Todos los cargos públicos han de asumir que su gestión es objeto de escrutinio por parte de la población. Habrá quién no se permita la osadía de criticar, porque ese cargo está representado por alguien al que ha votado, pero si dejamos que nuestra opinión no cuente por estar cegado por el sol del partido, perdemos la opción ciudadana de expresar lo que pensamos.
Se ha presentado en el Consejo de Ministros la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Una ley que desde todos los sectores del feminismo se esperaba como una revolución social, porque deseábamos a toda costa que se formalizase legalmente el derecho de las mujeres a elegir nuestra sexualidad, con quién y cómo compartirla. Sin embargo, un sector importante de las mujeres de este país, hemos comprobado que esta ley es insuficiente para las reclamaciones que llevamos exigiendo a nuestros dirigentes desde hace mucho tiempo.
Cuando salimos a la calle a gritar al mundo que la sentencia de Pamplona era cuanto menos insuficiente, no esperábamos que nuestras protestas y justas exigencias se englobasen dentro de una ley que a día de hoy no sabemos si va a modificar las actuales leyes y condenas o si realmente solo es una declaración de intenciones.
Es una ley hecha con prisas, sin el rigor necesario y sin el conocimiento real de los organismos y autoridades que estarán presentes en la aplicación de la ley. Aunque es muy parecida al borrador presentado en 2018, esperábamos mayor implicación ahora que se gobierna. Hemos leído en la prensa que ha tenido que ser “retocada de urgencia” a contrarreloj y con el pedal de aceleración pisado, para que se pudiera aprobar en el Consejo de Ministros del martes 3 de marzo. Son muy importantes las fechas para las personas que han elaborado esta ley, porque el Ministerio de Igualdad, debía anotarse el tanto antes de un 8 de marzo, que está desmontando el feminismo real a fuerza de golpe posmoderno.
El mundo de las mujeres no es un bello paisaje de flores y mariposas. La urgencia por dar a luz una legislación que proteja realmente a las mujeres de las agresiones sexuales puede ser incluso perjudicial porque como todos sabemos, las prisas no son buenas y que tengan que enmendarte la plana mucho menos. Quizá, esperar un poco más, redactar bien teniendo en cuenta los matices necesarios, habría sido una posibilidad mucho más lógica.
Esta ley deja fuera a un sector de la población femenina que no elije compañeros de cama. Las prostitutas siguen desamparadas ante una ministra que se declara abolicionista pero que prefiere ponerse del lado de la chupipandi que considera, que la prostitución es una opción laboral, antes que luchar por su desaparición total. No hablamos solo de trata, hablamos de las prostitutas en general. Para ellas, el solo sí es sí, no vale. No las cubre la libertad de elección. Ellas están sometidas al imperio del dinero del putero que las compra durante un rato y aunque las muchas feministas que rodean a la ministra cual enjambre de abejas piensen, son violadas una y mil veces.
Desde los pasillos del ministerio se escapan ráfagas de arcoíris donde se vuela en un mundo de influencers feministas. Reuniones donde se habla de lo mucho que pueden aportar a un mundo donde millones de mujeres sufren diariamente, las blogueras cómicas o cocineras. Palabras alentadoras estas ante las agresiones sexuales o las violaciones: “pero somos nosotras, las mujeres, quienes tenemos ese poder innato de amasar la familia, de hacer que los que viven en nuestra casa sean felices y que los niños, crezcan sanos, física y mentalmente, con amor, para que cuando sean mayores, tengan autoestima, sepan valorarse y sepan admitir sus errores y aprender de ellos”. Quizá en medio de este bucólico tono de las amistades que dominan las redes sociales, habría que recordar al ministerio que hay muchos problemas importantes en la vida de las mujeres y que ninguno de ellos incluye el verbo amasar.
El feminismo es una corriente social que lleva sobre su espalda mucha lectura y mucho trabajo para su difusión. La sociedad no puede cambiarse a golpes de leyes improvisadas que parcheen los agujeros en vez de cambiar la pieza rota. Las mujeres no necesitamos que nos cuenten milongas, queremos contundencia para aquellos que toman nuestros cuerpos a su voluntad. Es cierto que la ley recoge el acoso callejero e impone sanciones y habla que la situación de la víctima no ha de ser valorable para minusvalorar la condena, pero un pelín más de rigor es exigible cuando estamos en un país donde se viola a una mujer cada cinco horas y que las manadas violadoras han aumentado hasta el punto que, en 2018, el 75% de estos delitos fueron llevados a cabo por grupos de cuatro hombres.
Es bueno que la violencia sexual en cualquier tipo de expresión sea reconocida en una ley, pero también es justo que esa violencia, esos delitos vayan acompañados de la correspondiente sanción. No podemos dejar que las mujeres sean reconocidas en tribunales y comisarias como víctimas de pleno derecho, pero luego vean a sus violadores, acosadores y agresores campar a sus anchas con condenas irrisorias. Es de vital importancia la educación en valores de igualdad real en los niños y jóvenes, pero ese camino es largo. No nos importa recorrerlo y hacer toda la pedagogía feminista posible, pero necesitamos saber que los que vayan a violar se lo piensen antes sabiendo que su condena va a ser tan dura como el delito cometido.
Es posible que llegue el día que se nos acuse de ser las culpables de que la sociedad no avance, por nuestro purismo en las ideas feministas y por nuestro enfrentamiento crítico con una ley supuestamente feminista, que haya salido con orgullo por las ventanas de un ministerio de igualdad, que se dejó la igualdad en la puerta y no la recogió al salir.
Por Belén Moreno @belentejuelas
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