Al atajar el problema de la prostitución en África lo hacemos todavía con esa mirada blanca y europeísta que tantas veces molesta, esa mirada que viene a decir que, en el fondo, África nos importa poco mientras no nos toque de cerca.
Lo primero que me llama la atención al tratar de documentarme es que la mayoría de artículos periodísticos que encuentro en la red tratan el tema de la prostitución en África desde una tremenda y necia posición europea, es decir, nos hablan de las cifras de mujeres africanas que tenemos en la vieja Europa ejerciendo la prostitución, de la trata de personas, de las mafias y del tráfico, pero en territorio europeo. Encontrar cifras y casos de prostitución por países en aquel continente se hace complicado, tal como se ha hecho complicado en otros, porque las fronteras se diluyen hasta tal punto que si atendemos a un tipo de prostitución reglada, ilegal o legal, que de una forma u otra nos pueda dar oficialidad al tema, nos vamos a encontrar que no existe en la mayoría de países o bien que aunque exista, esas leyes, de haberlas, son papel mojado.
La prostitución en África es tan brutal como pueda serlo en otros continentes, tal como lo es en Asia o en América, pero atiende a otros factores que sí son propios del continente africano. La discriminación y el uso del cuerpo de la mujer es, en esta ocasión, no solo un método de ocasionar beneficios a una industria del sexo o a las mafias de trata de personas, sino que además es la base piramidal de una estructura defenestrada por problemas estructurales derivados de causas colonialistas, conflictos armados internos, religiosos, culturales o sanitarios.
Tratar de escribir este artículo dando cifras por países tal como he hecho en los anteriores no solo sería un error, sino algo imposible. Las cifras se diluyen, los contornos se borran, se ataca el tema desde un punto de vista demasiado occidental y en ocasiones no hay estudios suficientes como para poder hacer un listado de números; la prostitución, la trata de personas o la prostitución infantil, se juntan en un maremágnum de artículos en los que es imposible dilucidar cifras concretas.
“Es particularmente complicado porque la pobreza es una de las causas subyacentes en el tema. Hay muchos engaños. Hay familias que entregan a sus hijos con la esperanza de un ingreso o la promesa de que, tras el trabajo, irán a la escuela. Es muy difícil conseguir datos; todo el tráfico está envuelto en el misterio”, explica Nelly Chimedza, jefa de la oficina de IOM en Maputo.
Llegado a este punto de la documentación y tratando de aportar datos tal como he hecho en los otros artículos, me doy cuenta de que este hecho en sí es ya un “megadato”. El gran dato. Para atacar el tema de la prostitución en África no valen las cifras ni las leyes ni la mirada occidental desposeída de cualquier responsabilidad. Atacar este tema en África es hablar de Derechos Humanos. Si lo es también en el resto de continentes, en cualquier caso en que pueda darse la prostitución, aquí es tan necesario hacerlo patente como abrumadores son los hechos que lo demuestran.
Legislación y datos.
Las leyes escritas están borradas por completo en medio de pobreza estructural, guerras intestinas, explotación de recursos, esclavitud, migración o temas religiosos, pero en algunos países se produce algo similar a una ley que trata de regular la prostitución.
En países como Sudáfrica, Sudán, Samoa o Marruecos la prostitución es completamente ilegal, tanto ejercerla como adquirirla y por supuesto el proxenetismo.
En Gabán, Gambia, Ghenna, Guinea, Guinea-Basan, Guinea Ecuatorial, Liberia, Mauritania, Mozambique, Níger, Ruanda, Sto. Tomé y Príncipe, Somalia, Sierra Leona, Suazilandia, Sudán del Sur, Tanzania, Togo y Zambia, simplemente hay un enorme vacío legal.
En Burkina Faso es legal tanto ejercer la prostitución como comprarla pero es ilegal el proxenetismo.
En Samoa están prohibidos los burdeles, la compraventa de sexo en cualquier forma y el proxenetismo.
En Costa de Marfil es ilegal ejercer la prostitución en lugares públicos pero no en privado o en locales. El proxenetismo sí es ilegal.
