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Cotizar es lo primero

prostitución, feminismo, aboliciónismo

Luces de neón que se reflejan en el cristal. El cristal de la ventanilla del coche en el que viajan en la parte trasera dos niñas. Vuelven a casa junto a sus padres después de una visita a los abuelos el fin de semana. Son los 90 y el paisaje de la carretera son algunos de los clubs de alterne que abundan en la geografía española. El camino se hace en silencio, sin que nadie diga nada. En silencio como la sociedad cómplice que pasa de largo. En uno de esos clubs, un cartel que pone “Habitaciones” con una flecha invita a entrar, y a consumir. Es normal. Han pasado 20 años y ya no son niñas. Son mujeres adultas que ya no normalizan ir de viaje, en el asiento del conductor o en el de atrás, sin comentar indignadas “¿cuántos puticlub hemos pasado ya?”.

Hace unos días, la noticia rezaba que la sala de lo contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Baleares ha condenado al propietario de un club de alterne sito en Formentera a dar de alta en la Seguridad Social a ocho empleadas. Pero, ¿implica esto dar de alta a mujeres que ejercen la prostitución? No, al menos, en todos los casos. O eso quieren hacernos creer.

La jurisprudencia se ha encargado de delimitar una línea divisoria entre lo que consiste la actividad de alterne y la prostitución.  El Tribunal Supremo define la actividad de alterne como la “consistente en captación y entretenimiento de clientes, induciéndoles a realizar consumiciones y obteniendo por ello una contraprestación económica de las propias consumiciones”. Sin que exista sexo puesto que, en ese caso, estaríamos hablando de prostitución y esta no puede ser objeto de ningún contrato de trabajo. El Supremo considera que para que exista relación laboral y que, por tanto, las trabajadoras de estos lugares han de estar dadas de altas en la Seguridad Social, las mismas tienen que desempeñar su labor sujetas a las directrices de su empleador, de manera voluntaria, acorde a una jornada laboral determinada y a cambio de una remuneración que no procede directamente del cliente. Las mujeres que ejercen la actividad de alterne no mantienen relaciones sexuales con los clientes; simplemente, intentan que pasen un rato agradable mientras fomentan el consumo en el local obteniendo por ello una comisión. Puede que todo esto os sorprenda un poco y os cueste creer que haya empresarios, que se dedican a explotar estos “sitios de alterne” y que, a su vez, se preocupan por cumplir con la legalidad vigente en materia de derechos laborales. Si bien, la justicia así lo quiere. De averiguar si, efectivamente, las mujeres que se encuentran trabajando en el local ejercen o no la prostitución y en qué condiciones, mejor no hablamos. Pero hay que cotizar, que las pensiones peligran.

Pero, ¿puede existir prostitución sin alterne? En palabras de la magistrada Gloria Poyatos para eldiario.es “el alterne es inescindible de la prostitución, forma parte de ella”. Si regularizamos la situación de las trabajadoras de los clubs de alterne es muy probable que, en la mayoría de los casos, estemos regularizando la situación de mujeres que ejercen la prostitución si no se llega hasta el fondo del asunto para verificar que estas mujeres no mantienen relaciones sexuales con los clientes del local.

“Pero si regulamos…”

En España, la prostitución no está regulada, es alegal. Si bien está castigada en diferentes situaciones, y se pena la trata y el proxenetismo. Además, algunos miembros del gobierno actual socialista la han definido como ilegal. ¿Es suficiente? Sigue habiendo prostitución, trata de mujeres y niñas, siguen existiendo puteros (o consumidores de sexo, como les gusta a ellos), los proxenetas siguen lucrándose a costa de las mujeres y sigue habiendo burdeles disfrazados y amparados en la legalidad de la actividad de alterne. La respuesta es un rotundo y tajante no. No es suficiente con no regular o mantener la prostitución en esa situación alegal, ni siquiera con declararla ilegal, lo correcto es la abolición. Sin embargo, los partidos políticos del panorama actual no tienen esta carta en su baraja. Las feministas no vamos a permitir que ningún partido político lleve a debate la regularización de lo que no es el oficio más antiguo del mundo sino la forma más antigua de violencia contra la mujer.

Los clubs están ahí y pasamos de largo. Las mujeres detrás de esas fachadas con carteles luminosos y encerradas en habitaciones con paredes pintadas de rojo están ahí. Nosotras no vamos a pasar de largo. En cualquiera de esos clubs hoy puede haber llegado un grupo de mujeres, adolescentes en muchas ocasiones, engañadas, extorsionadas y que apenas entienden el idioma. Puede que empiecen poniendo copas y escuchando a los pobres clientes que acuden buscando calor y comprensión en una mujer, que a veces no supera la mayoría de edad. O puede que, desde el primer momento, sean explotadas, tratadas como mercancía y violadas. Porque no pueden escapar de ese cautiverio impuesto. No tienen otra opción. Han caído en la red del proxenetismo. Puede que haya quien prefiera no correr la cortina de terciopelo que esconde los entresijos de la realidad de este mundo, pero nosotras no formamos parte de ello. Nosotras correremos cortinas y derribaremos los muros más altos. Porque tenemos que hacerlo. La libertad no está dentro de un burdel y nuestros cuerpos no se venden.

 

Por Ana (@anizmoreno_)

 

 

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