“No se nace mujer; llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se le califica como femenino.”
No. Si Simone de Beauvoir fuera feminista ahora, no sería trasnfeminista. Que no haya lugar a dudas.
Este 8 de marzo si he de pintarme, no cogeré purpurina, ni brilli brilli. No es que no me guste, es que lo dejo para las celebraciones u otro tipo de eventos. Para las manifestaciones en las que se reivindican derechos que le costaron la vida a muchas mujeres, me pongo pinturas de guerra. Porque tenemos que seguir luchando: por conservar nuestros derechos y por conseguir que no nos maten más. Simple y llanamente.
Me acuerdo de estos últimos años en los que las manifestaciones han sido masivas. ¡Cuántas éramos! Ay, si todas hubiésemos votado. “Mamá, no te preocupes, hoy no salgo sola” se leía en pancartas de las mas jóvenes. “No puedo creer que siga protestando por esto” decían las mujeres de la generación de mi madre.
Y hoy yo tampoco me creo que tengamos que estar lidiando con esto. ¿Habéis puesto la televisión estos días? Pues mejor si no lo habéis hecho porque ver, de nuevo, como intentan desacreditar el feminismo me tiene hastiada. Por poner un ejemplo: la prostitución no divide al feminismo. El feminismo es abolicionista. Si eres abolicionista, eres feminista. No os empeñéis en hacer tertulias sobre este tema porque es un debate inexistente. Otra cosa es que a la señora Ministra de Igualdad se le haya olvidado, pero quizás, con escuchar por un momento las demandas feministas vuelva a recordarlo. Esto junto con el anteproyecto aprobado esta semana de para otra entrega. No voy a profundizar ahora, pero no lo olvidemos.
Tampoco me puedo creer que quieran dibujar de nuevo la imagen de bruja mala a las feministas. El movimiento feminista es el movimiento de las mujeres. Las mujeres somos las que no damos guerra en las manifestaciones, las buenas. Las que no cortamos carreteras cuando asesinan a cuatro de nosotras en un día, ni rodeamos el Congreso para pedir el “solo sí es sí”. Pues resulta que, ahora, somos violentas. Sí. Y quizás nos iría mejor si nos pusiéramos a romper.
El feminismo no ha matado a nadie. El feminismo no maltrata ni odia. El feminismo no se opone a que ningún otro colectivo luche, trabaje y consiga los derechos que le corresponden. Si conocéis a alguna mujer feminista seguramente estéis de acuerdo en que es una mente en guardia, que nunca descansa y que se mueve en otras luchas. Pero eso no quiere decir que no tengamos claro cuáles son los objetivos del movimiento que lucha por los derechos de las mujeres. Somos nosotras, las feministas, quienes marcamos nuestra agenda. Una agenda feminista por la que tenemos que salir a la calle el 8 de marzo y el resto de días.
Cada movimiento tiene su agenda y algunos objetivos pueden ser comunes y otros no. Hablo del transactivismo, sí. Las mujeres no somos transfobas por decir que el sujeto político del feminismo es la mujer. Puede ser que haya mujeres transfobas, y hombres también, no lo niego. Pero atreverse a hacer semejante acusación hacia mujeres que han luchado toda su vida por los derechos de las mujeres, y de homosexuales, y de personas trans, es un hecho muy grave.
Tampoco puedo creerme que estemos debatiendo sobre esto. Repetid conmigo: el género es un constructo social. No podemos defender la herramienta de opresión patriarcal hacia la mujer como algo feminista. Lo siento, pero no. No todo cabe en el feminismo. Se acabó intentar hacer del movimiento de las mujeres un cajón de sastre donde cabe todo. Si seguimos así, por qué no aceptar el «feminismo amazónico» de Cayetana, que digo yo que ese feminismo será el que ejercen las mujeres como ella cuando montan a caballo mientras comentan con desprecio que ellas no son como las otras, como las “feminazis”. No vamos a permitir que se haga ley la opresión. Ojo, no digo con ello que no exista la disforia de género.
No me gusta que nos hagan creer que el problema actual del feminismo es definir qué es ser mujer. ¿Y quién piensa en los hombres? ¿Qué es ser hombre? ¿Por qué no se debate y nadie se lo pregunta? Vaya.
Nadie se imagina al burgués dentro del movimiento obrero, luchando desde dentro. Todo el mundo tiene claro que el obrero y el burgués no son lo mismo. Que sus intereses y objetivos discurren por senderos opuestos. Entonces no entiendo por que cuesta tanto entender que en el feminismo no cabe una idea y su contraria. No cabe la libertad sexual de unas mujeres sí, y de otras no.
No me puedo creer que con esto se desvíe el foco de lo que tenemos en la calle. De los asesinatos a manos de monstruos machistas que cometen crímenes en presencia de sus propios hijos e hijas, de que cuatro de los asesinatos de este año los cometieron miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de las violaciones a menores en centros tutelados, de las dobles jornadas, de las cuidadoras, de las enfermedades que no se investigan y que solo nos afectan a nosotras, de los techos de cristal y de los suelos que, por más que limpiemos, siguen estando pegajosos. Estas cosas no se debaten en prime time. Estas cosas no venden.
Recuerdo que hasta no hace mucho gritábamos con ganas que “lo que no se nombra no existe” y no me puedo creer que ahora, lo feminista, sea que no se nos nombre.
No me puedo creer que tengamos que volver a luchar por esto.
El artículo comienza haciendo referencia a una de las frases que más está siendo instrumentalizada al antojo de quien sigue con fe los postulados queer, y qué mejor que terminarla con otra de la misma autora:
“…bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”, Simone de Beauvoir.
Por Ana M (@anizmoreno_)
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