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Prostitución por continentes. Conclusión: abolición o barbarie I

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Siempre se ha dicho que el tema de la prostitución es algo complejo, que abarca numerosos matices y que tiene una difícil explicación. Si de algo me he dado cuenta haciendo estos artículos es que en realidad el tema es muy simple, mucho más de lo que nos quieren hacer creer para que pensemos que no es algo que se pueda erradicar de forma clara y visible. Es tan simple como el acceso de los hombres al cuerpo de la mujer. De la forma que sea y por los medios que sean necesarios para poder pagar esa cuota de pertenencia que ellos creen poseer. Es tan simple como que un señor se crea con derecho a satisfacer sus deseos sexuales sobre el cuerpo de una mujer. Nada más. El resto es la teoría que vamos desarrollando a partir de este punto, la investigación del porqué y sus consecuencias. Desde este artículo voy a tratar de analizar las causas de tanta polémica actual, las consecuencias y la legalidad de la prostitución.

Causas  de polémica y Protocolo de Palermo.

Para que esto se dé es tan fácil como que exista una desigualdad estructural dentro de la sociedad en la que las mujeres estemos supeditadas al deseo masculino y que esta comience a hacer rodar los mecanismos de los que dispone para poder mantener ese status. La pornografía, la trata, el disfraz neoliberal de la libertad absoluta, la forma en que actualmente se visualiza la prostitución como algo empoderante, hace que no veamos clara la profundidad de todo cuanto envuelve la prostitución. Hace que confundamos términos, que nos cerremos en la creencia que nos resulte más afín, que no queramos ver que el fondo de la cuestión es complejo, sí, pero no tanto como para no tener claro que de lo que en realidad se trata es de la supremacía masculina a poseer, de la forma que sea, el cuerpo de una mujer para su satisfacción sexual.

En principio ya vamos mal encaminadas si creemos que la mayoría de mujeres, esas que vemos solas por los polígonos, están ahí de forma voluntaria. Vamos muy mal si creemos que quienes están presionando para que se legalice la prostitución son ese 5% de mujeres que dicen ejercerla de forma libre y voluntaria, porque tras todo esto, hay un enorme sistema de “producción” haciendo presión no para que estas mujeres vivan dentro de la legalidad y tengan los beneficios de cualquier trabajador, sino para legitimar y blanquear una realidad económica que mueve miles de millones en el mundo. Un negocio que produce la friolera de 5 millones de euros al día, 3.500 millones de Euros al año solo en España, compuesto por un mercado de “profesionales” que triplica al de, por ejemplo, los dentistas y en el que tan solo un 20% son españolas, y que el 90% son inmigrantes pobres, no tiene nada de decisiones personales ni de libre albedrío.

La prostitución no es un hecho natural, no es un tubo de escape social ni una forma de prevenir la “virtud” de las mujeres castas. La prostitución es el hecho  por el cual el patriarcado permite el libre acceso del hombre al cuerpo de la mujer. No es un sistema de trabajo, es un sistema de opresión. Incluso al referirnos a ese histórico “negocio” y “oficio más antiguo del mundo” sigue siendo la exposición de la mujer como simple mercancía de uso e intercambio, salvo que ahora es explotado no de forma individual y localizada como lo ha sido históricamente, sino por una industria global, internacional que mueve millones al día en todo el mundo y que tiene como base no la libertad de elección tan traída y llevada por algunos, sino las enormes redes de trata.

Los hombres y las mujeres tienen derecho a vivir su vida y a criar a sus hijos con dignidad y libres del hambre y del temor a la violencia, la opresión o la injusticia”. Declaración del milenio firmada en el año 2000 por los presidentes de todas las naciones en la ONU. La firma ese mismo año del Protocolo de Palermo señaló los puntos e instrumento en la lucha contra la trata y confirmó  un listado de acciones a realizar por los estados firmantes de la misma.

  1. a) Por “trata de personas” se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos;
  2. b) El consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma de explotación intencional descrita en el apartado a) del presente artículo no se tendrá en cuenta cuando se haya recurrido a cualquiera de los medios enunciados en dicho apartado;
  3. c) La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de un niño con fines de explotación se considerará “trata de personas” incluso cuando no se recurra a ninguno de los medios enunciados en el apartado a) del presente artículo;
  4. d) Por “niño” se entenderá toda persona menor de 18 años.

La realidad de este concepto redactado en el protocolo de Palermo nos muestra que hay muy poca voluntariedad en la prostitución aun cuando no sea obligada a ejercerla por parte de personas o mafias. El Estado, que propicia la situación de la desigualdad, que no protege a la mujer de la explotación, que no concede las mismas oportunidades, y que discrimina a la mujer por su raza o posición social es, en muchas ocasiones un estado proxeneta que obliga, en cierta forma, a que para muchas mujeres la única salida sea ejercer la prostitución. La frase de Troski “la posición de la mujer es un indicativo claro y elocuente para evaluar un régimen social” sigue siendo vigente.

La globalización, Internet, el aumento de las migraciones, la urbanización y el abandono del medio rural, la crisis económica, las catástrofes naturales, los conflictos bélicos… todo son factores que han marcado el estado de vulnerabilidad de las mujeres. Más que nunca estamos sometidas a leyes de mercado en las que no se puede vender la fuerza de trabajo, sino que se puede comprar el cuerpo que la realiza como una mercancía más. La forma en que se trata de blanquear la prostitución por medio de eufemismos como “trabajadora sexual” o “servicios sexuales” es una de las formas en que la sociedad abraza el pensamiento neoliberal y trata de convencernos de que todo es susceptible no de venderse, si no de ser comprado. Un estado, una sociedad, debe mantener los medios para que las mujeres no sean las personas más vulnerables y puedan desenvolverse en un medio que les asegure la igualdad de oportunidades, la igualdad de salarios, la igualdad real en absolutamente todos los temas en que los estados tengan potestad de legislar.  No se trata de legislar sobre prostitución, sino de hacer leyes que nos brinden las mismas oportunidades a todos, y promover una educación en la que primen aquellos principios que desde siempre han sido inalienables para el ser humano tales como el amor, la conciencia o la dignidad, sin los cuales todo, absolutamente todo, es parte de un mercado de consumo en el que hasta las personas tienen un precio.

*En el próximo artículo trataremos las consecuencias de la prostitución que hemos analizado en los anteriores artículos.

 

Por Nina @ninapenyap

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