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Desmontando a Vox.

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Llevamos apenas unos días de este año nuevo y mientras me documento sobre la ley de violencia de género VS  programa electoral de Vox, los hechos me marcan una línea clara de argumentación. Una violación en Nochevieja con dos detenidos en Burriana. La primera mujer asesinada del año por su pareja en Laredo. La Manada sigue en libertad provisional hasta que se dicte la sentencia firme del supremo. Un detenido en Lanin por agresión sexual a su ex pareja. Liberadas tres chicas que estaban siendo obligadas a prostituirse. Un intento de violación en Valencia. El calendario no lo marca Vox ni lo marca la formación del nuevo Parlamento Andaluz en el que este partido político parece tener la llave de la mayoría en la que pretendía poner, como condición para su apoyo, que el nuevo gobierno llegue a “sustituir las leyes de ideología de género, que no protegen a la mujer y persiguen al hombre solo por serlo, por una ley contra la violencia intrafamiliar”. El calendario real lo marcan las mujeres que siguen siendo violadas, asesinadas, prostituidas y humilladas. Solo nosotras podemos marcar los tiempos que llevan a un cambio tan necesario como controvertido para según qué ideología. Solo nosotras podemos seguir haciendo frente a la derecha más rancia y más misógina, desmontando los argumentos que ellos utilizan en nuestra contra, razonando, y poniendo las asesinadas sobre la mesa.

Datos

Las cifras oficiales del pasado año 2018 cifran en 47 las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, de las cuales un 25% han ocurrido en Andalucía, con el triste balance de 12 de las 47 mujeres muertas.

Si vamos a las cifras no oficiales, en donde se contabilizan también los asesinatos machistas cometidos sobre mujeres por desconocidos o personas sin ninguna relación con la víctima, el dato se nos va a 97 mujeres y 10 menores. Asesinatos como el de las niñas de Alcasser, el de Rocía Wanninkof, el de Diana Quer o el de Laura Luelmo no se contabilizan porque no existe ninguna relación personal o de pareja por parte del asesino y su víctima, un concepto  que las asociaciones feministas están dispuestas a que sea cambiado con extrema urgencia.

Desde el año 2003, que comenzó a contabilizarse en cifras, hay un total de 973 mujeres y 27 menores asesinados. Más que los muertos en España por terrorismo tanto nacional como internacional en toda la historia moderna.

Dictadura de género.

Así, con esa frase, es como Vox se retrata en su ideario más misógino, porque ya no se le puede ni siquiera llamar machista. Lo que toda la derecha se empeña en llamar “ideología de género”  no es más que un eslogan paliativo contra una violencia que, en todo el mundo, se ejerce contra las mujeres por el simple hecho de serlo. Una violencia estructural y transversal que ocupa todas y cada una de las escalas sociales: económica, familiar, social e institucional.

El convenio de Estambul, que España ha suscrito, en su artículo nº3 dice que por violencia contra la mujer por razones de género se entenderá toda violencia contra una mujer por el hecho de ser mujer o que afecte a las mujeres de forma desproporcionada”.  Vox no puede romper con ese convenio por más que se empeñe y lo anuncie, aunque el ruido que ha provocado en Andalucía le puede proporcionar un ingente número de votantes de cara a las próximas fechas electorales del mes de mayo, que es de lo que en el fondo se trata. Obtención de votos. Obtención de poder por el poder, sin importar absolutamente nada más.

Vox se empeña en tratar de no parecer machista, de querer una igualdad real, como si los hombres y las mujeres partiéramos de una posición equitativa.  Afirman que “condenan las agresiones contra las mujeres y que no van a pedir nunca que se acaben las ayudas a las mujeres maltratadas”, pero, quieren que “las ayudas lleguen a todas las personas que sufren violencia en el ámbito familiar sin discriminación de sexo.” Cuando exigen una ley que “nos proteja a todos” y se incluyen a los hombres, ignoran deliberadamente las cifras de asesinatos y sobre todo ignoran algo tan primordial como que para que la violencia de género se dé no hace falta ser violento, basta con no hacer nada, absolutamente nada, no mover ni un dedo para alejar la enorme injusticia que todos los días sufren cientos de mujeres. No se puede justificar la violencia, como hacen sus votantes en cuantos foros o redes sociales pueden. No se pueden tolerar las actitudes machistas. No se puede seguir culpabilizando a las víctimas de su propia agresión ni tratar de disculpar, a estas alturas, las conductas de quienes agreden. No se puede seguir guardando silencio. No se puede no apoyar a la mitad de la humanidad en sus reclamos de un mundo mejor y más justo.

Decir que los hombres también son víctimas de violencia de género y pretender que se beneficien de esa ley es construir una falacia que mantenga ese status quo que ven amenazado utilizando para ello el recurso de la lágrima fácil. El decir que se sienten amenazados por las denuncias falsas,  cuando las cifras son tan irrisorias que no tienen ni valor estadístico,  es de una cobardía supina.  Decir que la ideología de género pertenece solo a “podemitas y feministas radicales” es ignorar la histórica desigualdad en la que han vivido las mujeres de todo el mundo y en cualquier periodo de tiempo. Afirmar que la Ley de Violencia de Género los convierte en ciudadanos de segunda y que los discrimina es apropiarse de forma mezquina de un discurso que no les pertenece ni es de justicia utilizar.

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Fuente: Ramón Costa. EFE

Desmontando su programa ideológico punto por punto.

Para poder desmontar sus argumentos sobre el tema del feminismo que ellos atacan desde todos los frentes posibles, hay que leerse su programa electoral, ese del que no hace más que unas horas, presumían en redes sociales que lo habían votado más de 400.000 personas. Ni qué decir tiene que su optimismo es solo comparable a sus despropósitos.  De él, solo voy a extraer los puntos que me parece que nos atañen exclusivamente a las mujeres. Y sí, digo mujeres, incluidas a las votantes de Vox y a las que no se consideran feministas, porque si algo llama la atención, es el hecho de que aunque carguen las tintas con “las feministas radicales” tal como les gusta llamarnos, sus idearios atañen a todas las mujeres en general, o sea, a la mitad de la población de este país.

Sustituir la ley de violencia de género por una ley integral contra la violencia doméstica.

Con esta frase tan ecuménica pretenden hacer creer que la ley de violencia de género discrimina a las víctimas que no son mujeres y para ello se basan en colectivos tan desprotegidos como niños y ancianos, porque decir solo hombres, la verdad, quedaría muy feo. Por violencia doméstica o intrafamiliar se entiende todo acto de violencia física o psicológica ejercido tanto por un hombre como por una mujer, sobre cualquiera de las personas enumeradas en el artículo 173.2 del Código Penal a excepción de los casos específicos de violencia de género. La mayoría de la población desconoce que ya existe una ley que protege a las víctimas de cualquier tipo de delito de violencia. La ley 35/95 establece ayudas para todo tipo de víctimas sin excepción de delitos sexuales y violentos y la ley 4/2015 del estatuto de las víctimas establece medidas de protección para las personas víctimas de cualquier delito. Por tanto no están desamparadas por la ley aquellas personas que sufren este tipo de delitos, lo que sí es cierto es que si se desconoce esto y solo se fija uno en la ley de Violencia de Género, que es en lo que ellos inciden porque les conviene, puede parecer lo contrario… pero no. Tratar de cambiar una ley haciendo demagogia y convertirla en moneda de cambio para lograr formar un parlamento en Andalucía es, por tanto, miserable, rastrero y convierte, todo acercamiento posible de los otros partidos, en una cesión al populismo y la búsqueda incesante del poder. Nada más que eso.

Ciudadanos de segunda

También es una frase hecha y recurrente con la cual pretenden hacer creer que ante la ley de Violencia de Género, su indefensión los convierte en eso, en ciudadanos de segunda categoría.

La Ley de Violencia de Género  no deroga la presunción de inocencia en ninguno de sus artículos así como tampoco dice que exista una presunción de veracidad de la denunciante, con lo cual no se discrimina al hombre por el hecho de serlo ni se cree a la mujer por el simple hecho de serlo también. Es más, el testimonio de la denunciante se considera una prueba testifical, o sea, un medio de prueba  que se valora por parte de los jueces con ese principio de libre valoración que es precisamente el motivo de que las feministas reclamemos una  mayor perspectiva de género en  la judicatura. Cabe entender por tanto, que el denunciado por violencia de género, tiene los mismos derechos que cualquier persona denunciada por otro tipo de delitos, lo que no le convierte en perjudicado ni en ciudadano de segunda en ningún caso.

