Rosa. Bebés. Matrimonio. Vida doméstica. Cuando vemos asomar la cabeza de una niña por el útero de su madre sabemos en muchos casos, ya desde ese instante, cuál será su destino. Al nacer ya cargarán a su espalda, mínimo, una doble discriminación: la edad y el género. Un estigma que, pese a los avances, seguimos acarreando en nuestra identidad.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Niña, que tiene el objetivo de defender sus derechos y concienciar a la sociedad sobre la situación que viven muchas niñas por el simple hecho de serlo, porque, en muchos países, las niñas son las primeras víctimas de las violaciones de los Derechos del Niño.
Los datos hablan por sí solos. Según Humanium, en los países en desarrollo una de cada tres niñas no finaliza la educación primaria porque dedican 8 veces más tiempo a las tareas domésticas que los niños. Cada día 25.000 niñas son víctimas de matrimonios forzados, cosa que les obliga a abandonar la escuela, y el 50% de las agresiones sexuales de todo el mundo implican a chicas menores de 16 años.
Los derechos que previamente adquieren las personas empiezan a disiparse cuando el género se interpone. Los estereotipos empiezan a impregnar su vida diaria y, sin darse cuenta, los pequeños detalles aparecen. «Chutas como una niña», «No seas dramática», «Las mujeres estáis locas», «Te lo estabas buscando». Un abuso de poder que seguirá en su edad adulta, cobrando menos que un hombre, teniendo menos acceso a puestos de trabajo – pese a que puedan estar más formadas -, y viviendo con la carga que implica la maternidad y la vida doméstica en una mujer.
Es tal el nivel de discriminación, que en algunos países como India y China prefieren parar el embarazo si es niña que tenerla como hija. Un desequilibrio que, a la larga, puede comportar un aumento de la trata de niñas e incluso que, en ciertas regiones, las mujeres se vean obligadas a casarse con más de un hombre.
La Convención de los Derechos del Niño exige que los niños tengan derecho a una calidad de vida básica, pero solo unos pocos tienen el privilegio de disfrutarla. En la mayoría de derechos vulnerados, las niñas superan en número a los niños. El derecho a la vida: nacen más niños de forma buscada y las niñas suelen morir con más frecuencia antes de cumplir los 5 años; el derecho a la educación: 96 millones de chicas son analfabetas, contra 57 millones de chicos; el derecho a la salud: la mutilación genital femenina, los embarazos precoces y la privación de atención médica y buena alimentación; el abuso y explotación sexual: 1 mujer de cada 5 y 1 hombre de cada 10 han sido víctimas de abuso sexual.
En algunas partes del mundo nacer mujer es peor que tener la peste. En los países en desarrollo esta discriminación es más evidente, pero «el primer mundo» no está libre de desigualdades. Está lleno de ojos vendados que prefieren defender el Not All Men antes que analizar la raíz del problema.
Y todo empieza en el mismo hospital donde nacerá una nueva vida. Incluso meses antes, al desvelar el sexo del bebé, esa vida ya está condicionada. Los límites están marcados. Porque, aunque haya personas que niegan esa discriminación, la rueda de los hombres nunca se estropea, pero la nuestra siempre tienes que estar engrasándola.
A veces puede parecer que rueda más rápido, pero sigue sin avanzar. Cada día 25.000 niñas pierden su inocencia para saltar al vacío de una vida adulta que aún no les pertenece. Una de cada tres niñas será privada de una educación que le haga libre. Y el 100% de las niñas no tendrá control de su vida.
Menos mal que, pese a todas las trabas, crecen mujeres que lideran luchas, que se alzan y que no se cansan de defender sus derechos. Y solo por eso, nacer mujer es increíble.
Por Ariadna España (@Ariespaso)
Puedes ayudarnos con 1 euro al mes para pagar los gastos del mantenimiento web uniéndote a nuestro grupo de Teaming aquí: