Han pasado tres meses y no sabemos nada. Un juicio visto para sentencia desde el pasado mes de noviembre. El destino de los cinco acusados aún está por decidir. Sabíamos que el juicio a “la manada” iba a ser complicado, no solo por la transcendencia mediática del caso sino, también, por las exigencias feministas de que la víctima fuera respetada en todo momento; no era ella la persona a la que había de juzgar en sala, ni en el tribunal, ni en la calle. Esperamos una sentencia ejemplar para un caso de tal magnitud y, por ende, somos capaces de entender que redactar la resolución judicial pueda llevar más tiempo del estipulado legalmente.
Si bien es cierto que la Ley de Enjuiciamiento Criminal, norma encargada de regular el proceso penal, establece unos plazos breves para dictar sentencia; la carga excesiva de trabajo de los órganos judiciales en nuestro país tiene gran parte de culpa en que, a día de hoy, una resolución que se esperaba para el mes de enero aun no haya visto la luz en vísperas de la primavera. Y, en especial, este tribunal formado por dos magistrados y una magistrada, puede demorarse incluso hasta cerca de un año en dictar sentencia.
Recordemos que a los acusados se les juzga por la comisión de tres delitos: agresión sexual, robo con violencia y delito contra la intimidad por los que la Fiscalía y acusaciones solicitan penas de entre 22 y 25 años de prisión para cada uno de los miembros de la manada que se han sentado en el banquillo. Por su parte, como era de esperar, la defensa pidió la absolución argumentando que no había quedado probado que sus defendidos cometieran los citados hechos.
No esperamos una sentencia breve. Una resolución de tales características tiene que estar suficientemente bien argumentada, por lo que podemos encontrarnos con una sentencia de unas 40 páginas. Es probable que nos encontremos con el voto particular de algunx de lxs magistradxs, lo que ocurre cuando alguno de lxs miembrxs del tribunal diside de la postura del resto. Para el caso de que se diera esta situación, los plazos se dilatarían más.
Soy jurista, mujer y tengo el feminismo como forma de vida. Por eso no consigo entender como el gobierno de nuestro país sigue sin dotar, al poder judicial, de los medios adecuados para poder impartir justicia de la manera que los ciudadanos y ciudadanas nos merecemos. La víctima de este caso no necesita juicios mediáticos, de esos nos sobran. Necesitamos que la justicia entienda que necesita del feminismo para progresar y no anclarse en un pasado tan vergonzoso, para lxs que formamos parte del sistema judicial, como aquel “¿cerró usted bien las piernas?”. No queremos más muestras de que el patriarcado vive en los juzgados. Y por eso, yo saldré a la calle el 8 de marzo. No vamos a permitir que se siga intentando culpabilizar a una mujer víctima de cualquier tipo de violencia de género incluso por continuar con su vida. Sí, sabéis a lo que me refiero. Que un profesional de la justicia utilice semejante argumento para desacreditar el testimonio de una mujer denota que puede ser cualquier cosa menos un profesional. Aquello dolió, y no perdonamos semejantes actitudes.
Nosotras no olvidamos. No nos olvidamos de que en noviembre salimos a las calles, en manada, para demostrar que estamos con todas las mujeres víctimas de la violencia de género. Porque violencia de género no son solo los golpes, es mucho más. Porque no estáis solas. Porque os creemos.
El 8 de marzo volvemos. Volvemos a juntarnos en las calles y plazas de todos los rincones de España y del resto del planeta. Porque el feminismo va en serio. El próximo día 8 volveremos a ser un solo grito para darle voz a las que ya no están, porque nos las han arrebatado. Saldremos juntas y fuertes, para erradicar el machismo de nuestras vidas y de nuestras instituciones.
Por ti, por nosotras, por ellas. El 8 de marzo #YoParo.
Por Ana L. Moreno (@anizmoreno_)
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