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Acrobacias para justificar la violación

Me siento mareada.  Y, no es de extrañar, porque llevo días escuchando argumentos que dan volteretas, hacen espectaculares piruetas y hasta terminan con un salto mortal para poner el broche de oro a su opinión sobre el consentimiento expreso en las relaciones sexuales.

Corriente del puritanismo que se va a cargar la pasión, castigo a todos los hombres por un 2% de violadores, necesidad de firmar un contrato para echar un polvo y miedos a ser víctimas de denuncias falsas…

Mi cabeza da vueltas al ritmo de las acrobacias, pero llega un momento en el que para, permitiendo que mente, cuerpo y emociones se conecten y los argumentos salgan de mi boca avanzando en paso firme, sin florituras ni adornos. No los necesito, estoy tan segura de lo que digo que puedo sostener la mirada y aguantar el silencio sin mover un ápice mi postura.

Siempre recuerdo las metáforas que me han ayudado a integrar y, por tanto, a poder transmitir determinados conceptos como la indefensión aprendida (a través del elefante encadenado) o el síndrome de habituación (utilizando la rana hervida).

En el caso del consentimiento también me ha resultado de gran utilidad el símil con la taza de té que plantea ONG Mujer Mundo1. Es descontextualizar el tema para poder mirarlo con nitidez, ya que la cultura de la violación nos ha hecho empañar y normalizar actitudes que son alarmas para saber que estás violando o has sido violada. Así de claro, la violación ha convivido entre nosotros y nosotras y desenmascararla no va a ser fácil; así, que, al menos llamemos a las cosas por su nombre y no contribuyamos más a liarnos.

Conviven conmigo tantos relatos de violación sin saber que lo era (dentro y fuera de una relación de pareja, en este último caso recomiendo el corto “Je suis ordinarie” de Chloé Fontaine); que ponerme a hablar de hipotéticos casos en los que una malvada chica se va a interponer una denuncia después de haber disfrutado de una noche de placer, me resulta absurdo y doloroso. Mi experiencia no es representativa, pero para eso están iniciativas como #cuéntalo: para que pase a serlo al sumarse a la experiencia del resto de mujeres.

Muchos hombres os uniréis para luchar por mantener el privilegio, incluso tendréis el apoyo de argumentos de mujeres alienadas que os acompañen en vuestras lucidas acrobacias. Pero el feminismo es un movimiento imparable y está llevando este espectáculo machista a la cuerda sin red. Y lo hace desde la tranquilidad de pisar sobre la tierra, desde el equilibrio que sólo permite haber perdido el miedo a mirar más allá del orden establecido.

Por Pilar Adán (@adan_mujer )

 

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