arme de fuerza y valor y recupere esa confianza en si misma. Puede con mucho más de lo que cree y, sobre todo, se merece quererse a si misma mucho más de lo que le ha querido el infiel de turno.
Frida, abandona a tu Diego Rivera. Hoy creo que es el día de nuestro amor. El que nos merecemos, el que queremos y, sobre todo, el que nos debemos dar a nosotras mismas.
Un 14 de febrero es el mejor día para empezar a querernos, para volver a amarnos. Liberarse de los Diegos es la mejor forma de demostrarlo.
Por Ana M (@anizmoreno_)
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