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El verano, la noche y las fiestas también serán nuestras

Llegó el verano y las tan esperadas fiestas y festivales. Por la geografía española se despliega un amplio abanico de posibilidades y eventos. La música y el buen ambiente son, entre otros, los principales atractivos comunes de estas fiestas, aunque por desgracia, no es lo único que comparten. Tal y como demuestran los centenares de denuncias en las redes sociales, estos espacios siguen sin ser seguros para las mujeres: las agresiones físicas y verbales, los abusos sexuales y las violaciones están en auge. Con la masificación de los grandes festivales, el elevado consumo de alcohol y otras drogas y la negativa influencia del mediático caso de La Manada estos ataques han aumentado; los agresores se saben impunes, no tienen miedo. ¿Quién podría haberlo imaginado?. Además, a pesar de que los festivales de música cuentan con cuerpos de seguridad, carecen de protocolos para evitar las agresiones machistas. En otras ocasiones, las conductas sexistas provienen de la propia organización y trabajadores del festival, recordemos el concierto de Red Hot Chilli Peppers en el FIB (Benicàssim, Castelló), en el que el realizador se dedicó a enfocar a chicas en bikini con la intención de enseñasen los pechos. Con la complicidad y presión del público, si la chica accedía, era aplaudida; si no, abucheada. Mientras, no lo olvidemos, era grabada.

Integrante del punto morado en Cambados. Fuente: La Voz de Galicia

 

Distintos grupos y asociaciones feministas, conscientes del desamparo institucional, han decidido organizarse y hacer algo al respecto. La principal medida es la creación de puntos morados/violetas, es decir, espacios formados por personas voluntarias con formación específica, que tienen por objetivo informar, concienciar y acompañar a las posibles víctimas de víctimas de abuso, acoso, intimidación o agresión. La necesidad de la existencia misma de estos puntos se demuestra por la hostilidad que reciben, véase el caso de las voluntarias de la marea morada de Cambados (Pontevedra), increpadas y amenazadas mientras desempeñaban su labor en la fiesta del Albariño de esta misma localidad. Como ellas mismas declararon “Nos llamaron feminazis, nos hacían el saludo fascista cuando nos acercábamos y algunos nos preguntaron si nos creíamos la autoridad por llevar el lazo”,  aunque afirman que el acoso había comenzado con anterioridad en las redes sociales, donde recibieron amenazas e insultos. Otros colectivos, como las integrantes del punto morado del Festival Rabolagartija en Villena (Alacant) denunciaban que la organización no se toma en serio las iniciativas y que desde los equipos de seguridad se ridiculiza su acción, incluso culpabilizándolas por “hacer llorar a los chicos”.

Lo que es evidente es que si las instituciones y la justicia patriarcal no nos protegen, debemos hacerlo nosotras mismas. Las unas a las otras. Nos necesitamos. La organización y la autodefensa feminista son la única vía. Debemos apelar a la sororidad, no dejarnos solas, creernos cuando se nos cuestione, y dejar muy claro que EL VERANO, LA NOCHE Y LAS FIESTAS TAMBIÉN SERÁN NUESTRAS!

Por: Laura Rodríguez (@laurodfe ‏)

 

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