¿Es que no pensáis hacer nada?
Esta pregunta nunca debería venir seguida de algo que no sea una revolución, un cambio, un punto en la historia. Como lo fue en aquella noche de los disturbios de Stonewall. A raíz de esas palabras pasaron muchas cosas que nos llevan a donde estamos ahora en lo que a derechos LGB nos referimos. Y fue una mujer, lesbiana y mestiza, quien planto cara a la policía.
Hoy, las mujeres lesbianas, bisexuales y hetero plantamos cara en nuestro día a día de muchas maneras. Tenemos muchos frentes abiertos bajo el paraguas que usamos como escudo para defendernos de lo que supone la “identidad de género”.
Ayer vi la polémica que se generó a raíz de una publicación en la red social Instagram que ha realizado una conocida marca de vestidos de novia. Se trata de una marca de vestidos de novia y para invitadas y en sus redes publican en su mayoría a mujeres, por muy raro que parezca (nótese la ironía). La llamada polémica ha surgido cuando deciden que en esta publicación aparezcan Andrea y Mireia, dos mujeres, a punto de besarse en uno de los días, que espero haya sido, de los más bonitos de sus vidas. En mi opinión, las fotografías son simplemente preciosas. Unas fotografías que transmiten el amor de una pareja, de dos personas, de dos mujeres.
Una oleada de comentarios negativos y unos 12.000 unfollows a raíz de UNA PUBLICACION DE MUJERES. De mujeres que se aman, de mujeres lesbianas. ¿Es esto ahora un problema? ¿Es que no pensamos hacer nada? También ha habido lugar para la celebración del amor y son miles los comentarios positivos y las veces que la publicación se está compartiendo por redes sociales; incluso acompañada de la bandera labrys. Y de lo que no tengo dudas es de que quienes se han dedicado a hacer unfollow a una marca de vestidos nupciales son de los que hacen que la categoría “lesbianas” siga de las primeras en las páginas de pornografía. Las mujeres molestan, cuando no interesan.
Las mujeres lo tenemos siempre más complicado. Tenemos más obstáculos. Lo hemos tenido más difícil a la hora de estudiar, de encontrar trabajo, de tener buenos trabajos. Lo tenemos más complicado si queremos conciliar. Si queremos expresar nuestras opiniones. Y a la hora de vivir nuestra sexualidad también lo hemos tenido, y lo seguimos teniendo más complicado.
El movimiento LGB (sin el resto de letras del abecedario y +) tiene a sus espaldas una historia de discriminación. Incluso a día de hoy en muchas partes remotas y no tan remotas del mundo siguen sufriendo episodios violentos de acoso. Quizás, lo que no imaginaban era que desde ese propio movimiento LGB+ encontrasen esa discriminación al no seguir ciertos dogmas y no encajar en los cánones exigidos. Las mujeres lesbianas se sienten amenazadas en su propio espacio cuando se las tachas de tránsfobas por no querer estar con hombres. Y esto sí es lesbofobia.
Al ver las fotos de Andrea y Mireia y el odio, misoginia y homofobia que se ha vertido y que nos han demostrado, nuevamente, lo mucho que queda por hacer; solo podía pensar en las niñas de hoy que son las mujeres del mañana. ¿Cómo están creciendo? No podemos decirles a las niñas que ser libre y expresarlo está mal. No está bien educar en estereotipos que se traducen en decirle a una adolescente que lo que está pasando no es que le gustan las personas de su mismo sexo, sino que está en un cuerpo equivocado. No podemos quitarle un balón y darle una muñeca. No es para ellas el rosa antes que el verde o el azul.
El momento de hacer cosas sigue siendo ahora. Y ojalá que no hacer nada no nos haga arrepentirnos. Se lo debemos a mujeres como Stormé DeLarverie, a nuestra Gloria Fuertes, a Andrea y Mireia que son el reflejo de muchas, a las niñas de ahora. Y sobre todo, nos lo debemos a todas y cada una de nosotras.
Por Ana M (@anizmoreno_)
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