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Periodistas versus “violencia contra la mujer”

La violencia de género, al margen de la polémica que produce la ley, es un tema candente por las consecuencias dramáticas que trae consigo. Pero, ¿cómo es tratada por los medios?

Hace años investigo sobre el tema. Con análisis social y cultural desde la raíz del problema. No sólo hablo con víctimas y leo relatos de las mismas, también lo hago con victimarios. Todas estas mujeres luchan con extraordinaria fuerza y ganas por recuperar sus vidas. Otras se sienten desoladas por tantas trabas sociales que las limita a la hora de salir de la relación que las hace sentir, cuanto menos, traicionadas. Al hacer acompañamiento a alguna de ellas, como coach, y darles apoyo emocional, veo toda la gran energía que desprenden. Mientras ellos son incapaces de ver ni entender por qué se les dice que actúan de manera que dañan a la pareja.

Trato que dan los noticiarios:

¿Información sensacionalista?

La mayoría de los medios se hacen eco cuando aparece una mujer supuestamente asesinada a manos de la pareja o expareja. El seguimiento del hecho no se hace en todos los casos y no se vuelve a hablar sobre el asunto hasta que no aparece otro feminicidio.

Dependiendo de algunos factores del suceso, ya sea por lo gravoso, espectacular, divulgado en redes, relevancia de la víctima o victimario, se llenan páginas y/o tertulias en las que se especula sobre la afectada. ¿Por qué? ¿Se busca el morbo por ser más venal?

Desde la escucha 

Son articulistas, sobre todo feministas, quienes pretenden sensibilizar a la sociedad. Narran relatos de humillaciones y agresiones de lo más duras explicados por las propias víctimas. Señalan las consecuencias psicológicas por un daño emocional continuado. Reiteran lo destruida que queda la autoestima de la mujer por el trato recibido de la persona que “dice” amarla sin un previo análisis social de cómo se construye esa autoestima. Estos artículos generan ideas que se anclan en el imaginario social y no se valoran si son dadas desde la superficialidad del hecho. ¿Por qué persistir en la simplicidad cuando la problemática es enormemente compleja? ¿Qué amor propio es el que queda destruido?

¿Se investiga? O, ¿ya cumplen cometido unos y otros?

En la primera situación, se busca informar de un suceso que se considera atroz y, según características, sacar rédito del mismo. No hay investigación.

En el segundo, se intenta sacudir mentes desde la superficialidad y se llega a mostrar una imagen de las víctimas, prácticamente, como mujeres frágiles. De hecho, esa «información» consigue encuadrar a toda damnificada en ciertas peculiaridades que dejan fuera a una importante cantidad de ellas. Si esos son los requisitos a cumplir, posiblemente sí logran alcanzarlos.

En mis investigaciones pregunto a algunos maltratadores sobre cómo ven una y otra noticia y todos reaccionan conmovidos. Aunque no se identifican en el papel del que daña, sí «logran ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio». 

¡Cuántos periodistas explican que son prejuicios sexistas y machistas los que provocan que la violencia contra la mujer, lejos de disminuir, aumenta! Son los que forman parte de la educación social y cultural en la que las «características» a destacar y señalar de la mujer están en línea de sexualizarla y objetualizarla, ya desde niña. Asimismo, es lo que marca y forma parte de la construcción de la autoestima de la mujer. Entonces, ¿qué se destruye en la mujer maltratada? Ellas aman y son manipuladas y heridas por quien dice quererlas. Lo que se rompe es el sentimiento de amor.

Educación que, asimismo, construye el carácter de varones y los arma con derecho sobre las mujeres. Razones por las que esta cuestión es mucho más compleja y profunda de lo que muestran ambos tipos de artículos.

Algo que hacen todas las personas que informan sobre la violencia machista es olvidar o no mencionar: «La realidad que envuelve al maltratador», «cómo es», «quizá, tenga problemas de autoestima», «cuáles son sus formas y maneras», «cómo trata a la pareja cuando no la manipula ni la busca someter», «cómo se relaciona con el entorno», «cómo reacciona el entorno con la víctima y el victimario», «cómo es el inicio y toda la trayectoria de dicha violencia» «…». ¿Por eso no logran poner toda la atención en quien ejerce el daño?

Si el verdadero cometido de los periodistas y de la comunicación es una correcta información que logre hacer entender a la sociedad en qué consiste esta violencia, cómo se produce y «frena», no lo consiguen.

Tanto una como la otra forma, ¿son las más adecuadas para referirse a este tipo de violencia? No es suficiente abanderar el estandarte de «querer» ayudar a las víctimas y buscar cambiar las cosas, si no hay análisis profundo con una investigación adecuada.

Indaguen, hablen con quienes ya tenemos un gran recorrido y trabajo de investigación. No esperen a las consecuencias finales: «Golpes grabados. Mujeres hospitalizadas por palizas mortales o por vertidos de productos abrasivos. Violaciones. Feminicidios.»

Se ha de proteger la integridad de la víctima. No es difícil, sabiendo que la ley, la ONU, el Protocolo de Palermo, subrayan con claridad: «La violencia contra la mujer se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobe las mujeres por el hecho mismo de serlo.»  Lo que significa que cualquier mujer puede ser susceptible de sufrir esta violencia, independientemente de su situación económica, estatus social y/o cultural. No hay rasgos que señalen qué mujeres pueden llegar a ser, han sido o son víctimas de violencia machista.

¿Pondrán el foco en el maltratador para que sea él quien reflexione, cambien creencias, corrija actitudes? ¿Mostrarán los rasgos y perfiles del victimario sin convertirlo en un monstruo, psicópata, sociópata o narcisista? ¿Expondrán el trato que dan las instituciones, asociaciones, psicólogos, a las víctimas? ¿Averiguarán qué intereses se ocultan para que nada cambie?

 

Por  @dalila_sin

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