En los pasados días, se presentó en Galicia la campaña institucional de la Xunta para este 25 de noviembre. En su cartel, tres mujeres de distintas generaciones aparecen posando con actitud épica entre algunos de los monumentos más destacados de la región, como la Catedral de Santiago de Compostela o la Muralla de Lugo. El lema que acompaña a la imagen es el de “O máis grande de Galicia non se maltrata”, que, en castellano, sería “Lo más grande de Galicia no se maltrata”.
El que nos ocupa es un ejemplo perfecto de cómo una campaña que, supuestamente, pretende concienciar contra la violencia de género, lo hace recurriendo a estereotipos machistas empleando, para más inri, un tono paternalista y condescendiente. Y digo supuestamente porque es bastante obvio que tanto la institución como las personas que han puesto en marcha este despropósito no tienen conciencia ni compromiso real con el problema de la violencia machista. Más bien parecen actuar movidas por la intención de “cumplir” con una cita anual cuyo significado e importancia no alcanzan a comprender. Claro que tampoco es que pretendan hacerlo.
En primer lugar, las mujeres del cartel aparecen cosificadas al establecerse una analogía entre ellas y los monumentos junto a los que posan. Son patrimonio de la región y ese es el motivo por el que se las protege. El hecho de que sean personas no es razón suficiente. Del mismo modo, el lema con su “no se maltrata”, subraya esta idea negándoles la categoría de sujetos.
Por otro lado, una vez más es nuestra capacidad reproductiva la que aparece como único elemento a tener en cuenta para condenar las agresiones machistas. No es casual que la representación en el cartel sea intergeneracional: la abuela, la madre y la hija. Se han ganado su derecho a no sufrir violencia gracias a sus vínculos familiares con los hombres y a que han cumplido con su cometido como hembras, no por ser seres humanos con derecho a una vida digna. Así, esa grandeza sobre la que reza el eslogan está claramente vinculada al papel de cuidadoras abnegadas que el propio patriarcado nos ha asignado. Y eso es lo único que nos hace merecedoras de no sufrir una paliza.
La campaña que ha lanzado la Xunta de Galicia es mucho más que una estrategia desafortunada: lejos de acercarse al objetivo que supuestamente persigue, contribuye a alimentar el machismo, no solo porque reproduce algunos de sus preceptos, sino también y, sobre todo, porque desvía la atención del origen del problema al no hacer la más mínima referencia a las causas ni a los culpables. Porque si no se dirige toda la atención a los motivos reales, si no se contempla el carácter estructural del machismo y no se identifican y condenan los modos en los que se reproduce, jamás se dará con la solución para erradicarlo. Claro que es probable que, en realidad, no haya ninguna intención de hacerlo.
Matilda Florrick
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Totalmente de acuerdo. El articulo da en la diana de pleno.