Si Reese Witherspoon produce una nueva serie, yo la veo, porque sé que voy a ver personajes de mujeres complejas. En definitiva, porque de alguna manera, aunque no tenga nada que ver con estos personajes, voy a verme representada.
The Morning Show no solo es la serie en la que hemos visto a Jennifer Aniston reinventada y bordando un papel dramático, también es una serie en la que se ha mostrado, sin filtros, la realidad de los abusos de poder y la cultura del acoso.
Porque aunque el contexto de The Morning Show sea el de un programa de televisión matutino de éxito, las situaciones que se muestran son las de muchas personas.
El miedo, las presiones, los chantajes. Los silencios.
La serie empieza con el despido de Mitch, el presentador masculino del programa, por acusaciones de abuso sexual por parte de antiguas empleadas. Creo que una de las grandes apuestas y a la vez aciertos del programa es dar voz a este personaje, interpretado por Steve Carrell.
No creo que sea posible entender cómo funciona el sistema patriarcal y la cultura de abusos sexuales en una empresa sin escuchar qué privilegios y qué posición creen los hombres que tienen: ¿por qué ellos lo consideran “normal”? ¿Cómo han llegado a una situación en la que creen que tienen derecho a violar o a realizar un acercamiento no consentido hacia sus compañeras? ¿Por qué y por quiénes se sienten protegidos?
El problema no es solo la acusación, sino también la falta de sorpresa del resto del programa. El personaje de Jennifer Aniston, la otra presentadora, y el resto de la plantilla se ven en medio de una vorágine de emociones. ¿Cómo reaccionaríamos si nuestro mentor, compañero, amigo o incluso ex pareja resultase ser un pervertido? ¿Por qué no nos dimos cuenta o por qué no nos quisimos dar cuenta?
Esas son las preguntas que pone sobre la mesa The Morning Show. Nos muestra no solo cómo nos hemos sentido cuando hemos sido víctimas de comentarios o hemos visto nuestro silencio comprado con un aumento de sueldo, sino que también cómo nos hemos sentido cuando hemos creído que es mejor aceptar que “siempre ha sido así”, cerrar los ojos, no escuchar y adoptar el discurso de “ella quiere y ella se aprovecha de la situación”.
Y aunque como digo la reflexión es sobre la cultura de acoso de cualquier tipo de empresa, la realidad es que esta serie habla de la industria del espectáculo y no tiene miedo a denunciar lo que han vivido las actrices que, como sus personajes, son mujeres poderosas pero también víctimas y cómplices.
Denuncian que ellas, y ellos, como profesionales de una industria que en los últimos años ha estado protagonizada por escándalos y secretos a voces, han callado lo que han sufrido y lo que han visto sufrir.
Es una serie incómoda, con un final muy a la altura, y que hace que, aún estando contextualizada en un programa de televisión que nos queda lejos, nos pongamos frente al espejo y nos preguntemos si vamos a seguir permitiendo que el show continúe.
Por María M. (@mariamaganacm)
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