Durante el mes de noviembre, una noticia conmocionó a la opinión pública y a las mujeres en particular. Una mujer era descuartizada y repartida por diversos contenedores tras una cita con un hombre conocido a través de una famosa web donde se chatea con personas con las que puede interesarte tener una cita.
Muchas han sido y son las críticas que se oyen sobre que las mujeres queden con personas desconocidas por el peligro que esto puede entrañar. Y la pregunta es ¿Quién es el culpable de que una mujer sea agredida, violentada o asesinada por una cita? ¿La web, ella o el criminal que aprovecha la tecnología para esconderse tras un falso perfil? Lo que está claro es que ninguna mujer quedaría conscientemente con un hombre (como el presunto asesino de Marta Calvo, que ha confesado que la descuartizó, así que lo de presunto es por ser estrictamente legal) si en su perfil se definiera como asesino de mujeres.
La respuesta a estas preguntas es siempre la misma. Los culpables son los asesinos, violadores o agresores que están en todos los ámbitos de la sociedad esperando poder atacar, violar o asesinar mujeres.
Desconozco si existe un algoritmo informático capaz de desentrañar las intenciones de una persona cuando crea un perfil en una app de citas. Pero imagino que no porque ni tan siquiera en nuestras personas más cercanas es posible adivinar todo lo que pasa por la mente de un ser humano.
Cuando un hombre queda con una mujer desconocida a través de la red, no envía su ubicación a su madre o le dice a todo el mundo que va a hacerlo. Sencillamente no siente miedo ante una cita con una desconocida. Ellos, se acicalan, se ponen guapos y acuden. Disfrutan del momento como una actividad que en principio no debería suponer ningún riesgo. Sin embargo, para nosotras se abre un sinfín de posibilidades de sufrir algún percance.
En ningún momento voy a juzgar a la gente que utiliza una App para conocer a otras personas. Es un medio más que nos proporciona el avance tecnológico. Todos hemos oído como parejas estables cuentan que se conocieron en la red. Hoy es tan habitual como hacerlo por las vías más tradicionales. Por eso es tan terrible que tanto la opinión pública como los medios atribuyan a las mujeres parte de la culpa de los ataques que puedan sufrir si utilizan las páginas de este tipo.
¿Es normal que sigamos teniendo que vivir con el miedo a conocer a un hombre? ¿Es lógico que nuestra vida tenga siempre esa carga de peligrosidad que conlleva ser una mujer? ¿Fue Marta Calvo culpable de su propio asesinato por usar Tinder? ¿Lo fue Laura por salir a correr? ¿Lo fue la joven de Pamplona por ir a San Fermín? ¿Lo fue la cría de Aranda por subir a casa de unos futbolistas?
La sociedad espera siempre de nosotras que seamos cautas, precavidas y temerosas. En vez de preocuparse de la ingente cantidad de hombres que están dispuestos a cometer actos violentos contra nosotras. Las mujeres debemos mirar a todos los lados cuando vamos por la calle, controlar los movimientos de los que se cruzan con nosotros en una estación de metro, llevar el móvil en la mano, dispuesto para llamar a alguien si sentimos cierto peligro o portar objetos en la mano como material de defensa por si llega el caso de tener que defendernos.
A nosotras se nos exige ser las responsables de evitar que se nos ataque o se nos agreda. El compromiso de nuestra seguridad es una parte más que aprendemos desde niñas porque la sociedad nos obliga a ello. Pero ese aprendizaje implica asumir que somos víctimas potenciales y no ciudadanas libres que hacemos lo que queremos sin tener que sentir miedo o culpabilidad por hacerlo.
Esto es lo que vivimos, pero no es lógico ni natural que así sea nuestra vida. Las mujeres al igual que los hombres deberíamos poder caminar solas por la calle independientemente de la hora que fuese. Tendríamos que poder quedar con una persona desconocida sin poner nuestra vida en peligro. Incluso tener una relación sexual de una noche con alguien a quien acabamos de conocer sin temer no volver a nuestra casa.
La culpa de que las mujeres suframos agresiones no es nuestra. La culpa es de los agresores. Sin embargo, siempre tenemos que demostrar que no hicimos nada para ser agredidas. Nuestra ropa, nuestra actitud, nuestros movimientos, nuestras decisiones o nuestros encuentros sexuales son medidos con la lupa de la culpa. La sociedad entera asume que las mujeres vivimos en riesgo potencial y llega incluso a crear campañas publicitarias para enseñarnos a defendernos en vez de gastar el presupuesto que haga falta en enseñar, en inculcar en las mentes de los hombres y adolescentes que somos sus iguales y que no estamos en el mundo para su disfrute personal, sea de la índole que sea.
La mejor manera de una mujer no sea asesinada por una cita no es que deje de quedar con desconocidos. La solución es que los hombres dejen de agredir a las mujeres.
Por Belén Moreno @belentejuelas
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