Nuestra vida siempre ha girado en torno a los demás, a los hombres. Cuestionadas por nuestro aspecto y menospreciadas en público no de manera sutil, pero sí pasando desapercibido por la profunda interiorización de la desigualdad de género.
La publicidad nunca ha estado de nuestro lado, es más, ha sido un factor candente de la estancación de esta visión machista de la realidad. Hemos sido muñecas de anuncios, marionetas del patriarcado que, pasadas las décadas, siguen siendo manipuladas y moldeadas a su gusto.
Desde los anuncios de la época de los años 50 y 60 hasta la actualidad de la publicidad de las discotecas, han pasado más de 50 años, pero parece que el tiempo no ha avanzado para la sociedad.
Anuncios misóginos que infravaloraban nuestra capacidad para conducir, con el eslogan “El Mini automático. Para la conducción fácil” y con una chica al volante, y también nuestra libertad como persona, como si fuéramos perros que necesitamos ser adiestrados por nuestro dueño: “Mantenla en su lugar…”.
Con la publicidad, los trabajos “femeninos” de la época también quedaban aún más estigmatizados por culpa de anuncios como este:
“La nueva Underwood 150 es la máquina de escribir diseñada para que tus manos luzcan siempre estupendas”. Oh, gracias. ¡Cómo voy a descuidar un segundo mi estética, si soy mujer, tengo que estar perfecta! Trabajos como el de secretaria, que queda manchado para siempre, porque hoy en día sigue siendo un “trabajo de mujeres”.
Anuncios que nos incitan a perder peso y a estar perfectas, pero obviamente sin descuidar nuestras tareas de casa para que el marido llegue de trabajar y lo vea todo reluciente. Maridos comprensivos que siguen siendo cariñosos cuando las esposas llegan a la “mediana edad”. Gracias por seguir queriéndonos, aunque no consigamos tener la piel y el cuerpo de una chica de 20 años cuando tenemos 50. No nos lo ponéis fácil.
Pero esta obsesión por el peso no se ha quedado atrás en el tiempo. Actualmente las discotecas juegan con nuestro cuerpo, nuestras medidas y nuestra ropa. Nos permiten entrar gratis a discotecas y utilizar nuestra imagen para promocionar sus locales, para atraer a hombres sedientos por consumirnos a nosotras, que somos el objeto de consumo. Ellos consumidores, nosotras el producto. Aunque según algunas personas no nos quejamos por entrar gratis a las discotecas, que nos aprovechamos de eso. Argumento comodín de machistas para toda discusión feminista.
No pagamos por entrar porque el producto somos nosotras, porque los jefes de turno se benefician económicamente de la cosificación de la mujer. Que quede claro. Y los carteles para promocionar las discotecas no ayudan a este cambio de mentalidad. Como los anuncios de los años 50 y 60, los actuales solo hacen que arraigar el machismo y evitar que el feminismo emprenda el vuelo. Sin ir más lejos, una discoteca de Barcelona ofrecía 100 euros a las chicas que entraran sin ropa interior al local. Es vergonzoso y repugnante.
¿Qué hemos mejorado de esa época en que los eslóganes nos incitaban a estar más bellas y a tener todo preparado para gustar al marido? Nada. Porque seguimos creyendo que la mujer es un producto y que se puede consumir cuando te venga en gana. Y no es así.
Necesitamos ser respetadas, como personas que somos, y no ser violentadas y acribilladas constantemente con anuncios que nos comen la cabeza y nos hacen sentir inferiores por no cumplir las expectativas de la sociedad. Necesitamos feminismo.
Por: Ariadna España (@Ariespaso )
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