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¿Por qué ellos prefieren hablar de mujeres?

La respuesta fácil, rápida y sin reflexión estaría en la línea de «porque pueden» y «por oportunismo».

Esta preferencia consiste en hablar de «derechos», «libertades» y «problemáticas» que tienen o no las mujeres. Señalan que en la mayoría de países occidentales se considera que hay igualdad de «género». Claro que no apuntan que es por cuestiones más de percepción en tanto a legalidades y no a hechos y a realidades sociales.

En internet y en medios televisivos vemos como temas relacionados con la mujer en su mayoría, si no totalidad, están encabezados y tratados por varones.

Encontramos Simposios, tertulias, youtubers, etcétera, que crean contenido sobre: «El rol de la mujer», «Libertad de la mujer», «Decisiones de llevar atuendos tradicionales y culturales con connotación religiosa», «Estar a favor de la legalización de la prostitución en base a la voluntariedad y también de los vientres de alquiler», «Si el aborto es cuestión únicamente de la mujer o si se le ha de permitir o no», «La violencia de género –violencia machista en la pareja– y de crear perfiles de dichas víctimas e indicarles cómo han de actuar o no», y un largo repertorio orientado a la apariencia y otras decisiones.

¿Por qué proliferan tanto estas cuestiones?

Los temas relacionados con las mujeres, sus derechos, las opresiones y creencias sociales, es el feminismo quien los pone sobre la mesa. No los expone para polemizar. Lo plantea a partir de análisis políticos, sociológicos, psicosociales, profundos y de los porqués se han producido y a fecha de hoy se siguen sucediendo.

En la actualidad, por la enorme velocidad y alcance de las nuevas tecnologías, se produce un exceso de información de todo tipo. Eso, sumado a otras variables, complica el contrastar, analizar y separa prejuicios, manipulaciones y falacias de la realidad material.

El sistema promociona y destaca aquellos discursos que lo refuerzan y un elemento indispensable es el «feminismo liberal». El «movimiento social y político» al estar en línea liberal se convierte en una moda a seguir.

A nivel mundial predomina la tónica machista, sexista y androcentrista. Esto otorga mayor credibilidad y alcance a los varones. Aquellos hombres que entran en el juego de hablar de mujeres, se encargan de vaciar de contenido, razón de ser y despoja de sujeto político la lucha feminista. Lo que pretenden con estas cuestiones es mostrar una libre elección de las mujeres que, en realidad, no existen en países occidentales ni orientales. Todo ello forma parte de la estrategia que tapa la realidad que incide en poner la colaboración social y el cuerpo de las mujeres a disposición de los hombres y del capital.

Ellos, quienes prefieren hablar de mujeres, se convierten en las voces con mayor repercusión y los grandes promotores del engaño y la falsedad. Se le suman señores que pretenden dar significado a la alianza y simpatía hacia las féminas que combaten contra toda opresión hacia las mujeres, pero en algún momento deciden dar más credibilidad y fuerza a ciertos rasgos machistas y sexistas.

No voy a polemizar sobre ello y sí dar un giro al tema y facilitar otra perspectiva. Por esa razón, lo esencial es cambiar la pregunta.

¿Por qué ellos no hablan de los hombres y el machismo interiorizado?

En 1991, el psicoterapeuta Luis Bonino Méndez saca a la luz la palabra micromachismo. Lo hace para explicar que el machismo más sutil y socialmente aceptado se sustenta en una serie de normas no escritas que garantizan su funcionamiento. Mandatos sociales que imponen el dominio del hombre sobre el mujer. Se logra en base al conjunto de comportamientos, prácticas y estrategias cotidianas con las que se ejerce el poder del sometimiento y opresión masculina y atenta en diferentes grados contra la autonomía de la mujer.

¿Qué pasa si a estos señores en debates, alocuciones, simposios, etcétera, sobre tema de «mujer» se les señala que tienen actitudes machistas?

Si lo hacen en directo, como en diferido, observo que a los intervinientes, en lugar de hacer autocrítica, les molesta verse apelados en sus formas e intentan darle la vuelta. Quieren hacer creer que al cambiar el sujeto «mujer» por el sujeto «varón» se obtiene el mismo resultado. Cuando, en realidad, no se producen los mismos efectos por la naturaleza de la realidad social.

Si los varones hablasen de hombres y el machismo integrado supondría hacer pedazos el mundo tal como se entiende. Provocar catarsis de esa envergadura es complicado y difícil de aceptar, entre otras cosas, porque la imagen del varón dejaría de tener tanto peso y de ser el punto de referencia de cualquier hecho histórico y social. Les obligaría a revisar hasta el más mínimo atisbo de machismo, sexismo y androcentrismo. Les resultaría política, ética, filosófica y moralmente más que cuestionable el centrar el tema social de la fémina en términos de «libertad de acción y decisión». Tendrían que aclarar que la supuesta «libertad» está sujeta a poner el cuerpo, la mente, el espíritu y el corazón de la mujer en aprobación y ventaja de los hombres. Entenderían que perderían cualquier derecho a validar y cuestionar el aspecto físico e intelectual de las mujeres. ¿Cuántos están dispuestos a ello?

¿Cuántos hombres están preparados para centrar el debate alrededor de tantos prejuicios y misoginia volcados sobre las mujeres, siendo los varones los responsables directos de ello?

Cuántos hombres al leer esta artículo se atreverán a pensar o decir: «No generalices, Dali, que todos los hombres no somos iguales ni tratamos el tema de la mujer de la misma forma.» A todos ellos informarles que si eso fuera así usarían ese privilegio que les otorga el sistema de mayor credibilidad y alcance para dar altavoz, siempre, a las mujeres. Porque se trata de ellas y han de ser ellas quienes relaten con libertad todo el sufrimiento, dolor y angustia que los varones les provocan. Tampoco plantearían nuevas masculinidades y el tema que realmente tratarían sería el machismo integrado e interiorizado en los hombres. 

Por  @dalila_sin

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