Aquel día me desperté con la noticia de que un maltratador machista de 25 años tras maltratar a su pareja, le da una paliza a otra mujer, a la que roba el móvil, y atropella a una mujer que acaba ingresada en la UCI. Estas dos últimas son mujeres prostitutas.
¿Cuál fue la causa que le empujó a realizar semejantes salvajadas?
Según ha confesado, odio a las mujeres.
En Facebook hay hombres organizando grupos para asesinar mujeres. No se cierran ninguno de sus perfiles porque organizarse para planear asesinar a una mujer no infringe las normas; pero, mostrar unos senos, sí.
Estos crímenes no dejan de sucederse. Un hombre atacó brutalmente en Barcelona a una mujer y creyéndola muerta la tiró por el espigón. Algunas personas que pasaban por el lugar, a pesar de escuchar sus gritos, decidieron pasar de largo.
Mi nivel de espanto crece conforme voy leyendo, en tan solo una hora, las noticias recientes.
¿Qué está pasando?
Ya hay voces, dentro del feminismo que afirman que todo este terror que nos infligen a las mujeres no interesa combatirlo con firmeza, porque es necesario para mantener este sistema de uso y abuso de las mujeres y sus capacidades.
Cuánto más aterrorizadas estemos, menos ocuparemos el espacio público, menos accederemos a puestos de relevancia empresarial, política, judicial, menos podremos iniciar el cambio. Sinceramente, empiezo a sospechar que tienen razón.
Imagen: Paula Felipe Guillem.
Lo que queda más que constatado es la falta de voluntad política que hay para acabar de una vez con el terrorismo que asesina impunemente, semana tras semana, a mujeres en nuestro país.
Se firmó el pasado año un Pacto de Estado contra la Violencia de Género que se convirtió en un acuerdo de mínimos y sin garantías de aplicarse.
El Gobierno afirmó que empezaría a aplicarse el pasado 1 de diciembre, en principio, con un presupuesto final de 1000 millones de euros durante cinco años, 200 millones anuales, que actualmente están congelados porque dependen de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
Desde entonces se han seguido asesinando mujeres, incluso mujeres que habían denunciado varias veces y a las que no se les creyó.
Porque esa es otra. Cala más en la opinión pública el mensaje del hombre denunciado falsamente y maltratado por su mujer, que la realidad de 105 personas asesinadas por violencia machista en 2017.
Si entran en cualquier foro donde se debate este tema pueden comprobar cómo hombres (“siempre víctimas” de la aplicación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género del año 2004) consiguen centrar el debate en las hipotéticas denuncias falsa, aunque el objeto de este debate sea un nuevo asesinato machista. Es una locura.
Recuerdo la gran idea de este Gobierno a principios de año de utilizar el 016, teléfono de atención a mujeres maltratadas, para asesorar a hombres sobre igualdad, informarles sobre sus derechos en materia de «conciliación, relaciones paterno-filiales, separación y divorcio, custodias». Mostrando así el concepto de igualdad que tienen los señores y señoras que nos (des)gobiernan. En tan solo unas horas se vieron en la obligación de rectificar, alegando que se trató de un equívoco en la redacción de las cláusulas del pliego para la licitación del 016. Queda constancia de la misoginia interiorizada de estas personas que además de tomarnos el pelo, dudan de nuestra inteligencia.
Deberíamos exigir que se depuraran responsabilidades políticas, y cayeran las personas responsables de esta rocambolesca idea, porque es obvio que no saben lo que se traen entre las manos. El 016 era un espacio de ayuda a mujeres maltratadas, y esa debe ser su única función.
Tras varios intentos del feminismo de reclamar medidas firmes y serias para acabar con esta sangría, algunos multitudinarios, como la marcha del 7N; las reiteradas denuncias, los minutos de silencio, las horas de pedagogía en redes, la lucha diaria, los encierros; los asesinatos machistas no cesan, y el Gobierno sigue sin actuar con firmeza.
Hemos de ser capaces de decir: ¡Basta¡, desde nuestras entrañas. ¡Basta de burlas!
¿Cuántas más hemos de enterrar para acabar con esta sangría, señores y señoras del Gobierno?
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