¿Endometriosis… y eso qué es?
Esa es la pregunta que suelen hacer la amplia mayoría de población cuando les cuentas la enfermedad que sufres. Casi nadie sabe lo que es la endometriosis.
Una patología crónica, autoinmune e inflamatoria que sufrimos más de 2 millones de mujeres en España, una de cada diez en el mundo. Pero a pesar de la gran presencia de esta enfermedad en nuestra sociedad, poco se conoce sobre ella.
¿Qué es la endometriosis? Desde la guía de Guía de atención a mujeres con endometriosis elaborada por el Ministerio de Sanidad, se define así:
“La endometriosis se define como la implantación y crecimiento benigno de tejido endometrial fuera del útero, siendo las localizaciones más frecuentes afectadas por la endometriosis el peritoneo pélvico y los ovarios, si bien, ocasionalmente pueden encontrarse lesiones en otras muchas partes como el intestino, vejiga, estómago, pulmón, etc. Este tejido tiene dependencia hormonal del ciclo menstrual, produciéndose sangrado y desprendimiento del mismo con la menstruación. Se trata de una enfermedad crónica cuya causa se desconoce, aunque se ha comprobado una cierta predisposición genética”.
Voy a centrarme en la sintomatología de esta enfermedad que puede afectar, y afecta, directamente a la sexualidad de las mujeres, en concreto, uno de los síntomas más comunes: la dispareunia.
Hablamos de dispareunia para referirnos al dolor genital persistente o recurrente que ocurre durante o después de mantener relaciones sexuales con penetración.
En la Guía anteriormente mencionada, aparecen los siguientes datos sobre el número de afectadas con síntomas y su prevalencia: “En las mujeres con endometriosis sintomáticas, el síntoma principal y más frecuente es el dolor pélvico cíclico, que adopta diferentes patrones: dismenorrea severa (75%) que suele ser progresiva, dispareunia intensa (44%), dolor pélvico crónico (70%), dolor limitado a la ovulación y/o disquecia. Estos síntomas alrededor de la menstruación pueden asociarse a sangrado anormal o a síntomas intestinales y vesicales, a infertilidad y/o a fatiga crónica”.
Observando los datos, vemos que casi la mitad de las mujeres con endometriosis tienen dolor en sus relaciones sexuales, por lo tanto, tenemos en España a más de un millón de mujeres (como poco) que viven su sexualidad de una forma no placentera.
Cuando te rodeas de mujeres con endometriosis y preguntas sobre cómo viven su sexualidad, suele haber dos reacciones comunes: algunas se asombran y ponen cara de sorpresa… ¿Sexualidad?… ¿eso qué es?, dando por hecho que es un área de su vida más que olvidada. Y otras, en cambio, te cuentan que sus experiencias sexuales siempre van acompañadas de dolor y viven su sexualidad desde la frustración, la ira y la culpa. Se enfadan y se frustran porque desean tener relaciones sin dolor, y se sienten culpables porque consideran que no agradan o satisfacen adecuadamente a su compañero, ya que la dispareunia en muchas ocasiones, les limita para determinadas posturas coitales o algunas prácticas, siendo siempre el coito la que más dolor les suele ocasionar.
Las mujeres con endometriosis tienen que lidiar cada día con muchas dificultades en todos los ámbitos. A nivel social hay que rendir cuentas a todas aquellas personas que no entienden lo que te pasa, que muchas veces carecen de empatía suficiente para entender que no puedes llevar la vida que te gustaría porque tienes un dolor intenso que no te lo permite. La situación laboral muchas veces se ve repercutida por el estado de salud: ausencias, bajas médicas…no es fácil mantener un trabajo siendo enferma crónica. Como consecuencia de todo esto, más de las limitaciones físicas que el cuerpo te pone, el estado emocional y psicológico de las mujeres que sufren endometriosis se ve muy afectado: estrés, ansiedad, depresión, apatía, desconexión con el placer…
Imaginaros como se siente una mujer que tiene que convivir con tantas dificultades, que además, cuando intenta expresar y sentir su sexualidad en compañía, tampoco puede hacerlo saludablemente porque el dolor se lo prohíbe.
Por eso es tan importante que cambiemos el modelo sexual con el que todavía en gran parte convivimos: el coitocentrismo. ¿Es que no hay sexualidad más allá del coito? ¿Es que si no hay coito no hay placer? Son algunas de las preguntas que hago habitualmente a las mujeres que acuden a consulta y muchas me miran extrañadas, y otras me cuentan que sí, que claro que hay sexualidad más allá del coito, pero el problema es que sus parejas “si no la meten, no disfrutan”.
Somos conscientes que el modelo sexual que nuestra cultura, basada en la tradición judeocristiana, es puramente coitocentrista, ya que se basa en dos premisas básicas: el sexo como fin reproductivo y el sexo “se hace” con los genitales. Pero la sexualidad, al igual que todas las áreas del ser humano, cambia y evoluciona.
Este sistema sexual nos hace creer a las mujeres que debemos tener coito sí o sí, que si no, no somos válidas, no somos buenas amantes o incluso no somos normales. Las mujeres que sufren dispareunia suelen sufrir alteraciones emocionales: miedo, estrés, culpa, ansiedad, tristeza…y en muchas ocasiones puede ser un motivo de conflictos dentro de la pareja.
Por eso es tan importante que todas las mujeres entiendan que la sexualidad no se resume en el coito, sobre todo, aquellas mujeres que sufren dolor con esta técnica, como les pasa a las mujeres con endometriosis.
Tenemos unos cuerpos estupendos y maravillosos preparados para dar y recibir placer. Vamos a dejar de limitar nuestra sexualidad a una sola práctica y exploremos todo un mundo lleno de posibilidades para gozar y disfrutar, solas y acompañadas. Por eso os animo a que juntas combatamos el coitocentrismo. No se trata de criminalizar esta técnica, si no de dejar de priorizarla y vivir nuestra sexualidad de una forma más amplia.
En el sexo no podemos poner un objetivo, hay que poner una intención, y esa intención debería ser el placer en cualquiera de sus formas. La masturbación, el sexo oral, las caricias, los masajes, los besos….todo forma parte de nuestra sexualidad. No existen conductas de primera o de segunda.
Si la penetración te causa dolor, recuerda, no estás obligada a practicarla. Y eso no te hace ni peor ni menos mujer.
Por Laura Moreno Jiménez-Bravo
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