Cuando no hay argumentos, hay ataques. Es lo que la derecha y la extrema derecha, si es que alguien puede distinguir en el actual panorama político quién es quién, ha dejado patente durante la crisis sanitaria que estamos viviendo.
Hoy, sesión en el Congreso para someter a aprobación la que será, dice el presidente, la última prórroga del estado de alarma. El nivel de diálogo en los debates ha dejado bastante que desear desde que toda esta situación empezara, pero si hay algo que ha sido blanco de las críticas de la derecha ha sido y es el movimiento feminista, y el 8M su instrumento.
“Viva el 8M”. Estas han sido las palabras de Pedro Sánchez que no le han sentado nada bien al señor Abascal, quien en su turno ha aprovechado para cargar de nuevo: “Gritar ‘viva el 8M’ en este contexto es como gritar ‘viva la enfermedad y viva la muerte». Me pregunto qué hubiera pasado si en vez de ser el feminismo el que hubiera dado la vuelta al mundo ese día, hubiera sido el discurso fascista de Vox.
Lo que ocurre en España no ocurre en ningún otro país. El odio hacia este movimiento por parte de la extrema derecha no ha dejado de manifestarse por sus máximos representantes en el hemiciclo, no es algo de lo que avergonzarse sino todo lo contrario, deben pensar. El 8 de marzo miles de mujeres y hombres salieron a la calle en Madrid, en Barcelona, en ciudades de toda España. Pero además también lo hicieron en Berlín o en París, también en Portugal. El 8 de marzo estaban abiertos cines, teatros, iglesias, centros comerciales, bares y restaurantes, lugares de ocio nocturno y se celebró un mitin de Vox, por lo que Santiago no pudo contagiarse en la manifestación. Señor Abascal, el 8 de marzo, usted también salió a la calle. Por motivos muy dispares a los de las feministas, claro. El 9 de marzo, la ciudadanía cogió el metro, cercanías, el autobús…acudió a sus puestos de trabajo, fuesen colegios u oficinas donde, en muchas ocasiones, ni la mesa donde trabajan tiene 2 metros. ¿Debieron tomarse medidas que evitasen aglomeraciones de personas? A toro pasado, ya sabemos. Pero el odio, la culpa, el estigma hacia un solo colectivo chirría. Las palabras de Abascal hoy en el Congreso no son otra cosa que una demostración de machismo simple y básico, solamente a quien le falte una pizca de sentido común puede estar de acuerdo en la afirmación de que el 8M es culpable de una pandemia mundial.
La sombra de la culpabilidad se cierne, una vez más en la historia, sobre las mujeres. La caza de brujas ha vuelto. Buscan, con sucios métodos, que nos sintamos culpables y avergonzadas de haber decidido salir a la calle en una fecha en la que el coronavirus estaba abriéndose camino. Quieren que agachemos la cabeza. Pretenden hacer política, no solo con las muertes, sino con el feminismo. Un movimiento en pleno auge que se vea asociado a una pandemia, a enfermedad, a muertes y prevaricaciones no puede tener largo recorrido.
La extrema derecha tiene miedo. En un momento en que todos los partidos políticos tenían algo que decir sobre el feminismo para conseguir el voto de la mujer, muchos se declararon feministas y muchos instrumentalizaron al movimiento. Otros, han aprovechado la coyuntura que se presentaba para cargar contra nosotras de una manera justificada, intentando que no se les tache de simples misóginos si se apoyan en motivos sanitarios. Puede que los necios hablen y digan cosas, pero no son conscientes de que engañan a unos pocos. Las feministas no recortan derechos, ni prestaciones sociales. De eso se encarga, por ejemplo, la señora Ayuso y sus socios de gobierno. Tienen miedo a los valores que propugna el feminismo, pues va en contra de los suyos. El feminismo es igualdad, es colectividad, es derechos y oportunidades, es una lucha que no rompe sino une. Es un movimiento que pone el foco en la precariedad laboral que viven las mujeres que hacen de los cuidados su trabajo. Un movimiento que aboga por lo público y señala al capitalismo como fuente de desigualdad.
Dejen de usarnos. Dejen de querer aprovechar cualquier situación para poner en tela de juicio nuestros derechos. Dejen de autodenominarse feministas y empiecen a hacer políticas feministas.
En el 8M el feminismo salió a las calles a manifestarse, nos faltaron compañeras como cada año, algunas volverán el año que viene y otras no estarán nunca más. Y estas últimas no cuentan para los negacionistas.
Por Ana M (@anizmoreno_)
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