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El horror de las jornaleras marroquíes

En los últimos días ha llegado a los medios de comunicación la denuncia por abusos sexuales de cuatro mujeres hacia un manijero en la recogida de la fresa en Huelva. Y, de nuevo, han saltado todas las alarmas con respecto a este asunto. Un secreto a voces.

Kalima, el día que denunció a su acosador. Fuente: Stefania Prandi. Correctiv.org

 

Los acosos sexuales a las jornaleras llevan produciéndose desde hace unos 30 años. Los empresarios se aprovechan de las críticas situaciones en las que se encuentran estas mujeres para realizar este tipo de prácticas y que queden en silencio. Son extranjeras, en su gran mayoría marroquíes, que vienen solas a España a trabajar durante los meses de recogida, y poder llevar así algo de dinero a sus casas. No conocen a nadie, no saben hablar el idioma, algunas ni si quiera saben escribir ni su propio nombre. Una circunstancia de mucha debilidad, que los empresarios aprovechan para explotarlas en todos los sentidos.

A finales del pasado mes de abril, la revista alemana Correctiv.org, publicó un reportaje acerca de estos abusos en campos italianos, marroquíes y españoles, como el caso del de Huelva. La gran cantidad de dinero que reciben los empresarios por estas recogidas, han hecho que se hayan unido todos para negar los hechos. Ante las cámaras y ante la justicia.

Aunque las situaciones que viven son tremendamente abusivas, estas mujeres no son capaces de delatarles ante la policía. Están continuamente amenazadas por sus jefes: “O eres buena conmigo o no vuelves el año que viene”, “o te dejas o te quedas sin trabajo”. La última de estas denuncias fue el 25 de mayo por un grupo de cuatro mujeres, que acabó con la detención de un hombre de 47 años. Quedó en libertad con cargos. La Consejería andaluza de justicia ha pedido una investigación a la Fiscalía de Huelva.

Todo esto ya ha llegado a oídos del gobierno y los medios de comunicación marroquíes y el pueblo ha pedido que se actúe en consecuencia. El mismo gobierno de Marruecos asegura tener abiertas investigaciones judiciales por este asunto. Mohamed Yatim, ministro de Empleo del país norafricano, ha pedido que estas no silencien los abusos que puedan sufrir.

El Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) ha acogido a las mujeres que han denunciado estas situaciones y las ha alejado de Huelva para que no sufran ningún tipo de presión y logren llevar sus testimonios ante el juez. La única manera de que estos abusos paren es que estas denuncias lleguen a trámite y las afectadas sean capaces de relatar todo lo que les ha sucedido. “Lo único que quiero es que se demuestre la verdad de nuestra historia”, dice Aicha, una de las jornaleras. “Tengo que recuperar mi dignidad”.

 

Diez temporeras permanecen escondidas en un pueblo andaluz. Fuente: Sara Rosati, El País.

“Vine aquí a el 2 de marzo de 2017. Vine para trabajar y dejé a mis hijos, mi marido y mi casa. Aquí, yo era usada y abusada. Ellos explotaban la situación en la que yo me encontraba. Él me aisló y me forzó a ir con él. Me amenazó con mandarme de nuevo a Marruecos si yo le rechazaba. Si no le seguía, me dijo que me mataría. Me tuve que arrodillar ante él y me forzó a tener sexo anal. No conocía a nadie. No conocía el idioma. Él me decía que era inútil que hablara con alguien, nadie me ayudaría. Me dijo que, si se lo contaba a alguien, nos mataría a los dos. No puedo olvidarlo. Preferiría morirme a volver a Marruecos. ¿Qué debería decirle a mi marido?”, relata una de las jornaleras, que prefiere no revelar su identidad.

Los testimonios que han llegado tanto a los medios de comunicación extranjeros como a los españoles son desgarradores. La situación en la que se encuentran estas mujeres es de un terrible desamparo, ante el que solo podemos pedir que se haga justicia. Y, por supuesto, que no vuelvan a producirse este tipo de prácticas. Ninguna mujer tiene que verse obligada a realizar algo que no quiere porque se le amenace con perder su trabajo. No tenemos por qué ser chantajeadas simplemente por ser mujeres y estar en una situación de debilidad con respecto a estos empresarios.

Para ello necesitan de nuestra lucha. Todas y cada una de nosotras debemos solidarizarnos con ellas y denunciar estas prácticas, e intentar de esta manera que ninguna mujer en el mundo tenga que soportar algo así nunca más. Si nos tocan a una, nos tocan a todas.

Por: Andrea Martín Sánchez (@andrea_martin_s )

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