Vivir la vida como un juego y jugar para aprender a vivir.
Hoy he pasado con mi hijo de 4 años una apacible tarde mirando catálogos de juguetes.
La imagen plácida es agridulce, en lo que parecen inofensivos juguetes, encontramos diferencias muy marcadas entre niños y niñas.
De las primeras imágenes que aparecen, al principio del catálogo, muestra un niño y una niña jugando con un muñeco bebé, todo muy bonito, de verdad, todo ideal. Como cuento, casi me deja engañar.
A medida que vamos pasando las páginas vemos que este lavado de cara no tiene raíces, los juguetes están muy bien categorizados, por niñas y niños, o al menos lo que se espera de estos.
Me hace pensar que el capitalismo es como el demogordon, que lo intenta tragar todo, incluido al feminismo.
Se nota que hay una intencionalidad clara, no hacer distinciones, pero ay mamita, todo es mucho mas profundo, esto es de raíz , el capitalismo y el machismo se dan la mano y aquí no va a ser menos; nos venden unos juguetes igualitarios, pero esto no es real, como no lo es comprar una camiseta con mensajes feministas en Zara.
Los juguetes dedicados a las niñas están claramente diferenciados por actividades, casi todas tratan de cuidados, ya sean bebes, un pony o una cocinilla, artísticos o de belleza, belleza que puede escapar del clásico rosa pastel, pero belleza a fin de cuentas (mucha estética de purpurina y brilli brilli veo por aquí).
Los de chicos van claramente dirigidos a la acción, coches que se estrellan, pulpos destructores, deportes, también de ciencias… No vaya a ser que un niño escriba en su carta que quiere bajo el árbol una cocina o un cochecito de muñecas. Hay que enseñarle que no. Que esos no son sus juguetes. Y viceversa.
Entonces, si lo que nos sucede en la infancia marca el resto de nuestra vida ¿qué pasa con estos juguetes tan categorizados?
Pues pasa lo de siempre, nos marcan, tanto a hombres como a mujeres. Hombres duros, con miedo a no serlo, mujeres dulces, cuidadoras, de su físico y de los demás.
Una estrategia perfecta para seguir perpetuando roles de género desde la más tierna infancia. Una línea de marketing estudiada, dirigida a las personitas de nuestra sociedad futura a los adultos de ahora que no son otros que los que van a poner los regalitos debajo del árbol. Vamos, los que tienen la última palabra sobre si ese regalo es o no apropiado para el retoño. Y si estos catálogos no han cambiado, me hace pensar que es porque la demanda tampoco lo ha hecho.
¿Qué conclusión se puede sacar de todo este “trabajo de campo”?
Mi opinión es que debemos enseñar en igualdad y esto jamás se va a conseguir bajo la doctrina capitalista, al capitalismo le interesa tenernos adoctrinados en estos roles, nos necesita sumisos, y cansados.
Aquí creo que está la clave, creo que no hay nada mas igualitario que una tarde en el parque o un día en el campo, tanto para niños o niñas. Realmente, por mi experiencia, creo que las niñas y niños no necesitan tantos juguetes, necesitan tiempo, para correr, para cazar mariposas, para observar hormigas en el parque, para jugar en los columpios o para hacer barcos de papel.
Pero para estas actividades necesitan de unos adultos con tiempo, a ser posible, no agotados; con esto se vuelve al inicio del párrafo, los padres y aún mas las madres estamos cansadas, después de jornadas interminables, no dedicamos el tiempo suficiente a nuestros niños, a intentar reunirlos con otros niños y niñas en medio de estas ciudades hostiles.
Madres agotadas por la doble jornada y la conciliación que a veces es inexistente, sacando tiempo y fuerza para educar en igualdad y romper los moldes tradicionales, saltando obstáculos tan altos como la carta a los reyes.
La tribu, el pueblo y el barrio, los vecinos, en resumen, ciudades más amables para la crianza. Relaciones personales fuera de los centros comerciales, juegos de patio o de escalera y jornadas de trabajo que no sean incompatibles con la vida.
Si dejamos en manos de las grandes empresas el ocio de nuestros e hijos e hijas, lo más preciado de su tiempo, el juego, sabemos perfectamente que van a caer en los roles establecidos y que hacen que todo el sistema se mantenga.
Ojalá estas navidades se juegue sin machismo.
Por María Gómez
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