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¿Todos frenan y lo dejan en una pequeña broma…?

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El acoso a mujeres en la calle sigue normalizado a pesar de la polémica que genera el piropo.

¿Para quién queda como anécdota?

El goteo de mujeres que relatan cómo sufren acosos, coacciones, violaciones… sigue en redes sociales. No por pretender generar alerta social. Surgen como liberación y culpar a tantos hombres dañinos que se creen con derecho y poder sobre las féminas.

Toda frivolidad debería ser alarmante. ¿Se han de tolerar aquellas conductas que minimizan la realidad del hostigamiento, abuso sexual, coacción, violación? Son las mujeres quienes se ven forzadas a lidiar y gestionar situaciones que ellas no desean.

El ejemplo de Valeria-

Es nombre ficticio. 23 años. Quedó en una anécdota aunque no para su estado anímico ni para el de su madre:

«Mañana del 17 diciembre de 2019. Para ir de compras, nuestra protagonista opta por ponerse un vestido con el que se siente muy a gusto. Es discreto, de estampado floral y tejido vaporoso.

Con el carro lleno se dirige al parking exterior. Hacía mucho aire. Valeria se ve observada por tres jóvenes. Estaban atentos a lo que, seguro, iba a pasar con esa falda. Ella se siente intimidada por gestos y risotadas de los muchachos. No se atreve a salir. Planta cara y les dice que no se mueve si ellos no se van. Los jóvenes, con sonrisas maliciosas, se cruzan miradas cómplices. Por sus comentarios parecen retarla. Valeria se mantiene firme. Con tono más enfadado, ella reitera su decisión. Ante la insistencia, los tres varones caminan en dirección contraria. La muchacha sigue petrificada y observando. No estaban lejos cuando uno se para, se gira, levanta una ceja y con media sonrisa la contempla mientras se enciende un pitillo. Sus compañeros lo imitan y la miran desafiantes. Valeria sigue firme. Con tono severo repite que no se moverá hasta que no desaparezcan.»

Por fin, nuestra protagonista accede a su vehículo. En casa puede contar la experiencia. Estoy atenta, también, a lo que la madre responde. Me lleno de sensaciones entre angustia, impotencia, tristeza, rabia, ajenas y propias. No es posible evitar pensar en casos que aparecen en prensa. «¿Es una situación excepcional? ¿Qué diablos les pasa por la cabeza a esos tipos? ¿Por qué esa «necesidad» de intimidar a una mujer? ¿No son capaces de entender que eso no se percibe como broma? Ella ha podido sufrir un hecho similar con un final traumático, ¿cuesta imaginarlo?»

¿Intimidadas no cuentan en las estadísticas?

Las denuncias por violación han aumentado un 18,8% sólo en el primer trimestre del 2019. Un 22% en 2018. Cuatro o cinco denuncias diarias.

No existen datos históricos oficiales sobre el número de agresiones múltiples.  La policía afirma que crecen los casos protagonizados por más de un agresor implicado desde 2016. Fue el año de «la manada». Más del 10% fueron pornificados.

Expertos del Consejo General del Poder Judicial, Instituto Nacional de Estadística, Fiscalía General del Estado, manifiestan que estas denuncias van en aumento gracias a que se incrementa el nivel de conciencia social.

¿Es socialmente enjuiciable?

A la experiencia de Valeria y otras similares, se les resta importancia por no haber ni siquiera un pequeño contacto físico. ¿Cómo empiezan aquellos que son capaces de llegar más lejos?

Fue una intimidación totalmente innecesaria. No se tiene en cuenta que tres jóvenes provocaron prejuicio psicoemocional, mínimo, a dos mujeres. ¿Por qué resultaba gracioso? ¿Pensaron que para ella podría resultar nocivo y angustioso?

¿Es un suceso punible? No. Sí son incidentes viles y evitables. Objetivamente, son actuaciones más que reprochables, criticables y cuestionables. Hábitos a no repetir por los daños emocionales que pueden provocar y por poder abrir heridas aún sin cicatrizar.

No son denunciados, no entran en estadísticas. Entre otras razones,  no generan lesiones físicas y es difícil demostrar lo que provoca y la intencionalidad. De eso se aprovechan acosadores e intimidadores. ¿Cuántos varones que actúan así son padres de niñas o llegarán a serlo? ¿No les importa que sus hijas pasen por situaciones parecidas?  Si a ellos les da igual, ¿al resto no les molesta? ¿No preocupa que hechos similares, ¡tan de adolescentes! haga sufrir y padecer a mujeres a las que se respeta y ama? Ese y otros gestos semejantes, ¿no han sido la antesala de violadores que hoy son juzgados y condenados? ¿Cómo se considera a la mujer?

Por  @dalila_sin 

 

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