Las heridas del pueblo andinodescendiente en Perú aún están abiertas y siguen doliendo.
En la capital, quienes usan sus vestimentas tradicionales, saben que van a ser marginados y tendrán que resistir.
Quienes hablan con acento quechua (o cualquiera de las más de sesenta lenguas que se habla en el país) saben que tendrán que hacer todo lo posible por castellanizar su lenguaje en ciertas esferas y tendrán que resistir.
Quienes tengan marcados rasgos originarios los esconderá lo mejor posible para pasar desapercibidos evitando así cualquier burla a su imagen, y tendrán que resistir.
Ser marrón en el Perú se ha vuelto un acto de resistencia a esa rancia esfera clasista que parece no estar enterada que el Perú es un país mestizo donde confluyen, como en un crisol, todos los colores, todos los matices, todos los tonos.
Es en ese estado de resistencia que la juventud toma la vanguardia y surgen artistas como Claudia Aragón, cusqueña de nacimiento, quien llegó hace diez años migró a Lima, la capital del Perú, para estudiar: “Yo soy la primera profesional de mi familia, voy a ser el ejemplo de mis primas”.
Claudia es especialista en indumentaria, ha acuñado el término “Chola Contemporánea” a todas sus presentaciones y apariciones públicas como una manera de reivindicar sus raíces: “Chola/o es una palabra con la que por mucho tiempo se nos ha tratado de minimizar, es la manera como aquellos que son blanco o menos marrones nos señalan, porque la tendencia de la sociedad peruana es dejar claro que los andinodescendientes somos color marrón y el hecho de tomar esa palabra para empezar a autodesignarnos con orgullo es una lucha que tenemos que ganar a diario, porque darnos cuenta que hemos sido racializados por mucho tiempo, ayuda a liberarnos de la opresión.
Al autodenominarme chola contemporánea quiero dejar claro que amo mis raíces, porque sé muy bien de donde vengo, cuáles son mis tradiciones, las de mi familia y mi gente, pero también soy una mujer del siglo XXI, no puedo escapar de la tecnología y todo lo que me rodea. Creo que podemos combinar la estética y la cosmovisión de lo andino con la vida del siglo XXI sin perder nuestra esencia y sin dejar de ser quienes somos.”
Claudia ha realizado varios desfiles de moda en los que prima otro concepto que ha acuñado en base a su trabajo y que cada vez se hace más popular en el circuito de la moda en el Perú, El sincretismo estético: “ Es básicamente un acto político de resistencia, históricamente hay una tendencia muy marcada a homogeneizar la indumentaria, y eso responde a patrones hegemónicos occidentales que no representan en absoluto a las poblaciones indígenas de las que todas las latinoamericanas tenemos raíces, esta negación e invisibilización de la estética indígena ha traído consigo otros estigmas, como los educacionales, sociales e incluso académicos, se nos ha marginado a lo andino, se nos ha minimizado cuando tenemos toda una cosmovisión detrás. Hace aproximadamente cinco años que uso la vestimenta que usaría mi abuela, y lo combino con elementos que me gustan, manifiesto así el orgullo por mi historia, el amor por mi familia y mi ser andina.
Fotografías de Omar Urcid & Miguel Huerta desde México para Mujeres en Lucha
Es hora de mostrarnos como somos, que la sociedad entienda que nuestra indumentaria no es un disfraz y que tampoco quede relegado a ciertas ocasiones, nuestra indumentaria es algo vivo que tenemos que llevar con orgullo y mostrarlo a diario.”
Claudia actualmente está viajando por varios países latinoamericanos, brindando talleres a mujeres para aprender juntas a romper con los cánones de belleza, que no sólo son imposible, sino que no contemplan la belleza natural de las mujeres racializadas: “Abrazar el feminismo me ha traído la posibilidad de trabajar en sororidad con muchas mujeres increíbles.
Las mujeres somos muy poderosas, pero el sistema patriarcal nos ha dicho desde siempre que debemos competir entre nosotras, la tarea de todas las artistas es dejar en claro que las mujeres debemos trabajar en unidad y combatir el patriarcado juntas. Entendiendo eso podremos avanzar hacia una sociedad basada en la igualdad, y para empezar a transitar ese camino hay que empezar en una misma.
Hace un tiempo, me vi al espejo luego de salir de la ducha, las gotas de agua, y la luz reflejada en ellas hicieron un efecto maravilloso y me vi brillar. Mi piel marrón relucía como el cobre, fue ahí que dije ‘Me acepto y me amo como soy, acepto completamente todo lo que soy’. Quisiera que todas las mujeres maravillosas que estoy conociendo gracias al feminismo, lleguen a esa misma conclusión y que con esa energía podamos cambiar el mundo”.
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Por Lara Salvatierra @larasalvatierra
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