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Salvador Sostres, síntoma incorregible

“Pero cuando llega en cambio el verano, todas saben lo que hacer. Y lo que muestran es lo que muestran. “Yo quiero que me valoren por mi inteligencia”, dice la chica que no ha escrito nunca ningún libro y toma el sol en tetas. Una mujer es su cuerpo.” (El Mundo, agosto de 20101).

“Nunca se habla del respeto que ellas (las mujeres) nos deben a nosotros. Un respeto que se basa en preceptos elementales tantas veces olvidados. Uno de ellos, el más fundamental, es que vistan ropa interior conjuntada. Nosotros les abriremos la puerta, les cederemos el paso y pagaremos la cuenta del restaurante” (El Mundo, noviembre de 20102).

“¿Sabes, la auténtica cosa esta casi virginal, que aún no huelen a ácido úrico, que están limpias? Que tiene olor a santidad, sabes, que parecen lionesas de crema, dulces, de primer rasurado, que aún no pican” (Alto y claro, antiguo programa de Telemadrid, noviembre de 2010 durante una pausa publicitaria3).

“Un chico normal de 21 años que está enamorado de su novia embarazada, es normal que pierda el corazón y la cabeza, si un día llega a su casa y su chica le dice que le va a dejar y que además el bebé que espera no es suyo” (El Mundo, abril de 2011, a raíz del asesinato machista de una mujer embarazada4).

Acoso Sexual, Periodista, Machismo

Salvador Sostres durante el programa ¿Cómo lo ves? de TVE vía Público

Parecería lógico que, en un país desarrollado, con un compromiso tenaz con la igualdad de género y los derechos humanos, una persona que hubiera realizado estas declaraciones claramente misóginas -y cercanas a la pedofilia- fuera repudiada por los medios de comunicación. Que fuera vetada de ellos para evitar que siguiera difundiendo comentarios que vulneran los derechos de las mujeres. Que se hiciera gala de la responsabilidad e influencia social que el periodismo posee y que todas las ciudadanas merecemos.

Me gustaría decir que ha sido así, regocijarme diciendo que a este sujeto llamado Salvador Sostres no se le ha vuelto a permitir opinar sobre nosotras ni sobre la violencia de género. Pero no puedo, la realidad no me deja: el pasado sábado, este “periodista” era invitado para debatir sobre el acoso sexual en Televisión Española, principal canal público de nuestro país. El programa “¿Cómo lo ves?”, presentado por Carlos Herrera -quien en el pasado ya le había reído las gracias a Sostres5– , consideró que el juicio que pudiera tener este u otros grandes defensores del empoderamiento de la mujer, como Santiago Segura, sobre este tema era más valioso que el de una experta en igualdad o violencia de género. Una eminencia que brillaba por su ausencia y que era esperable en el tratamiento de un problema que según la ONU afecta a, aproximadamente, la mitad de las mujeres europeas6.

¿El resultado de esta decisión? «Es una ley (la de Violencia de Género) determinista que acusa al hombre por el mero hecho de serlo, es una ley impresentable, es fascismo»; «Hay que animar a todo el mundo a no decir mentiras, porque esto ha sucedido. Hay gente que utiliza acusaciones falsas para sacar ventaja en diferentes situaciones como una separación”; «Si una mujer no se siente cómoda porque un hombre le dice una frase, una palabra o porque le toca el hombro, rápidamente tiene que decirlo. Lo que no puede ser es que un hombre, porque diga una palabra, sea un acosador o un abusador”. Y así, en dos horas de programa, se ha faltado al respeto impunemente a las maltratadas, a las acosadas y a todas las que intentamos defender los derechos de las mujeres.
Esto no es un error, ni un despiste. Es que una televisión pública, que debería apostar por la educación y la promoción de una sociedad más igualitaria prefiere ganar audiencia, sabiendo que la presencia de esta persona crearía una gran polémica. Por eso, vendieron el machismo más reaccionario e irracional como “políticamente incorrecto”, como antisistema, cuando lo único que hicieron fue repetir los argumentos que el imaginario hegemónico patriarcal lleva inculcando décadas. Promocionaron como controvertida una realidad que no debería crear ningún debate -no se puede negar que las mujeres recibimos un acoso sexual sistemático- y legitimaron el machismo como una postura válida. Sí, a costa de la dignidad de las mujeres. Sí, perpetuando una cultura que nos maltrata y luego nos culpabiliza. Sí, vulnerando lo recogido en su Estatuto de Información, en el cual se compromete a promover “el conocimiento y difusión de los principios constitucionales y los valores de igualdad, libertad, pluralismo y tolerancia”7.

Pero este incidente no es más que el ejemplo más reciente de la irresponsabilidad que muchos medios de comunicación -no solo públicos, no solo audiovisuales- demuestran en la cobertura de temas o noticias relacionadas con la violencia hacia la mujer en cualquiera de sus formas. Con el caso Juana Rivas o la violación en grupo de “la manada” pudimos ver cómo los que debían ser altavoces de injusticias y reivindicadores de derechos daban voz a quienes no deberían tenerla: los maltratadores, los que convierten en culpables a las víctimas y a periodistas que se escudan en una supuesta equidistancia que solo fomenta que estas situaciones se sigan normalizando, a pesar de que una parte de su audiencia les pida lo contrario.

Aún peor. A pesar de que legalmente están obligados a defender de forma especial los derechos de las víctimas. Porque, aunque a nadie parezca importarle, el artículo 14 de la Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género lo recoge8. No es un consejo, no es una norma ética y difusa: es una obligación legal que se obvia de forma sistemática y sin ningún tipo de consecuencia.

Lo que sea por vender, por engordar una audiencia, porque nuestro programa llene titulares. Porque, aunque sea triste, comunicar machismo en España sale gratis.

Princesa No Normativa (@noprinceneeded)

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