Denuncias falsas, detenciones arbitrarias y negación de visitas.

Bueno. Aquí no vale repetir hasta la saciedad el porcentaje ínfimo del 0,019% de denuncias falsas porque, está visto, estos señores no creen en las estadísticas. Todos tienen un amigo de un amigo que estuvo detenido por una simple denuncia y todos conocen a un amigo de un amigo al que se le acusó falsamente. Todos tienen un conocido que está sin poder ver a sus hijos por culpa de una denuncia no comprobada…

Lo que muchos creen que son denuncias falsas no son sino absoluciones por falta de pruebas ya que, como he dicho antes, en caso de duda, prevalece siempre la presunción de inocencia, además, como también he comentado antes, el testimonio de la víctima se considera una prueba testifical que puede ser interpretada libremente por el juez. Solo en el caso de que el juez le parezca firme y veraz el testimonio y de que el riesgo sea alto para la víctima, se detiene al acusado, algo que no siempre se da en todos los casos, además, si se considera que la detención se realiza sin las garantías necesarias se puede aplicar el proceso de Habeas Corpus, algo que sucede pocas veces.  La ley de Violencia de Género tampoco especifica que el denunciado no pueda ver a sus hijos. Es más, hay muchos hombres que incluso con sentencias condenatorias mantienen un régimen de visitas.

Por tanto, la simple denuncia no te convierte en reo, no te impide ver a tus hijos ni te hace pasar meses en la cárcel si de verdad no existe fundamento para ello, y creedme, aunque en este país haya muy poca perspectiva de género en la judicatura, a una mujer maltratada  que se atreve a denunciar, se la detecta a la legua, así que si un juez lo dice… tiene más que fundamento para ello.

Supresión de las operaciones quirúrgicas ajenas a la salud

Con esto se habla, aunque no lo parezca, de prácticas como el aborto o la operación de cambio de sexo.

Según especificaciones de la  declaración de los Derechos Humanos referente al tema de aborto “el acceso al aborto seguro y legal puede salvar la vida y facilitar la igualdad de las mujeres.  Las decisiones de las mujeres en materia de aborto no tienen que ver solamente con sus cuerpos en términos abstractos, sino que, en términos más amplios, se encuentran relacionadas con sus derechos humanos inherentes a su condición de persona, a su dignidad y privacidad”. “Los opositores al aborto argumentan que “el derecho a la vida” del feto debe prevalecer.  No existe un consenso sobre cuándo comienza la “persona jurídica” ni cuándo debe aplicarse el derecho a la vida.  La doctrina mayoritaria sostiene que el derecho a la vida no está protegido legalmente sino hasta después del nacimiento”.

El cuerpo femenino no puede ser el campo de batalla de la moral de los otros, sobre todo de hombres que no sienten ni tienen las mismas funciones biológicas. Solo nosotras tenemos derecho a decidir qué hacer con nuestro cuerpo, y yendo más allá, la existencia de una ley sobre el aborto no significa que todas las mujeres estén obligadas a hacer uso de ella. Nadie obliga a nadie a abortar, pero si una mujer decide hacerlo, debe tener la libertad y la seguridad de poder hacerlo sin ningún tipo de riesgo vital, físico o psicológico.

Negación de la brecha salarial

La brecha salarial no es solo que exista sino que además hay cifras. Esas cifras que a la gente de Vox tan poquito le gustan y que, por supuesto, no se creen.

Según un estudio realizado por los técnicos de Hacienda y con datos de la Agencia tributaria, la media de mujeres cobra unos  4.745€ menos que los hombres, es decir, un 30%. Además, la realidad es que las mujeres ganan menos durante toda su vida laboral lo que las convierte, en su vejez,  más pobres, situando el porcentaje de diferencia entre pensiones en un 37%.

Otro dato es que soportamos más precariedad laboral, nos cuesta más incorporarnos al empleo y solemos pagar con una cara factura el hecho de ser madres, sobre todo en los tramos de edad comprendidos entre los 26 y los 45 años. El 73% de los contratos a tiempo parcial son de mujeres. El 90% de las excedencias por el cuidado de los hijos, los han solicitado mujeres. En un porcentaje muy similar se encuentran las reducciones de jornada que además tienen una incidencia económica al no recibir complementos salariales.

Negar estos datos y tratar de dar cifras que atañen a decisiones, que Vox presume de personales, o comparar  colectivos tan dispares como enfermeras con ingenieros o mujeres de la limpieza con vigilantes nocturnos que cobran pluses, son de una irresponsabilidad que raya en el desprecio.

Y hay más, mucho más en ese programa electoral que segrega una hostilidad hacia la mujer que roza lo enfermizo: según ellos ocultamos las cifras de asesinatos sobre hombres y menores, como si no fueran ya 26 niños asesinados por esa misma violencia en los regímenes de vistas o como si el dato espeluznante de que el 95%de los asesinatos cometidos sobre hombres no fueran cometidos precisamente por otros hombres. En España en concreto son unos 300 frente a los 26 cometidos por mujeres. Las cifras hablan por sí solas.

Hablan de la inversión de dinero público en pensiones de viudedad y pretenden  invertir en la “brecha vital” que hace que los hombres vivan menos años que las mujeres, con lo cual el estado, dicen, se ahorraría de esta forma miles de pensiones de viudedad. El modo en que Vox pretende alargar la vida de los hombres es un misterio (a no ser que sigan los esotéricos pasos de los nazis y busquen el Santo Grial) y parece culpabilizar a la mujer del hecho de ser más longeva, como si prefirieran que fuéramos nostras las que viviéramos menos para no tener que pagar esas pensiones no contributivas que, en muchas ocasiones, se dan en mujeres cuya vida laboral ha sido escasa en beneficio de la familia o nula, impedidas muchas de ellas en el marco social de su juventud, cuando la mujer, según el estado, no tenía derecho a trabajar salvo con permiso del marido. Mucho me temo que de seguir así en unos años los vamos a ver promulgando el abandono de la vida laboral de las mujeres para cederles a ellos los espacios profesionales que parece que les quitamos. Al tiempo.

Hablan también de la no intromisión de la administración pública en la vida privada de los ciudadanos y de que prima la “entrepierna” frente al mérito. Esto, dicen, afecta a la manipulación de las cifras de forma interesada o de datos en los que se habla de los organismos con menos representación femenina eludiendo  aquellos en que la mujer es mayoría, rehusando así, dice Vox, a las elecciones personales de las mujeres y apelando a una cuota ajena al número real de aspirantes.

Las propuestas de Vox sobre violencia de género y sobre temas que afectan a la mujer en concreto, dejan entrever una especie de rabia contenida. Parece molestarles que podamos tener decisión propia cuando hablamos de la libertad sobre nuestros cuerpos pero apelan a decisiones libres y personales en temas laborales, como si el feminismo obligara a las mujeres a emprender vidas laborales no deseadas o como si obligáramos a las administraciones públicas a colocar mujeres en puestos de relevancia o a tener una cuota que en ningún caso existe.

Por otro lado parece que la violencia en general les importa muy poco, al menos la lucha contra otro tipo de violencia, hasta que se nombra la violencia de género a la que tratan de minimizar, ridiculizar y en la que entran en una especie de juego perverso de “tú más” o de “no todos” para que no pueda ser relacionada con el machismo estructural de esta sociedad y sí con un desequilibrio que ellos creen que obra en su contra. Tratan de ocultar la violencia contra la mujer entre otras violencias para que no se aprecie su verdadera dimensión y sus consecuencias reales, consiguiendo, de esa forma, ocultar también el machismo, que no es sino la forma de poder sobre el cual muchos construyen su mundo. Los últimos coletazos del machismo van a ser duros porque perder ese poder que llevan ostentando desde siempre, para todos aquellos que tienen una masculinidad mal entendida y para quienes la mujer es una especie de amenaza a su Status Quo, será una pelea que van a tratar de ganar y en la que pretender que las mujeres seamos el campo de batalla o poco menos que el botín de guerra que hemos sido siempre.

Tal como está el panorama político en este país, tal como vemos vislumbrarse el futuro, no hay partidos ni movimientos representativos con suficiente fuerza para hacer frente al reto de parar el auge de la derecha que, ahora sí, se une para alcanzar el poder: lo único que les interesa. El movimiento feminista está siendo por el momento la única respuesta. Necesitamos más que nunca ser aliadas, cómplices alegres en contra de este mal creciente. Necesitamos que los hombres salgan también a la calle y nos apoyen porque sabemos que hay hombres que no se reconocen en estas (ni en otras) leyes que van a tratar de cambiar o en los idearios que comienzan a mostrar su cara más réproba y rancia. Necesitamos aliados, que VOX sepa que no representan a tantos como creen y que su discurso fácil contra las mujeres no cala en el pensamiento de la gente que respeta los derechos fundamentales de la mitad de la humanidad.

A nosotras nos van a tener enfrente  porque no podemos aceptar ser monedas de cambio en sus juegos de sillones, no vamos a dar ni un solo paso atrás en mantener lo que hemos conseguido hasta ahora y tampoco vamos a permitir que se negocie con nuestros derechos. Vamos a defendernos. A salir a la calle las veces que haga falta. Vamos a pararlos.  El mensaje que se va a dar hoy es claro y rotundo #niunpasoatrás ante el machismo. #NiUnPasoAtrasEnIgualdad #NuestrosDerechosNoSeNegocian . Nos va la vida en ello.

 

Por Nina (@ninapenyap )

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  • 30 octubre, 2019 en 00:01
    JOSÉ REPISO MOYANO

    Muchos quieren quedar bien con todos: con el explotador, con el manipulador, con el antifeminista, con el corrupto, con el que odia al inmigrante, con el taurino, con el ateo, con el cazador, con el fanático de la patria y con todas las mentiras.
    Sí, quedar bien con muchos es objetivamente ganar votos, premios, influencias, besitos en el culo, columnas en la prensa, puertas abiertas por todos sitios, y un sin fin de evitar verdades.
    Pero ¿qué pasa con el que tiene un deber total con la ética-verdad y lo cumple totalmente por su condición de ser bueno?, ¿qué pasa con él? (ésa es la pregunta del siglo).
    Pues que todos, todos, sí, que todos vosotros lo vetáis y lo fusiláis de inmediato, teniendo él que resistir, aguantar, agonizar, enterrar lágrimas, sobreexistir, superar toda una serie de criminalidades y de torturas infinitas solo por lo que le hacéis vosotros o por vuestra cara.
    Exacto, eso nada más ha sido el resumen de la historia, que el que se guía por la verdad sin engaños y lucha por solo ella no cuenta jamás ni con agua entre tantos pillos y aprovechados que se mueven por todos los estamentos sociales, por todos los rincones de la sociedad o de Internet.
    ¡Pero hay esperanza!, ¡claro!, ¡algo me dice que ése «terrorismo monstruoso» terminará!, y ¡menos mal que terminará de una vez o al fin! José Repiso Moyano

  • 30 octubre, 2019 en 00:03
    JOSÉ REPISO MOYANO

    Muchos quieren quedar bien con todos: con el explotador, con el manipulador, con el antifeminista, con el corrupto, con el que odia al inmigrante, con el taurino, con el ateo, con el cazador, con el fanático de la patria y con todas las mentiras.
    Sí, quedar bien con muchos es objetivamente ganar votos, premios, influencias, besitos en el culo, columnas en la prensa, puertas abiertas por todos sitios, y un sin fin de evitar verdades.
    Pero ¿qué pasa con el que tiene un deber total con la ética-verdad y lo cumple totalmente por su condición de ser bueno?, ¿qué pasa con él? (ésa es la pregunta del siglo).
    Pues que todos, todos, sí, que todos vosotros lo vetáis y lo fusiláis de inmediato, teniendo él que resistir, aguantar, agonizar, enterrar lágrimas, sobreexistir, superar toda una serie de criminalidades y de torturas infinitas solo por lo que le hacéis vosotros o por vuestra cara.
    Exacto, eso nada más ha sido el resumen de la historia, que el que se guía por la verdad sin engaños y lucha por solo ella no cuenta jamás ni con agua entre tantos pillos y aprovechados que se mueven por todos los estamentos sociales, por todos los rincones de la sociedad o de Internet.
    ¡Pero hay esperanza!, ¡claro!, ¡algo me dice que ése «terrorismo monstruoso» terminará!, y ¡menos mal que terminará de una vez o al fin! Y tendrán piedad. José Repiso Moyano