Está de moda. Se habla de ello constantemente. La nueva alternativa para poder ser padres ha dejado de llamarse “vientre de alquiler” para conocerse con el aséptico eufemismo de “gestación subrogada”, y en toda esta vorágine de datos, artículos y comentarios suscitados, la única voz que no se escucha, la silenciada, es la del propio bebé a quién parece que nadie tenga en cuenta. Somos ciertas asociaciones, pediatras, psicólogos, psiquiatras, matronas etc. quienes nos vemos obligados a tomar parte por ellos, los más indefensos, esos bebés que no son engendrados con amor precisamente y que al salir al mundo se encuentran separados de su madre biológica por un trauma solo superado, según los expertos, por el que supondría que su madre muriera en el parto.
El problema es que partimos de una concepción errónea en la que se separa la gestación de maternidad, perdiendo en ello el sentido psico – biológico de la crianza respetuosa del bebé. La gestación establece un vínculo entre la gestante y el feto que se prolonga más allá del embarazo. Los cuidados perinatales son fundamentales para su desarrollo y eso es algo que no puede subrogarse. La lactancia materna, el contacto piel con piel de la madre, con los sonidos de su corazón o de su voz, con su olor, lo que llamamos crianza al fin y al cabo, es algo de lo que se priva al bebé al separarlo de su madre. Esa separación es una forma de violencia obstétrica que se antepone al bienestar del neonato.
Herida primal
Muchos niños que sufren estas separaciones traumáticas de la madre son propensos a sufrir trastornos del vínculo o alteraciones graves de la conducta en la infancia.
Según el neonatólogo Nils Bergman “lo peor que le pude pasar a un niño es que lo separen de su madre”. La construcción de la psique comienza en el mismo embarazo con el vínculo prenatal y su desarrollo emocional está condicionado por el estado emocional de la madre durante la gestación. Innumerables estudios confirman que la vida intrauterina deja una huella que durará de por vida y que en muchos aspectos condiciona la salud física y emocional. El mismo momento del parto ya se queda grabado en la psique y en el cuerpo. Todos los mecanismos neurohormonales hacen que los bebés esperen encontrarse con su madre; reconocerla, olerla, mirarla, iniciar la lactancia. Además, en estos casos, habitualmente se programa el parto o la cesárea para que estén presentes los padres que han contratado la gestación con lo cual el bebé no puede beneficiarse siquiera de un parto espontáneo.
Según la psiquiatra pediátrica Ibone Olza “la maternidad es una sucesión de hechos que ocurren de forma simbiótica entre dos seres: madre (concibe, gesta, alumbra, amamanta) e hijo (concebido, gestado, parido, amamantado). Hay una continuidad fisiológica, emocional, y psíquica que no puede proporcionarle otra persona”.
La Asociación Española de Boética y Ética Médica ha analizado en profundidad este hecho desde varias perspectivas; biomedicina, ética, derecho y economía y en ninguno de estos casos ha dictaminado a favor de los vientres de alquiler.
«Las necesidades básicas fisiológicas de un bebé recién nacido pueden resumirse en una sola frase: Un bebé recién nacido necesita a su madre» Michel Odent.
Desde el punto de vista del recién nacido la subrogación no solo es una agresión injustificable éticamente, además, es previsible que algunos de estos bebés puedan sufrir secuelas psíquicas y dificultades para crear vínculos afectivos. La memoria corporal no se puede borrar, las sensaciones del embarazo, el amor que, posiblemente, no sintió en el vientre, los sentimientos de abandono y la ausencia de esa madre que le gestó perdurará de por vida.
Por @ninapenyap
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