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Del caso Dani Alves y de exigir

Hace poco más de un mes que una noticia sacudía los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales. A pocos casos de agresión sexual se le ha dedicado tanto tiempo como en esta ocasión. El motivo: la identidad del autor. Hablo, como ya imaginas, del caso de Dani Alves, el ex futbolista del Barcelona.

Durante este tiempo hemos visto titulares no muy acertados y declaraciones en comunicados que podemos calificar de absurdos e insultos a nuestra inteligencia. Pero, sobre todo, hemos vuelto a presenciar la manía que tiene la sociedad de cuestionar a la víctima.

No solo hay que ser víctima, sino también parecerlo.

Cuando la joven de 23 años prestaba declaración ante la jueza de instrucción, manifestó que no quería dinero, que renunciaba a la indemnización económica siendo este un derecho que le corresponde por su condición de presunta víctima de un delito. Y así lo recoge nuestro ordenamiento juridico en el Código Penal, en la Ley 35/1995, de 11 de diciembre, de ayudas y asistencia a las víctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual, en el Estatuto de la víctima del delito y, ahora también lo recoge la llamada ley del “solo sí es sí”. El derecho a la reparación incluye una indemnización económica. Hay daños y perjuicios que son susceptibles de valoración económica. No es necesario hacer un complicado ejercicio de imaginación ni un estudio exhaustivo de las normas citadas, con sentido común es suficiente. Pensemos, por ejemplo, en sesiones de terapia, la salud mental en nuestro país cuesta dinero (y a veces, mucho) o en bajas por IT que pueden ocasionar graves pérdidas económicas. Una vez más no es suficiente con que las normas legales protejan un derecho que te pertenece. No es suficiente para que te crean, es lo que piensan muchas mujeres que han pasado por esta situación. Tendemos a creer que debemos cumplir el perfil de la buena víctima, que no basta con serlo y también hay que parecerlo. Lo vimos con el descredito que sufrió la victima de la manada de Pamplona, cuando se juzgaba si llevaba o no una vida normal después de lo ocurrido. Lo vemos cuando una mujer denuncia malos tratos físicos. Nos cansamos de verlo. Hemos sido educadas en la culpa y en la ley del agrado, como explica en numerosas ocasiones de forma magistral Amelia Valcárcel, con tanta vehemencia que cuando nuestra vida se para en seco por un acto como el de una agresión sexual, pensamos antes en qué van a pensar de nosotras que en nosotras mismas. La joven que presuntamente es víctima de una violación por parte de un astro del fútbol renuncia a su derecho a la reparación porque confía en que así, su relato, su verdad, su calvario, gozará de una mayor credibilidad. Cuánto nos queda por avanzar si en los delitos de violencia contra la mujer aun hay sectores que convierten a la víctima de forma casi inminente en una caradura que solo busca hacer daño al hombre y sacarle su dinero.

La defensa tiene claro su papel, defender al presunto agresor. Lo que no parece tener claro es la estrategia y los argumentos para hacerlo, al menos lo que ha demostrado hasta el momento. Fue hace unos días, para pedir la salida de prisión del futbolista, en prisión provisional desde el momento en el que fue a prestar declaración tras la denuncia de la joven. Nuestro flujo ahora nos delata. Y no delata problemas de salud o alteraciones hormonales que nada aportan a este proceso penal. El jurista, alegaba que la mujer presentaba flujo por lo que, a su parecer, esto es indicador de consentimiento y deseo. Quizás el abogado estuviera confundiendo flujo vaginal con lubricación. Quizás no se ha informado bien acerca de lo que es en realidad nuestro flujo,  ni de cómo funciona. La ciencia y la Audiencia de Barcelona, como no podía ser de otra manera, desestimaron este y el resto de los argumentos y el defensa sigue en prisión. ¿Es este el perfil ideal de abogado defensor? ¿Hacer caso omiso de la ciencia?

El acusado es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Creo que no me equivoco en afirmar que, aunque se ha hablado de este caso en multitud de plataformas desde Sálvame hasta en ruedas de prensa del entrenador actual del Barcelona, no se ha vulnerado su derecho a la presunción de inocencia. Se le ha mostrado apoyo y confianza, a él sí le cree mucha gente que cuenta con altavoces internacionales para intentar lavar una imagen que ahora mismo sólo desluce.

La prisión provisional es compatible con la presunción de inocencia, siendo una medida cautelar para evitar que determinados hechos eviten la celebración del juicio oral y malogren el proceso penal: hechos como son el riesgo de fuga, destrucción de pruebas o que el investigado pueda actuar contra la víctima. Evidentemente, la posición económica del futbolista es algo innegable con un peso importante que facilitaría el primero de los motivos. La justicia no está siendo más dura en este caso por ser quien es, no van a hacer de ello un castigo ejemplar porque se trate de un personaje público, algo que tienen muy presente para salvaguardar el buen hacer. Por ahora, tenemos un auto, el cual invito a su lectura a quienes ya han opinado sin leerlo, bien motivado que puede gustar más o menos. La justicia, los sanitarios y hasta el personal de la sala de fiestas en la que estaban la denunciante y Dani Alves, han actuado conforme a la legalidad y protocolos aplicables a este caso. Algo que a mí, personalmente, me da confianza en el sistema como hace tiempo no tenía.

¿Qué derechos nos faltan? Se me ocurre el derecho a no tener que renunciar a ellos. Puestos a exigir, exijamos nuestros derechos.

Por Ana M (@anizmoreno_)

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