Últimamente se está hablando mucho en redes sobre prostitución y acerca de las repercusiones individuales de tomar una postura a favor o en contra. Antes de enfrentarnos a ese debate, debemos tener en cuenta que el feminismo critica directamente a la raíz del problema que es el sistema patriarcal el cual es el causante de la opresión política, social y económica de la vida de las mujeres a nivel mundial. Por esa razón, el análisis feminista debe ser global y no individual, ya que las mujeres somos porcentualmente la mitad de la población mundial y compartimos, en mayor o menor medida, básicamente los mismos problemas debido al patriarcado, las especificaciones variarán de acuerdo a otros factores sociales. Por tanto es necesario entender que las posturas a favor de la prostitución, que por lo general responden a ciertos lineamientos económicos, no tienen que ver con el movimiento feminista sino con el sistema económico en el cual vivimos, que es el capitalismo neoliberal y rige la mayoría de países del mundo. Esta visión económica hace que entendamos la vida de una manera particular, adjudicándole absolutamente a todo lo que existe un precio de compra: todo puede ser comprado incluso el acceso sexual al cuerpo de las mujeres. El patriarcado como sistema de opresión es anterior al capitalismo pero éste se ha adaptado muy bien al primero, ya que se complementan por tener ambos una estructura vertical de poder donde los más débiles son los más oprimidos y, bueno, ya sabemos quiénes son los opresores. La crítica que hace el feminismo a dichos sistemas es a la estructura que sustenta el abuso que vivimos como mujeres, esta nunca se dirige a las personas que ejercen la prostitución – más bien al el contrario- pone el foco en el sistema que mantiene estas formas de dominación.
El feminismo, desde su marco teórico, deja claro que hay que ir contra la autoridad patriarcal que adjudica a las mujeres la calidad de objeto, que se puede comerciar y poner en venta el acceso sexual a sus cuerpos; este absurdo se basa en que en los sistemas de opresión no hay una relación de igualdad entre el grupo de los oprimidos y los opresores y, por lo tanto, ante la ausencia de igualdad la libertad es un concepto utópico en sí mismo.
El hecho de que alguien pague por el acceso sexual al cuerpo de las mujeres, las coloca en desventaja, no es una relación de iguales, tampoco es un servicio ofrecer placer sexual a los hombres, porque este no es una necesidad, ni mucho menos un derecho, es y debe ser un intercambio entre iguales, si aparece el factor dinero entraría en juego la figura de opresión, porque se estaría ejerciendo el poder que el dinero da en esta sociedad patriarcal y neoliberal.
En ninguno de estos sistemas podemos hablar de libertad, por tanto quienes salgan a defender la idea de mujeres que libremente eligen prostituirse están promoviendo un discurso de desigualdad. Ni siquiera se puede justificar dicha afirmación con el hecho de que existe una minoría de personas que diga que lo eligen, el punto central de la crítica debe estar en centrado en aquel que repite los lineamientos del patriarcado, o sea, la persona que compra el acceso al cuerpo de las mujeres prostituidas. El foco del debate debe estar en los puteros, en los compradores que repiten el modelo de opresión y la institucionalidad como algo normal y natural, cuando no lo es. No es normal que ciertas personas se crean con derecho de acceder al cuerpo de las mujeres, no es normal que las mujeres se vean obligadas a venderse a sí mismas para buscar una salida económica debido a la desigualdad de oportunidades que sufren en todos los planos sociales, no es normal que el conjunto de la ciudadanía piense que la prostitución siempre existió y siempre existirá.
Muchas personas autodenominadas feministas han salido a defender el derecho de las mujeres de venderse, seamos críticas: las mujeres no son objetos a la venta, la prostitución no es un derecho y quien defienda esa idea no es feminista.
Debemos posicionarnos, como feministas, de parte de la igualdad con miras de construir una sociedad justa y equitativa. Debemos exigir que el patriarcado caiga y, junto con él, todos los sistemas que por consecuencia ponen a la mujer en una situación de desventaja frente a los hombres. El feminismo históricamente ha criticado, y lo continúa haciendo, los privilegios sociales que se le han otorgado a los hombres por el simple hecho de ser hombres, formando así todas las cadenas de poder que conocemos.
Tenemos que mantenernos críticas y unidas, por el bien de nosotras, por el bien de nuestras hermanas.
Por @larasalvatierra
Puedes ayudarnos con 1 euro al mes para pagar los gastos del mantenimiento web uniéndote a nuestro grupo de Teaming aquí: