Hoy es una fecha clave en el calendario feminista.
Tal día como hoy hace 85 años, un 19 de noviembre de 1933, las mujeres españolas acudían a votar por primera vez,en unas elecciones generales. Hoy día, el hecho de poder elegir en las urnas a nuestros representantes políticos, lo tenemos tan asumido como algo fundamental de nuestra sociedad que quizás no le demos mayor transcendencia, pero es importante recordar que esto no siempre ha sido así y que ha habido una larga época en la que, el simple hecho de ser mujer, no te permitía votar en unas elecciones.
Fue durante la II República, en 1931, cuando salió a colación el debate sobre el sufragio universal femenino. Como os podéis imaginar, había muchos políticos en contra de que esto se llevara a cabo. Algunos de los argumentos utilizados eran tan simples y carentes de sentido como decir que no era bueno que las mujeres votasen debido a su histeria por naturaleza ya que eran “psíquicamente más débiles” que los hombres. Incluso se plantearon permitir que las mujeres votasen pero sólo a partir de los 45 años ya que, según ellos, antes tenían reducida la voluntad y la inteligencia.
Hay que destacar que en aquella que había solamente tres diputadas en el Congreso, y para desgracia de aquellos en contra del voto femenino, Clara Campoamor era una de ellas. Su perseverancia y tenacidad fue decisiva para conseguir este derecho para todas las mujeres españolas. Clara no sólo se tuvo que enfrentar a aquellos que menospreciaban a las mujeres hasta tal punto de asegurar que eran menos inteligentes que los hombres, y que por eso, no podían votar. También se tuvo que enfrentar a las otras dos mujeres presentes en el congreso que, sorprendentemente, estaban en contra del voto femenino. En concreto, el debate protagonizado por Clara Campoamor y Victoria Kent pasó a la historia por representar, como mujeres, ideales completamente opuestos.
El argumento elegido por la diputada Victoria Kent para querer retrasar el voto femenino unos años más fue el peligro de votar que podían representar aquellas mujeres pertenecientes a las familias más conservadoras del país al poder estar más influidas tanto por la iglesia como por sus maridos y que, por tanto, esto supusiese el auge de la derecha española. “Si las mujeres españolas fueran todas obreras, si las mujeres españolas hubiesen atravesado ya un periodo universitario y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino. Pero en estas horas yo me levanto justamente para decir lo contrario y decirlo con toda la valentía de mi espíritu», fueron algunas de las palabras de Victoria en aquel debate. Y en verdad, era cierto que las mujeres aun no estaban en el mundo laboral, y menos en las Universidades, pero eso no fue razón suficiente para hacer cambiar de opinión a Clara Campoamor quien defendía la igualdad por encima de todo ya aseguraba que era un principio fundamental por encima de los intereses del Estado. Este debate entre las dos diputadas fue decisivo y se saldó el 1 de octubre de 1931 con 161 votos a favor del sufragio universal femenino desde los 23 años y 121 en contra. Después de las elecciones generales de 1933, las mujeres pudieron volver a votar una vez más en 1936, sin embargo, tras la llegada de Franco al poder después de la Guerra Civil, las mujeres no pudieron votar hasta las elecciones generales de 1977.
Sin duda, este día será siempre recordado por lo que supuso para las mujeres ejercer un derecho fundamental que durante tantos años se les había negado. Pero sobretodo, recordaremos a Clara Campoamor como una mujer inteligente, tenaz y completamente convencida de lo necesaria que era la igualdad entre hombres y mujeres y de cómo, con su gran capacidad de dialéctica, fue capaz de desmontar uno a uno todos los argumentos de aquellos que estaban en contra de construir una sociedad un poco más feminista.
Por Laura G. Macías @LauraGMacias
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