Tal día como hoy, otro uno de octubre de 1931, las mujeres conquistábamos un derecho más en España. El Congreso de los Diputados aprobaba nuestro derecho al voto, con 161 votos a favor y 131 en contra. El debate y su aprobación los hizo posible la entonces diputada Clara Campoamor. Y, paradojas de la vida, fue otra diputada la que lideró la opción contraria, Victoria Kent. Ambas llegaron a la cámara baja como diputadas y, junto a Margarita Nelken, se convirtieron en las únicas mujeres elegidas, frente al resto de 467 diputados.
Los comicios de abril de ese año, en los cuales sólo pudieron ejercer su derecho al voto los hombres, inauguraron un nuevo tiempo en nuestra historia más reciente. El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República. Y tres meses después, el 14 de julio, quedaron inauguradas las Cortes Constituyentes, de cuya labor debía surgir una nueva Constitución.
Muchos fueron los cambios y las reformas que el nuevo gobierno afrontó. Y en poco tiempo se consiguieron grandes logros. Algunos de estos fueron importantes hitos que marcaron un antes y un después. Uno de ellos, la consecución del derecho al voto de la mujer que, fue posible por la convicción ideológica de algunos sectores políticos y por el liderazgo con el que prendió el debate en las Cortes, gracias a una mujer, Clara Campoamor que fue valiente en su apuesta, pero escasamente reconocida en su valentía y en su convicción ideológica.
Convicción que defendía así al cerrar su discurso: “Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté, considero que es mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta la muerte; que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor del voto de la mujer, y que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República española”.
Finalmente, la Constitución de 1931 recogía en su Artículo 36. “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes”. Y así es como, por primera vez, en 1933, en España, se convocan unas elecciones por sufragio universal y las mujeres ejercen su derecho al voto.
Desafortunadamente, mucho cambiaron las cosas poco tiempo después. El golpe de estado franquista en 1936 acabó con todos los derechos y avances sociales con los que un día soñamos y por los que luchamos. Por algunos de ellos, hoy seguimos en el combate al pie del cañón. Afortunadamente, el sufragio universal no es uno de ellos, y, en este sentido, el legado de Clara Campoamor es inmenso.
Por Lourdes Pastor (@Lulespastor)
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Pero, como pronosticó Félix Gordón Ordás, votaron los púlpitos de la Iglesia, y la derecha ganó, ya que no era oportuno el voto de la mujer en esos momentos, ya que estaba sometida al marido y a los curas…