Recientemente, surge en el feminismo español una nueva temática (aunque lleve unos años en boca de algunas, y sea una realidad aplastante en las vidas de otras mujeres, en otros países*): un supuesto “transfeminismo” viene a abrirse paso y a incluir a las “mujeres trans” o “transfemeninos” (es decir, a hombres) en nuestros espacios.
Este tema no viene exento de polémica, y más allá de las desavenencias argumentales, se está instalando un clima de violencia explícita contra las feministas (desde insultos como TERF, tránsfoba, cis… hasta agresiones físicas como las que vimos en el 8M).
Ya hay artículos (cada vez más numerosos) que van desgranando quién conforma y cómo se da esa infiltración del transexualismo (como ideología) en nuestro movimiento. Pero todavía cabe darle otra vuelta de tuerca no sólo a quiénes son y qué pretenden aquellOS que quieren colarnos este patriarcado troyano como a un asunto feminista, sino también a cómo abordamos esto desde un análisis feminista y, para ello, como siempre, necesitamos un lenguaje feminista.
Para empezar, deberíamos empezar aclarando ¿qué es ser “trans”?
Desde un punto de vista médico, no existe un diagnóstico de “ser trans”. Quien quiera obtener un diagnóstico médico tendrá que recurrir a la “disforia de género”. Entonces, ¿qué es la “disforia de género”? Si acudimos al DSM-V, veremos que todos los “criterios diagnósticos” parten de lo que esa persona siente o cree. Esto se denota en el propio lenguaje utilizado en estos criterios: “preferencia, “deseo”, “desagrado”… son los términos que se utilizan para diagnosticar esta disforia (que, per se, significa “estar a disgusto”). Es decir, que no existen pruebas diagnósticas ni test que digan que alguien “está en el cuerpo equivocado” (lo cual es físicamente imposible) ni un perfil clínico ni signos claros de anomalías anatómicas o fisiológicas, sino que se está diagnosticando tu infelicidad, tu angustia.
Una vez llegadas a este punto, la siguiente pregunta (obviamente) es: ¿y cómo tratamos esa angustia? ¿Qué sabemos sobre cómo tratarla? ¿Es el tratamiento de primera línea de la angustia un tratamiento hormonal y quirúrgico? ¿No convendría, primero, ver de dónde proviene esa angustia?
A día de hoy, bajo este paraguas de “lo trans”, se abarca un sinfín de posibilidades, pero suele partirse de una definición bastante básica: persona cuyo sexo no coincide con su “identidad de género”. Y, debido a esa incongruencia, parece ser, se genera esa angustia que requiere, supuestamente, desde un tratamiento médico de por vida, hasta pasar por un quirófano para que te esterilicen.
Pero, ¿qué es la “identidad de género”, y por qué la incongruencia de nuestro sexo con la misma requiere poner nuestra vida (y nuestra salud) patas arriba? Cuando intentemos responder a esto, lloverán multitudes de respuestas sobre sentimientos, percepciones, “cómo te identificas”… pero, ¿acaso alguien puede identificarse con El Género? ¿No habíamos quedado las feministas en que el género era la herramienta del patriarcado para someter a las mujeres a los deseos y mandatos de los hombres? ¿No nos habíamos puesto de acuerdo ya en que esos comportamientos estereotipados y normas que denominamos lo femenino no son innatos, sino impuestos? ¿No está claro que el género es algo que las mujeres, y las feministas en particular, rechazamos, y que no es algo con lo que nos podamos (ni debamos) identificar?
Si queremos dejar de hablar del género como identidad, tendremos que empezar por dejar de hablar sobre la inconformidad con el género como una patología. De hecho, no es que rechazar los roles sexuales sea sano (que seguro que lo es), es que es un requisito feminista. ¿O acaso las feministas no rechazamos, por principio, que seamos inferiores a los hombres? ¿Que seamos menos inteligentes, capaces, válidas, en el ámbito profesional y público? ¿Que estemos predispuestas al cuidado ni tengamos un gen que nos haga estar deseosas de fregar platos? ¿Que estemos condenadas a “provocar” a los hombres y que por eso nos merezcamos la violencia sexual que ejercen contra nosotras? ¿Que nuestras vidas, nuestro sexo y potencial capacidad reproductiva les pertenezcan?
