Mujer, con estudios y con una edad comprendida entre16 y 30 años. Con un smartphone que le proporciona acceso a Internet en cualquier momento. Este es el perfil del 60% de lxs usuarixs de Instagram en el año 2017. Y subiendo. Lo cierto es que la red social está ganando adeptxs entre los usuarios de redes sociales de nuestro país y ya es la tercera red más presente. ¿Y para qué usamos las mujeres esta red? Según el estudio de IAB Spain, el 24% lo hacemos para seguir influencers.
Las mujeres usuarias de Instagram representan el 49% de sus seguidores frente a al 40% de los hombres. Quizás sea Instagram una red dirigida esencialmente a nosotras por el contenido que en ella se muestra, o quizás no.
Dicho contenido es de fácil acceso para lxs adolescentes, que ahora en el patio del instituto o en los descansos de la biblioteca utilizan el móvil para desconectar del mundo real y penetrar en el virtual. Nuestrxs jóvenes navegan por una red social que censura el cuerpo de la mujer si considera que la imagen es ofensiva; véase la polémica que suscita la eliminación de fotos de una mujer desnuda o simplemente pixelar un pezón, si este es de mujer, claro.
La sexualización del cuerpo de la mujer no conoce límites. Sin embargo, lo tildan de arte cuando ciertos intereses entran en juego, y así es como vivimos las mujeres. Estamos subordinadas a lo que otros decidan qué es correcto para nosotras, suspendidas en la cuerda floja cuando tomamos decisiones que van a ser cuestionadas por el género masculino (sin pedir su omnipresente opinión). Hablamos de la decisión de subir una foto a Instagram, de pedir una copa en un bar, de dar el pecho a nuestros hijxs, de mostrar nuestros cuerpos… Ay, nuestros cuerpos. Aun tenemos que explicar a mucha gente que un cuerpo no es algo sobre lo que opinar, un cuerpo es un medio magnífico de expresión ¡que más da la forma que tenga o cuantos lunares!, transmite emociones y nos permite experimentar y para eso, señores, no hay normas que valgan.
Foto de ian dooley en Unsplash
Pero no, sentimos deciros que la forma y el tamaño de nuestros cuerpos importa y mucho, ¿no? O al menos eso es lo que quieren hacernos creer. Estereotipos de belleza y capitalismo: otra vez nos enfrentamos a vosotros… Las más jóvenes, ese porcentaje de mujeres y niñas de entre 16 y 30 años que están en riesgo de verse influidas por las ideas de normatividad corporal que la sociedad, a través de redes como Instagram, nos impone no son inmunes a estos… Les bombardean constantemente a través de las publicaciones, los stories y los innumerables retos que se han propagado por medio de la citada herramienta.
¿Os acordáis, por ejemplo, del reto del #CollarboneChallenge? El reto que llenó Instagram de imágenes en las que mujeres sostenían una fila de monedas en su clavícula como muestra de su delgadez. Puede sonar ridículo y descabellado que algo así sirva para catalogar a una persona de delgada o gorda. Puede parecer inofensivo también pero no, cuando algo así se hace tan viral que lleva a que las chicas más jóvenes se obsesionen con ello.
#Thinspirational es otro de los hashtags que se llevan usando desde hace bastantes años. Fotografías para inspirarte mientras te esfuerzas por estar delgada, por llegar a unos estándares irreales. Siguiendo esta línea muchas mujeres conseguirán tener una relación tóxica con la comida, obteniendo desórdenes alimenticios y una visión distorsionada de nosotras mismas.
Cuando pensábamos que lo habíamos visto todo y que nada más podía sorprendernos llegó el verano, y con él apareció un nuevo reto… #Hotdoglegs. El cual consistía en hacerle una foto a las piernas y demostrar que eran tan finas como dos salchichas.
En esta ocasión no sentimos llevaros la contraria, porque ni sostener unas monedas en tu clavícula ni que tu cintura tenga la misma anchura que un folio din A4 van a hacer que estés más a gusto con tu cuerpo y te quieras más, que es lo único que debe de importar. Todos estos retos son absurdos, y no vamos a estar a merced de una estúpida prueba que nos diga si somos válidas para poder mostrar nuestro cuerpo o no.
El sesgo de la sociedad es tan grande que las marcas femeninas que “se asoman” a esta realidad son definidas por los medios como innovadoras, sino fijémonos en la nueva campaña de Oysho. La marca de lencería de Inditex decidió lanzar un catálogo de mujeres “reales”, mujeres de talla L.
Imagen de la última campaña de la marca Oysho.
La campaña muestra a una mujer de piel blanca, con pelo castaño, sin estrías, ni celulitis. ¿Es acaso noticia que una marca lance un catálogo con mujeres que tallan una L?
La marca Dove con su campaña “Mujeres Reales” fue la precursora de una nueva visión. Allá por 2010 fue la primera que se atrevió a modificar el estereotipo de la mujer en la industria. Ocho años más tarde, esperamos más.
El concepto de “Mujer real” se ha encasillado, incluso, blanqueado en ciertos momentos. Hoy las mujeres reales aparecen como mujeres “con curvas”. No mujeres delgadas, no mujeres gordas. ¿Quién sigue diciéndonos lo que es o no real? ¿Quién valida nuestros cuerpos? Por mucho que hayamos evolucionado, la industria no se atreve a exponer la verdadera realidad de las mujeres.
Hablamos de cuerpos válidos, pero encontramos imágenes de estrías y pelo en mujeres que bien podrían ser Ángeles de Victoria’s Secret. ¿Existe un verdadero discurso interiorizado que acepte los cuerpos válidos o solo aceptamos los cuerpos que nos parecen cómodos?
“Mujeres reales, mujeres de verdad, con curvas”. O no. Mi cuerpo es válido, es útil y es importante.
Incapaces de contar las veces que hemos tenido que escuchar frases como estas. Da igual que estés flaca, con más kilos de lo estipulado socialmente, seas alta o baja, rubia o morena que siempre va a parecer alguien para darte un consejo. “Deberías comer más, que estás muy flaca” o “si hicieras algo de deporte y te pusieras a dieta estarías mejor”. Los hay para todos los gustos para ser mujeres de verdad… Lo que no saben es que mujeres de verdad somos todas.
Se nos califica de reales, como si hubiera mujeres que no lo son. Si hay mujeres reales ¿cómo se califica a las que no lo son (somos)? ¿Su organismo funciona mediante corriente eléctrica? Ojalá, a veces, tuviéramos la opción de no ser mujeres reales y ponernos en modo “ahorro energía” cada vez que tenemos que escuchar una opinión sobre nuestro cuerpo, aspecto o sobre la ropa que elegimos y sonreír de manera complaciente. Demonizar la delgadez no es la opción correcta para romper con los estereotipos y todo lo que conllevan, hay muchos medios para acabar con esto.
Intentar solucionar un problema creando otro no es la manera adecuada, debemos reafirmarnos, empoderarnos y querernos. Y es imposible alcanzar un empoderamiento femenino y una autoestima plena si no pasamos por el proceso de aceptar nuestros cuerpos, sean como sean. Quered vuestros cuerpos. Queredlos. Porque demostrar que estamos por encima de cualquier normatividad corporal es una batalla ganada contra el patriarcado. Porque todas somos mujeres, mujeres de verdad.
“La ideología de la belleza, es el último baluarte de las viejas ideologías femeninas, y tiene el poder de controlar a mujeres que, de otra manera, se hubieran hecho incontrolables.” Naomi Wolf.
Por Marta Llagas @martallagass y Ana L. Moreno @anizmoreno_