La religión es el invento más antiguo de la humanidad y, como dijo Karl Marx “la religión es el opio del pueblo”. Sin embargo, ¿qué es lo que hace que la religión siga arraigada en la sociedad hoy en día?
La recompensa tras la muerte que la religión ofrece.
El problema es que la vida que la mayoría de hombres y mujeres viven en la sociedad actual es tan dura, insoportable o carente de sentido, que la idea de una vida después de la muerte a veces es la única forma de dar algún significado a la propia existencia.
La pregunta no debería ser: ¿hay vida después de la muerte? Sino ¿hay vida antes de la muerte?
Las mujeres han sido relegadas al papel de esclavas del esclavo. Un hombre debe servir a su señor, pero una mujer debe servir a su marido. Para muchas mujeres el consuelo de la religión fue la única manera de aliviar el intenso sufrimiento de su esclavitud. Esto explica por qué en muchas sociedades las mujeres están tan unidas a la religión. Sin ella, su vida sería insoportable. Es como una droga que nubla los sentidos y las hace insensibles al sufrimiento.
¿Sería, por lo tanto, posible relacionar feminismo y religión? Complicado, siendo el feminismo un movimiento de liberación y la religión, por su parte, predicando la obediencia.
Hay quien sostiene que sí. Teólogas feministas subrayan la conciencia de que la historia cristiana ha perjudicado a las mujeres desde el momento que a Dios se le ha visto como masculino, lo que ha sido motivo para no considerar a las mujeres como hechas a su imagen.
Ninguna de las mayores religiones tiene a una mujer como deidad o personificación mortal. La jerarquía de las religiones siempre ha estado dominada por hombres, y las interpretaciones de textos y símbolos siempre han excluido la perspectiva femenina.
Además, por regla general, la mayoría de las religiones le prohíben a la mujer una serie de conductas que se les permite a los hombres.
En el terreno de la legislación social, y particularmente en los derechos de la mujer, la Iglesia católica siempre ha jugado un papel reaccionario. Todavía niega a la mujer el derecho a controlar su propio cuerpo, ha negado el derecho al divorcio, y sigue condenando el aborto.
Además, ¿ deberíamos defender una institución que ha apoyado a la clase opresora por defender su propio bienestar y obtener beneficios de ello?
La iglesia católica es la única entidad privada que recibe dinero a través del impuesto de la renta, además de tener una enorme presencia en educación y sanidad. En el movimiento creacionista participan millones de personas y a pesar del avance tecnológico siguen anclados en la edad media.
Lenin escribía en 1905: “El Estado no debe tener nada que ver con la religión, las asociaciones religiosas no deben estar vinculadas al Poder del Estado. Toda persona debe tener plena libertad de profesar la religión que prefiera o de no reconocer ninguna, es decir, de ser ateo, como lo es habitualmente todo socialista”. (Lenin. Acerca de la religión. Moscú. Editorial Progreso. p. 6).
Y, sin embargo, la religión y los tentáculos del Opus Dei (una potente mafia religiosa) alcanzan rincones en la vida política de Italia, España u otros países.
Debemos ser críticxs con la religión por sus bases machistas, las cuales siguen perpetuando la opresión hacia las mujeres y dificultando los avances que pretendemos lograr, como el derecho al aborto, como el simple derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.
Cada unx debe ser libre de elegir si cree en aquello que predica la religión o no, pero desde luego, semejante institución como es la Iglesia, no debería ostentar el poder del que disfruta en nuestra sociedad.
Por RedMoon @Angela_1723
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