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Masculinidad mal entendida.

feminismo, mujeres en lucha, masculinidad, roles de genero

Las mujeres, el sexo débil decían (y siguen diciendo), supeditadas a un escalafón inferior en este sistema cosido de intereses elitistas. De tanto marginarnos, maltratarnos, humillarnos a lo largo de los siglos, hemos aprendido que nuestro valor es proporcional a tanto daño.

 

Este sistema patriarcal responde al miedo de aquellos hombres a las mujeres que no tienen miedo, construyéndose un disfraz de bestia que han logrado legitimar a base de argumentos que no son argumentos, sino excusas para ejercer la dominación de una forma u otra. Pero por desgracia para ellos, aquí estamos las feministas, dispuestas a sacar a relucir la verdad, a no callarnos jamás y a oponer la resistencia a la que tanto temen.

 

Nosotras hemos tenido que aguantar un sinfín de calvarios porque no teníamos un espacio donde hablar sin temor. Ahora lo empezamos a tener gracias a la unión que entre nosotras, y con otros compañeros, estamos construyendo. El que considere que nuestro enfado está injustificado, que se quite la venda del cinismo o se atenga a vivir por siempre en el lodo de sus falsas creencias y mentiras autoimpuestas.

 

Un hombre no se puede considerar como tal si sus actos están encaminados a apoderarse de los derechos de otras personas. Un hombre de verdad sabe que vivir en sociedad es perseguir el bien común, para todos y todas. Un hombre de verdad es capaz de gestionar sus deseos como cualquier persona civilizada. El problema no es el sexo al que perteneces, sino lo que has oído, visto o percibido a lo largo de tu infancia y adolescencia, con qué valores te han educado y dónde queda tu respeto hacia los demás.

 

 Los que solo pensaban en ellos mismos, han construido este mundo en el que el miedo nos fue asignado a nosotras, la debilidad o el sentimentalismo. Como si el supuesto acto de Eva al morder la manzana nos convirtiera en sujetos peligrosos a los que tenían que frenar los pies. Nada más lejos de la realidad. Ahora sabemos que no debemos nada, sino que nos deben, y mucho. Ya basta de seguir reprimiendo a las niñas con cómo deben comportarse, aislándolas cada vez más de los derechos que deberían compartir con sus compañeros. Basta de inculcarles el miedo, de hacerles sentir presas de una caza en la que el lobo no es más que un corderito inseguro y con complejos. Al contrario, enseñémosle a esos niños que no van a ser menos hombres por recibir un no, sino que su humanidad y su madurez está en cómo reaccionan a las negativas que irremediablemente se van a encontrar. Inculquemos que nuestra dignidad es nuestra e inapropiable, de cada uno y cada una, y que solo colectivamente podremos salvaguardarla.

 

No necesitamos más limitaciones, las barreras están en las mentes de otros.

 

Por Nerea Gracia Corredor (@Nerea_Gracia_ )

 

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