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La justicia patriarcal no es justicia

El pasado 12 de junio recibí con prudente alegría la noticia de que se aprobaba en el Pleno del Congreso una proposición de ley para reforzar formación de jueces, juezas y figuras de fiscalía en materia de violencia de género. Desconozco los contenidos que se ofrecen hasta ahora en esa obligada formación, pero lo que parece estar bastante claro es que de poco han servido. Debe ser algo así como una tabla de multiplicar: tú te la aprendes, pero si no razonas de dónde sale cada resultado, no puedes integrar el aprendizaje y no vas a poder entender nada. Y esa es la sensación que tengo, que no entienden nada y no se les exige, sino que el objetivo es cubrir expediente y seguir con la estructura patriarcal.

Es imprescindible una profunda comprensión de los procesos que, a nivel emocional y psicológico, sufren las mujeres que son maltratadas por los hombres con los que tienen una relación de pareja. No dejemos de recordar, no obstante, que las violencias machistas se dan en otros escenarios y la lucha por ampliar el ámbito de aplicación de la ley no ha cesado. Ahí está, firmado, el Pacto de Estado que recoge avances como éste y que hace una serie de recomendaciones para garantizar el cumplimiento del Convenio de Estambul. Ahí está, firmado,  mientras cada día son noticia las agresiones, violaciones y feminicidios (incluso después de haber interpuesto denuncias). Mientras se suceden los juicios y declaraciones de expertos (expertos en garantizar la reproducción del sistema heteropatriarcal, no nos engañemos) desvinculando las diferentes manifestaciones de la violencia de su raíz machista y confundiendo a la sociedad, alimentando argumentos misóginos y abriendo debates imposibles sobre cuestiones que son de cumplimiento de DDHH.

El reciente juicio de Juana Rivas, por sustracción de menores y no por violencia de género (¿cómo se puede separar esto, si el motivo por el que huyes con tus hijos es protegerlos de la violencia?) en el que la fiscalía le pregunta directamente por qué regresa con el maltratador es un reflejo claro del desconocimiento, la ignorancia sobre el tema y, por tanto, la violencia institucional a la que las mujeres nos vemos sometidas.

Es una vergüenza que en los tribunales se dé credibilidad al mito de “ellas tienen la culpa por aguantar”. Espero (con no demasiadas esperanzas) que esa formación más completa en violencia de género exija un estudio profundo de los factores que influyen en sostener una relación de maltrato. Entre ellos, todas las violencias cotidianas e invisibles que sufrimos las mujeres durante nuestra socialización, y a las que si no damos color, damos poder; acostumbrándonos a llevar ese peso como si fuera inherente a nuestra condición. ¿Cómo podemos defendernos de lo que no vemos? El miedo a que nos abandonen, el temor a no ser lo suficientemente buenas, lo suficientemente bellas… es un trabajo que el patriarcado ya hace para que nos enfrentemos a los vínculos de pareja desde una posición bien distinta a la de un hombre (recomiendo al respecto el visionado de este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=0y9zJ5J2bWA).

Es perverso como el sistema hace que la propia espiral de la violencia, la indefensión aprendida y la anestesia que supone el síndrome de habituación, se vean reflejadas en la calle, en los medios y en los tribunales. Alimentando mitos, obviando el daño psicológico que supone estar inmersa en una relación de maltrato, haciendo luz de gas cuando las mujeres denunciamos públicamente lo sucedido… Que en un tribunal se pregunte a la mujer el porqué de que vuelva con su maltratador es algo  profundamente doloroso porque despiertan en ella la culpa y la vergüenza, dos de las claves que dificultan romper el silencio y pedir ayuda. Nuevamente la figura de la que esperan protección, las cuestiona y les hace daño.

Transversalizar la perspectiva feminista es el único modo de trabajar de manera real contra las violencias machistas. Así que; si la formación para los y las profesionales de justicia no recoge, además de conceptos teóricos, una mirada desde el feminismo que cuestione lo evidente y contribuya a eliminar sesgos; no confiaré en ella. Porque reproducirá de nuevo una justicia patriarcal y esas dos palabras son contradictorias. La justicia patriarcal no es justicia.

Por: Pilar Adán (@adan_mujer )

 

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