Dicen expertas psicólogas, que si observamos profundamente a los hombres que nos rodean nos podemos percatar de, lo que yo llamo, bipolarismo patriarcal masculino. Cuando están con nosotras, en el trabajo, la Universidad, o tomando un café, se comportan como hombres con sus cosas, pero como hombres. Sin embargo cuando aparece su grupo de colegas, se transforman. EL chico encantador que hace dos minutos nos contaba que le encanta cocinar, de repente sufre una metamorfosis inexplicable. Como si se quitar un envoltorio sale de ese cuerpo un macho muy macho que tiene que demostrar al resto lo macho que es.
Aparecen las risotadas, los puñetazos a modo de saludo, las miradas lujuriosas a cualquier chica con minifalda que pase por su lado… Hay a quien le cambia hasta el tono de voz.
En el caso de los violadores de San Fermín, se ve claramente cómo actúan en grupo, no solo en la violación en sí, sino en los mensajes que compartían en sus grupos de hombres.
Ese mandato social que une violencia a masculinidad, no viene de la Justicia, sino de un sistema que se beneficia del sometimiento de las mujeres y al que no le interesa que la oprimida sea consciente de su propio sometimiento, no vaya a ser que se rebele y el sistema se vea con el problema de perder los beneficios que proporciona esa sumisión.
Un nuevo lubricante está engrasando los engranajes de este sistema. No nos van a quemar porque sería demasiado evidente, pero estamos ante una nueva caza de brujas, esta vez las hogueras no llevan fuego.
Desde el éxito del 8M donde el movimiento feminista español se convirtió en un ejemplo para feministas del resto del mundo han pasado algunas cosas cuyos cómplices son, sin lugar a dudas, los medios de comunicación.
Tratantes de criaturas y explotadores de madres, maltratadores (Juana Rivas), puteros, mujeres que aseguran que la prostitución es la mejor profesión del mundo, pornógrafos acusados de trata con fines de explotación sexual, copan pantallas y emisoras como rockstars presentando su último trabajo.
Se ha difundido la imagen de una víctima que debería ser protegida y nadie ha tomado medidas al respecto y tras una sentencia insultante, ponen en libertad a cinco violadores tras pagar 6000 ridículos euros alegando que ya los conocemos y nos podremos cuidar de que nos violen.
Todo esto es consecuencia de un sistema jerarquizado con dos estamentos muy claro: opresores y oprimidas; privilegiados y sumisas. Para mantenerlo utiliza varias estrategias:
— Los hombres no tienen culpa de nada, son machos, la violencia la llevan en los genes. Tú los educas, los provocas, los excitas. Ellos solo responden como machos que son.
— Tú, mujer eres libre de ser prostituida, madre explotada.
— El porno es ficción, todo el mundo lo sabe
— Lo que te pasa es tu responsabilidad, si te pasa algo malo, eres culpable de no evitarlo.
La justicia forma parte de este sistema y juega un importante papel en su perpetuación, pero debemos entender que cambiando leyes no vamos a solucionar el problema cuya raíz es social. Si no empezamos a cambiar las relaciones entre hombres y mujeres, prohibir todas las actividades que mercantilicen nuestros cuerpos, cambiar la imagen que se da de las mujeres en el cine, la televisión, la música, la publicidad…, y educamos en igualdad desde la cuna aboliendo los roles de género, no habrá ley que valga, y seguirán juzgando hombres que ven una violación como una juerga y juezas que no duden en dejar libres a cinco violadores condenados.
El sistema patriarcal tiene los tentáculos muy largos y muchos intereses económicos en juego. Hay que derribar todos su pilares alcanzando puestos de poder y trabajando a pie de calle, en las trincheras para dinamitarlo y resurgir desde las cenizas como sujetas de pleno derecho. Ni buenas, ni malas, ni putas, ni madres, ni sumisas; Seres humanas.
Por Inma Guillem @SAGATXU
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