En Tonga están prohibidos los burdeles, el ejercicio y la obtención de prostitución así como el proxenetismo, pero también está penado el comportamiento “indecente” en lugares públicos y se establecen penas todavía más duras para las personas transexuales.
En Argelia es ilegal solicitar o proteger la prostitución, compartir los beneficios o establecerse en un local en el que pueda ejercerse, sin embargo, la prostitución en sí misma no es ilegal a no ser que viole la ley Sharia.
En Cabo Verde está prohibido el proxenetismo siempre y cuando se hallen involucrados menores de dieciséis años o se trate de personas que se aprovechen de una situación de extrema pobreza de otras. Los demás supuestos son legales.
En Botsuana ejercer la prostitución y el proxenetismo es ilegal pero no la obtención de sexo por dinero, tan solo se considerará ilegal si es en lugares públicos.
En Kenia, Namibia, Senegal o Etiopía es legal tanto ejercerla como consumirla excepto si es ejercida en la calle. El proxenetismo es ilegal.
Sin embargo, hablar de prostitución en África es hablar también de trata como algo casi inseparable. Solo Mozambique, Tanzania y Suazilandia prohíben por completo en su legislación la trata de personas, pero, se calcula que en los días previos al mundial de fútbol en Sudáfrica unas 300 mujeres eran trasladadas diariamente desde Mozambique para poder cubrir la demanda de prostitución. Esta cifra es la que maneja Save the Children basándose en las denuncias de desapariciones y de personas que acudían hasta la ONG pidiendo ayuda.
Según un informe de la ONU del año 2000, en África unas 500.000 personas son víctimas de tráfico y se calculaba que en diez años esta cifra podría aumentar hasta los 10 millones de mujeres. Solo en Nueva Guinea se estimaba que los niños y niñas víctimas de esclavitud sexual superaban los 18.000 y se calcula que alrededor de 20.000 etíopes y somalíes son víctimas de trata.
Las niñas que se dedican a la prostitución en Sierra Leona asumen que es mejor ir con ancianos que pagan más y solo demandan sexo oral que con jóvenes, así también evitan embarazos o enfermedades de transmisión sexual. Las propias familias son quienes empujan a las niñas hacia la prostitución como una forma de complementar los ingresos familiares.
Se han dado casos de abusos sexuales por parte de tropas de cascos azules en el continente y en junio de 2008 varias trabajadoras de Médicos sin Fronteras denunciaron el uso de prostitutas por parte de sus compañeros.
En Camerún, la prostitución comienza a ejercerse en locales clandestinos, en centros de belleza o masajes en los que hay salas especificas para poder estar con prostitutas si el cliente lo solicita.
Se estima que un 53% de la trata está destinada a la explotación sexual, un 40% a la explotación laboral y un 0’3% al tráfico de órganos.
La mayoría de prostitución en África que se puede concentrar de una forma u otra en las grandes capitales tiene un importante carácter elitista y su objetivo son los clientes occidentales localizados en hoteles y resorts de lujo donde hay personas capaces de proveerlos de todo aquello que pidan. En las ciudades el grueso de la prostitución está en los suburbios donde se “satisface” a la población autóctona sin ningún tipo de protección por unos 4’5€.
En los campamentos de refugiados de Kijoma, en la frontera de Burundi con el Congo hay cientos de mujeres ejerciendo la prostitución, la mayoría de ellas procedentes de Tanzania, donde se calcula una población que ronda los 70.000 refugiados.
Estas cifras y datos arrojan un panorama desolador y muestra una enorme madeja imposible de desentrañar, en la que no se puede ir tirando de un solo hilo porque la realidad es tan heterogénea, con un fondo tan intrínseco en la política y en la sociedad africana que aunque arrojen una mínima luz al problema, no podemos más que tratar de analizar las causas que, aunque cambian un poco de un país a otro, tienen muchos desencadenantes en común.
Y esto no es todo. Queda mucho por saber sobre la prostitución en África. En la segunda parte de este artículo hablaremos sobre los diversos factores…
Por Nina Peña (@ninapenyap)
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