Efectivamente, bajo el análisis feminista (radical, de raíz), el género es esto: la concepción de que las mujeres debemos servir a los varones; sea con nuestras labores de cuidados, nuestra sexualidad (también la prostitución, que nos la pintan como una salida laboral para nosotras), nuestra capacidad reproductiva (gestar para otros, por supuesto, no deja de ser una opción para las más pobres)…. Es decir, el género es la situación social de inferioridad a la que nos vemos abocadas las mujeres por haber nacido mujeres, por ser una clase sexual sometida. ¿CÓMO NO RECHAZARLO?
Ahora, ¿de verdad creemos que este malestar que nos genera la opresión sexual es diagnosticable y medicalizable? ¿Queremos darle a la industria médico-farmacéutica el poder de diagnosticarnos de una patología que requiere un tratamiento tan drástico como la hormonación y cirugía -mastectomía, histerectomía, ooforectomía- por no querer conformarnos al status quo patriarcal? ¿Estamos seguras de que esta retórica nos es conveniente a las feministas?
No vaya a ser que acabemos todas disfóricas (así como antes se llamaba a las sufragistas histéricas) y pinchándonos testosterona (como nos sugiere Beatriz Preciado) porque no queramos que nos traten “como mujeres” (es decir, con una violencia brutal) en una sociedad misógina…
*A Meaningful Transition de Julia Long, traducido al español.
PD1: Al igual que, en el análisis del sistema prostitucional, queremos mover el foco a los puteros y proxenetas, responsables directos de la tortura y sufrimiento de las mujeres prostituidas, cuando hablamos de “lo trans” sería conveniente redirigir ese foco a, de nuevo, los hombres que se están beneficiando de este discurso anti-feminista que pretende redefinir qué es ser mujer (para incluirlos a ellos). No olvidemos que, si no señalamos quiénes son los hombres, no podremos señalar quiénes son los violadores, los feminicidas, los puteros, los proxenetas, los maltratadores… Es decir, que, si no podemos decir que los hombres son hombres, el feminismo no podrá señalar quiénes son los opresores, y quiénes somos las oprimidas.
PD2: Ya puestas, si la opresión sexual se “cura” con hormonas, entiendo que la opresión racial se “curará”, también, cuando las Clínicas de Identidad Racial lleven a cabo Transiciones de Raza…
PD3: El término patriacado troyano, es un concepto creado por la compañera feminista Súper Violetas
Por Dra. Radfem, médica y activista feminista radical. (@DRadfem)
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Si que existen alteraciones cromosómicas que dan lugar a individuos indefinidos. Por ejemplo, Disgenesia gonadal mixta 45,X/46,XY, El síndrome de Klinefelter (47,XXY) (SK), caracterizado por de tener un cariotipo con más de un cromosoma X, y es la causa más frecuente de fallo testicular primario., o “El síndrome de varón XX, también conocido como síndrome de De la Chapelle, es una alteración de la diferenciación sexual (ADS) incluida en la clasificación internacional vigente desde el año 2006, poco frecuente, que afecta a 1/20.000 hombres y representa el 2% de los casos de infertilidad masculina. El fenotipo más frecuente es el de un varón normal, con testículos pequeños, pero también puede presentarse como un varón con genitales ambiguos e incluso feminización.”. Son alteraciones cromosómicas, casi todas genéticas, que requieren el tratamiento que se pueda dar según el caso.
Ello no significa que el sexo no sea binario, sino que una persona son síndrome de insensibilidad a los andrógenos puede parecer una mujer y es genéticamente un hombre. Incluso puede vivir como una mujer, puesto que en algunos casos no tienen pene. Es decir, fenoticamente es una hembre, pero con genotipo de mujer.
Menciono estos casos raros porque se habla mucho de los derechos de las personas trans en abstracto, dejando la puerta abierta a que cualquiera pueda “transitar” en cualquier momento hacia cualquier espectro bajo no se sabe muy bien qué derecho. Perdón por la extensión.
[…] de género” es un absurdo. Si contemplamos la definición feminista radical de género, el género es la herramienta del patriarcado para someter a las mujeres a los deseos y mandatos de los hombres. Los comportamientos estereotipados y normas que […]