Ana, nombre ficticio, busca trabajo para compaginar con sus estudios.
En una app encuentra una demanda de azafata de acompañamiento y eventos víps. Decide pedir información y ante su sorpresa recibe un correo donde le explican que debía atender sexualmente a hombres casados, que buscaban privacidad y discreción, en un piso de Valencia. Le ofrecían un mínimo de 500 euros semanales.
Ana denunció a la policía, pero el anuncio no incumple la legalidad por no inducir a la prostitución a una menor, ni coaccionar. También denunció a la plataforma, por no hacer una criba. La respuesta fue :
“Se publican miles de anuncios al día y no moderamos estos previamente a que se publiquen». Le aseguraron que su app era un tablón de anuncio y la responsabilidad era de la persona anunciante.
Erika vio una oferta de recepcionista, que en realidad ocultaba una oferta de prostitución. Erika denunció en RRSS para advertir a otras chicas que pudieran estar buscando empleo. En el anuncio se especificaba que el contacto era por WhatsApp. En la aplicación JobToday una joven pidió información sobre un trabajo de camarera que en realidad era la tapadera de un centro de masajes eróticos. La joven empezó a sospechar cuando le preguntaron sobre su físico y decidió hacer capturas de la conversación para denunciarlo también en RRSS.
Internet se ha convertido en el medio ideal para tapar ofertas de prostitución y captar a chicas jóvenes utilizando promesas de ganar dinero rápido. Estas ofertas van dirigidas sobretodo a estudiantes que disponen de poco tiempo. Por eso estos soportes virtuales son un medio ideal para la captación, por su accesibilidad y porque la mayoría de usuarios y usuarias son jóvenes. También pueden ser víctimas de estas falsas ofertas personas que pueden estar muy necesitadas y sufrir un estado de vulnerabilidad que les empuje a acabar aceptando la oferta, a pesar de no querer prostituirse.
La prostitución nos afecta a todas las mujeres, y esta es un prueba irrefutable que cualquier mujer puede ser susceptible de caer en las garras de una institución clave para mantener el patriarcado y la desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo.
Las consecuencias de estas falsas ofertas de empleo pueden ser muy graves. Muchas migrantes son captadas por ofertas similares y acaban siendo tratadas por redes de proxenetas y secuestradas para devolver un dinero que supuestamente se han gastado sus captores en ella.
Otra cuestión importante es el acoso sexual en el trabajo. Alrededor de 2500 mujeres, según Inspección de Trabajo han sido víctimas de acoso sexual laboral entre 2008 y 2015, casi una diaria. En algunas empresas los Planes de Igualdad activan protocolos de acoso sexual, pero pocas empresas los aplican. Realmente se negocian por cumplir la legalidad pero acaban siendo papel mojado.
Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de la UGT, ha alertado de que el acoso sexual laboral está «muy invisibilizado», más que la violencia machista, y ha añadido que las víctimas «tienen muchas dificultades» para denunciarlo en el ámbito laboral y judicial. El sindicato ha exigido que se realicen estadísticas oficiales y que el Estado legisle para acabar con esta lacra.
El miedo, el silencio y la vergüenza hacen que las mujeres no denunciemos estos casos de ofertas de trabajo tapaderas de prostitución y de delitos de acoso sexual en el trabajo. Hay que exigir un protocolo para poder denunciar al organismo pertinente y que este protocolo se activará automáticamente para condenar a los anunciantes y averiguar que es lo que realmente hay detrás de estas falsas ofertas. Pero sobretodo visibilizarlo para evitar que mujeres acaben víctimas de trata o despedidas de sus trabajos por no acceder a ser “amables” con sus superiores.
Denunciadlo siempre. Hacedlo público. A falta de medidas efectivas, la sororidad es el mejor camino para protegernos de estas situaciones.
Fuentes:
Por Inma Guillem @SAGATXU
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