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Sororidad…Imprescindible a todos los niveles

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Siempre hemos escuchado que las peores enemigas de las mujeres somos nosotras mismas. Mi  generación lo ha tenido eso mucho en cuenta y aunque las generaciones actuales han ido evolucionando en ese aspecto, aún queda mucho trabajo por hacer. El patriarcado nos ha ido inculcando durante siglos que las mujeres somos rencorosas, vengativas, envidiosas, desconfiadas, resentidas y recelosas. Todo un abanico de atributos negativos con los cuales poder enfrentarnos unas a las otras. Una situación que ha favorecido siempre a los hombres, pero que no es otra cosa que una manipulación a su conveniencia.

Al igual que en política, en el tema del feminismo hay muchas corrientes. Hay sectores más radicales que otros, mujeres que necesitan muchos años para asumir que tienen los mismos derechos que los hombres. Y no se trata únicamente en lo referente a leyes, derechos laborales y salariales, sino que el feminismo va más allá de esas cuestiones puramente legales. Un feminismo que les haga ver y entender que no somos personas de segunda categoría, que no tienen porque sentirse culpables si reclaman tiempo y espacio para sí mismas en vez de ser las eternas abnegadas de la familia. Que el respeto hacia nosotras va más allá de que te llamen “señora” sino que tiene que reflejarse en el comportamiento de los hombres en el hogar, por la calle, en los lugares de trabajo o de ocio.

Y si queremos conseguir todo esto, el primer y más importante paso no es la lucha contra el patriarcado, sino la unión incondicional entre las mujeres. Saber y creer que si estamos unidas, aunque haya que luchar, no podrán con nosotras.

Aunque lo ideal sería que todas tuviésemos la misma forma de pensar y actuar, soy consciente que por circunstancias, educación, edades o cualquier otro factor influyente, hay también muchos puntos de vista diferentes, formas distintas de percibir y ejercer el feminismo. Incluso, mujeres que nada quieren saber de feminismo, pero que no son conscientes de que sin éste, no disfrutarían de los cambios que se han ido produciendo a lo largo de la historia. Pero eso no debe ser motivo para que no estemos unidas. Y ahí es donde se demuestra la importancia de ejercer la sororidad. Demostrar sororidad hacia nuestras compañeras no nos hace renunciar a nuestras propias ideas, al contrario, nos refuerza más en nuestras posiciones y se convierte en un arma poderosa en la lucha contra el machismo, la misoginia y el patriarcado. La sororidad es un arma de empoderamiento para las mujeres. Si estamos unidas, más poderosos serán nuestros argumentos y restamos fuerza a quienes nos quieren ver enfrentadas unas con otras.

Como era de esperar, la palabra “sororidad” no la podemos encontrar en el diccionario de la RAE (organismo dirigido históricamente por hombres, claro está). Aún no, pero no tendrán mas remedio que ir pensando en incluirlo. Por eso haré referencia a las palabras de la feminista y antropóloga mejicana, Marcela Lagarde, que lo describe de la siguiente forma: “La alianza de las mujeres en el compromiso es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión y por crear espacios en que las mujeres puedan desplegar nuevas posibilidades de vida”. Si analizamos la palabra de forma etimológica, sororidad proviene del latín “soror” que significa hermana, compañera mas el sufijo –dad, que significa cualidad de algo. Así sororidad puede significar la cualidad de hermanamiento.

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Ahí es donde tenemos que hacer hincapié. El hermanamiento, la empatía y la solidaridad entre mujeres. Y es que es tan necesario como el respirar, comer o dormir.

Siguiendo con los pensamientos de Marcela Lagarde: “La sororidad está basada en una relación de amistad, pues en las amigas las mujeres encontramos a una mujer de la cual aprendemos y a la que también podemos enseñar, es decir, a una persona a quien se acompaña y con quien se construye.”…” En esta relación, unas son el espejo de las otras, lo que permite a las mujeres reconocerse a través de la mirada y la escucha, de la crítica y el afecto, de la creación, de la experiencia de otras mujeres.” Ésta es nuestra arma para poder eliminar ese concepto histórico de la enemistad entre mujeres.

Podemos ejercer la sororidad de muchas formas. Incluso no estando de acuerdo con lo que hacen las demás. Tú no tienes porque hacerlo, pero flaco favor le haces a las mujeres (ni a ti misma) si además lo criticas y lo condenas. Porque es fácil ser sorora en situaciones que son evidentes, como por ejemplo ante una situación de maltrato, de humillación, de violencia…Pero lo que es igual de necesario es ejercerla en otro tipo de situaciones en las que también hemos de apoyarnos incondicionalmente.

No critiques a una mujer por su apariencia física, por su forma de vestir o por no maquillarse. Aunque no estés de acuerdo, respétalo y defiende su derecho a ir como le apetezca, igual que tú. Pero tampoco taches a una mujer de superficial si se interesa por la moda o le gusta maquillarse. Libertad sobre todo.

No asumas que una mujer que ocupa un puesto de mando es porque se ha acostado con alguien. Defiende su capacidad de trabajo, defiende su valía. Si das por hecho que lo ha conseguido de esa forma, jamás lograremos que se nos reconozca por lo que valemos en realidad.

No consientas “nunca” que llamen a una mujer puta. Aunque sea otra mujer. No permitas esa humillación.

Si tú quieres ir depilada estas en todo tu derecho, pero exactamente el mismo derecho de las que no se depilan. No te gusta, vale, pero respétalo y no lo critiques.

Son muchas las situaciones en las que puedes “aliarte” con tus hermanas. Y debes hacerlo. Porque por encima de nuestros propios gustos, preferencias o ideas, está el hecho de que es precisamente gracias a muchas mujeres luchadoras, que se enfrentan día a día al patriarcado machista, es que tú puedes elegir como quieres vivir. Hay que remar todas en la misma dirección para avanzar.

Y recuerda siempre que el enfrentamiento y la enemistad entre mujeres es el arma infalible del patriarcado. Nuestra sororidad será el muro en el que se estrellen sus balas.

Por Ani García (@agfotografia14 )

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