“Esto es Pozoblanco y esto es la manada”. ¿Lo recuerdan? Sí, cómo olvidar a un violador decir esas palabras. Igual que no hemos olvidado el día en el que el Tribunal Supremo sentenció a los miembros de la conocida manada de Pamplona como violadores.
Ayer se volvieron a sentar en el banquillo de los acusados, pero, esta vez, por otro delito. El día de los hechos se encontraban en el sur de España, en la localidad cordobesa de Pozoblanco. Allí, de fiesta, conocieron a una joven que al finalizar la noche se fue con ellos en coche. Al encontrarse en el vehículo la joven quedó sumida en un estado de letargo hasta el punto de que, en el ya conocido chat de whats app, los amigos de los acusados llegaron a preguntar que si estaba muerta.
La fiscalía pide esta vez tres años de prisión para los ya violadores por un delito de abuso sexual (pena máxima de 3 años), a ello se suman otros cuatro años por un delito de violación de la intimidad y en el caso de Cabezuelo, una multa de 12 euros diarios durante dos meses por lesiones leves ya que propinó un puñetazo a la víctima.
Ayer comenzó el juicio donde los cuatro acusados se han declarado inocentes y se han negado a responder a pesar de que existe el famoso vídeo en el que se basa el procedimiento, donde se les ve tocando con animo libidinoso a la chica y besándola mientras ella no es consciente de lo que sucede. Es precisamente este vídeo el que ha ocupado parte de la primera sesión y sobre el que la defensa ha solicitado al tribunal que se pronuncie sobre la nulidad de dicho medio de prueba ya que considera que, al haberse obtenido en otra investigación vulnera el derecho de defensa de los acusados. El tribunal decidirá al respecto en el fallo. Si bien, se ha destacado por parte de la fiscalía que, en el momento de la detención de los acusados por el crimen de Pamplona los mismos dieron su consentimiento al entregar los dispositivos móviles y sus correspondientes claves de forma voluntaria.
Hoy declara la víctima, para quien no será un día fácil. Ha pasado momentos muy duros y juicios del calibre de este no ayudan a una reparación. Sin embargo, la esperanza de que también se haga justicia y sean condenados se hace cada vez más fuerte. Al igual que el apoyo de la sociedad, que ya ha salido a la calle a mostrarle que ella tampoco está sola.
Por Ana M. ( @anizmoreno_ )
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