Llegó el concierto de Maluma. Ese personaje que reproduce estereotipos sexistas, que cosifica sistemáticamente a las mujeres, que normaliza el machismo y llena de mensajes denigrantes cada uno de sus temas a ritmo de reggaeton. Otro bien distinto, aunque bajo la misma piel, es Juan Luis. El hombre que tiene un gran respeto hacia las mujeres por la influencia que ha recibido en la crianza de su madre y su hermana (siempre me ha divertido la coartada del supuesto matriarcado familiar en los machistas), según sus propias palabras. Un hombre familiar y sensible que tiene una relación sentimental con una mujer que, como no, entiende perfectamente su carrera.
Pero el pasado viernes a las 22.00 horas era Maluma el que llenaba el WiZink Center. El mismo que subió a su Instagram la fotografía del rodaje del videoclip Mala mía en la que podíamos verle como la viva imagen del macho que toda masculinidad hegemónica, sin deconstrucción ni renuncia alguna a privilegios, quisiera ser. Ese hombre que se mete a la cama y numerosos cuerpos desnudos femeninos perfectos (según la normatividad) le rodean, sin ninguna otra cosa que hacer o desear -eso les alejaría de ser un objeto- que estar ahí, formando parte de un cuadro en el que el centro es él: Maluma. Y a Maluma no se le puede exigir porque no existe, es una construcción hecha para vender y está muy alejada de ese chico criado por su madre y su hermana que no es machista y que respeta a su novia (por eso no la invita a formar parte del videoclip). Hay que aprender a separar la ficción de la realidad, ¿verdad? Esa es la técnica para lavar conciencias y seguir adelante sin remordimientos. Y en la ficción se pueden besar bocas de desconocidas en pleno concierto, abusando de la posición de poder que da ser el puto amo y llenar el WiZink Center. En la ficción se puede cantar “Estoy enamorado de 4 babys. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero” sin consecuencias legales ni culpas.
El problema es que la música es un potente instrumento para transmitir valores a las nuevas generaciones y el personaje de Maluma alimenta el caldo de cultivo en el que se gesta la violencia machista. Y la realidad es que esta violencia, lejos de ser una lacra (como a veces se nombra en manidos discursos políticos), está renovándose y legitimándose cada día por ideologías no tan casposas ni anticuadas y por hombres no tan mayores ni tradicionales. Para combatirla tenemos que saber a qué nos enfrentamos; y, entre otras cosas, nos enfrentamos a cantantes misóginos como el susodicho, que hacen letras violentas hacia las mujeres y después niegan ser machistas en sus declaraciones; cantantes que consiguen mover masas de adolescentes alienadas e inflar su ego y su billetera creyéndose que todo vale si se han convertido en un producto de éxito en la sociedad capitalista.
En una entrevista reciente, el compositor colombiano se defendía al pedirle que se dirigiera a aquellas personas que no quieran que sus hijos e hijas escuchen su música diciendo literalmente “si no quieren escucharme, no hay ninguna obligación”. Es un nuevo ejemplo de esa tendencia tan habitual de recurrir a la libertad de elección para defender lo indefendible; esa habilidad para desligarse de toda responsabilidad sobre la contribución que nuestra obra haga a la sociedad en la que vivimos.
También decía que invitaba a esas personas a invertir su tiempo en conocerle. Vamos, el colmo del egocentrismo… No creo que nadie tenga que esforzarse por conocer a la persona que hay detrás de un artista para denunciar que sus letras están atentando contra la dignidad de las mujeres.
¿No sería más sencillo y coherente que si no es machista y no quiere para su vida y para la de las mujeres que le rodean lo que muestran sus letras y videoclips, no lo vendiera? ¿Que no utilizara el altavoz que el éxito le brinda para contribuir a seguir reproduciendo estereotipos y asimetrías entre hombres y mujeres?
Me temo que Juan Luis tiene mucho más que ver con Maluma de lo que nos quiere hacer ver… que ambos son las dos caras del mismo machismo.
#MejorsolaqueconMaluma
Por Pilar Adán (@adan_mujer )
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