El sistema económico nos hace pensar que absolutamente todo se compra y todo se vende. Quienes pueden acceder a esta máxima sin ningún problema, muchas veces dan por sentado el hecho de que es el dinero el que mueve el mundo, sin ningún pensamiento crítico al respecto, no se detienen a pensar de dónde viene ese poder adquisitivo ni a costa de quiénes se genera.
Para que un empresario sea “exitoso” siguiendo los lineamientos del sistema económico actual, no debe tener necesariamente un producto exclusivo o un servicio indispensable, tiene que saber cómo y a quién venderlo.
El marketing, la propaganda y el posicionamiento de marca son estrategias para vender y son las mismas estrategias que están siendo usadas para “vender” la idea de que está bien comprar el acceso a los cuerpos de mujeres prostituidas y que está bien comprar las capacidades reproductivas de las mujeres más empobrecidas a través de los vientres de alquiler.
No es casualidad que se desdibuje la realidad en relación a estos dos tópicos, ya que implica directamente el uso de las mujeres. Sí, el uso. Porque históricamente, y no es novedad, hemos sido explotadas por nuestra capacidad reproductiva y hemos sido tratadas como simples objetos para el placer masculino, ¿por qué? No porque nos guste, no porque lo hayamos elegido, no porque sea una muestra de la ejecución de nuestra propia libertad, no porque nos salga del coño. No.
Si históricamente hemos estado relegadas a ser objetos y no sujetos de nuestra propia vida, es porque el patriarcado es mucho más antiguo que el sistema económico que vivimos ahora. A las mujeres se nos intercambiaba por ganado (en algunos países aún ahora se hace lo mismo, pero bajo la máscara del matrimonio) los pactos entre jefes de familias feudales se cerraban entregando a las hijas a la otra familia, pasábamos de ser objetos de nuestros padres a ser objetos de nuestros esposos. Para asegurar nuestra sumisión y fidelidad nos hicieron creer que nuestra sexualidad y la expresión de la misma era pecaminosa y que nuestros cuerpos sucios y repulsivos, el valor de nuestro cuerpo de medía en base a su pureza, o sea que ningún hombre lo haya tocado, sin embargo sólo se nos otorgaba la categoría de mujer cuando un hombre nos penetraba. Es tan terrible que aún en la actualidad alguna de estas barbaridades sigan vigentes pero nos acusen de que el feminismo es innecesario porque ya alcanzamos la igualdad de los sexos. No.
Si bien ya no estamos en la edad media, aún ahora se siguen perpetuando ideas de esa época, ideas que ahora con un contexto económico capitalista, nos quieren hacer creer que es elección nuestra.
Si la prostitución ha existido desde siempre únicamente para el beneficio sexual de los hombres, ¿no es hora ya de erradicarla? ¿Qué beneficio ético representa para la sociedad el hecho de que los hombres puedan comprar mujeres? Debería parecernos por lo menos sospechoso que haya toda una “industria” en relación al sexo, a la obtención del mismo, y a la compra y venta de mujeres y niñas según la demanda del cliente. Si realmente fuera una sociedad de iguales, la prostitución no existiría, porque los hombres entenderían que no es un derecho comprar mujeres y niñas, no es un derecho masturbarse viendo violaciones de mujeres a través del porno, mujeres en su mayoría captadas por redes se trata, niñas robadas de sus madres, mujeres obligadas fingir placer.
El regulacionismo, tan en boga hoy en día, debido claro, a la propaganda de la industria del sexo, esconde tras sus exigencias de libertad y “empoderamiento” femenino, que se mantenga la misma estructura patriarcal que nos oprime hace siglos.
La única salida para alcanzar la verdadera libertad de niñas y mujeres esclavizadas por proxenetas es la abolición. El ocho de marzo saldremos a las calles a exigir que sean abolida todas las formas de opresión que aún a día de hoy siguen sufriendo millones de mujeres alrededor del mundo. Es hora de empezar a construir el futuro abolicionista que queremos.
De Lara Salvatierra @larasalvatierra
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