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No estamos cansadas. Estamos hartas.

Minerva, Patria y Dedé. Las hermanas Mirabal. Este día es en su honor. Las asesinaron en nombre de un dictador. Por luchar. La lucha de las mujeres siempre fue coartada, reprimida, juzgada. Cualquier acto que haga una mujer no cabe duda que será cuestionado. Y a lo largo de la historia hemos sido testigo.

No me dijeron en el colegio quienes fueron. Hace 20 años este día al igual que el 8 de marzo no significaba absolutamente nada. Muchas (y muchos más) personas de mi generación no sabrán de sus nombres. Ni de las causas de sus muertes. Y no les juzgo, yo tampoco lo sabía hasta hace relativamente poco. Tampoco me explicaron su existencia en el Instituto. Hace 10 años tampoco éramos tan importantes; si no había ni filósofas en el temario qué estoy pidiendo ahora.

Cuando nací, allá por principios de los 90, otras tres adolescentes desaparecieron en Alcasser. De esto algo nos suena, quizás hemos escuchado más las teorías sobre qué pasó con uno de los condenados que sobre ellas. Tres niñas que salieron de fiesta e hicieron autostop, algo que nos parece impensable para muchas jóvenes que hemos crecido con la certeza de que hacer autostop entraba en el amplio abanico de situaciones peligrosas para una mujer. Se fueron, dicen, en el coche de un desconocido (esto también está muy mal, a todas nos dicen eso de «no se habla con desconocidos»). Claro, si hacen todo eso, luego pasan cosas. No salgas hasta tan tarde, no bebas, no te pintes, la falda es muy corta y el escote muy largo. Siempre responsables de lo que nos hagan.

Todas las chicas de mi generación recordamos a Marta del Castillo y no por el documental de Netflix (con gran ausencia de perspectiva feminista, hay que decirlo). Cuánto miedo me inundó de nuevo al verlo. Ser conscientes, otra vez, que cualquier día sales por la puerta de tu casa y puede que no regreses. Que tu novio, tu ex o su hermano decide hacerte desaparecer. Y desapareces. Para siempre. Uno de los hombres que hay en tu vida te borra. Y nadie sabe dónde está tu cuerpo. Y no hay justicia material que pueda reparar ese daño a tu familia, a tus padres.

Un verano, cuando ya había acabado la universidad, una chica salió a la feria de un pueblo de Galicia. Uno de esos donde nunca pasa nada. Y, aquella vez, también pasó. Un tal «chicle» la violó y la asesinó. Ella no hizo autostop, no habló con desconocidos y tenía permiso para salir. Hizo todo lo que debía hacer. Y aún así no mandó ese mensaje de “ya en casa” al amigo con el que chateaba; en cambio, ese amigo sí recibió uno donde ella le decía que un hombre en la calle la estaba llamando. Ese mensaje que todas mandamos cuando ya nos sentimos seguras, ese WhatsApp a nuestras madres, a nuestras amigas. Tan simple pero tan importante.

Y así muchísimos otros nombres de mujeres y niñas. Y entonces llega un 31 de octubre, y no tienes ni 18 años. Y sales de fiesta, a divertirte, con amigas. En Igualada. Y es cuando, después de esa noche, tu vida ya no volverá a ser igual. Esa niña a la que encontraron inconsciente en un descampado no le quitaron la vida, porque sus órganos siguen funcionando. Pero no es la misma desde aquella fiesta de Halloween.

Esto es violencia. Que queráis que sintamos miedo para que unos cuantos se crean todopoderosos e impunes.

En España, 1 de cada 2 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista. Pregunta a tu madre, a tu hermana, a tu vecina, a tu compañera de trabajo, a tu profesora…Preguntad a las mujeres para conocer nuestras historias.

En lo que llevamos de año se han registrado 79 feminicidios y otros asesinatos de mujeres.

Sus crímenes nos alientan, nos empujan, nos llenan de ira y rabia. La sangre que corre por nuestras venas entra en ebullición. ¿Qué hacemos? Salimos a la calle, gritamos, nos cuidamos entre nosotras, nos protegemos. Y no basta. No es suficiente. ¿Eres feminista? Te preguntan esperando que contestes para atacar. ¿Qué se responde a esa pregunta? ¿Sigue estando mal visto? ¿Cómo se puede no serlo? Nos juzgan, minusvaloran, se ríen. Somos insultadas, criticadas, censuradas en nuestras profesiones. Nos callan en redes sociales porque hacemos ruido, porque se nos oye y no quieren que se nos escuche. Que la furia se extienda. Y cómo dice el dolor de una madre a quien asesinaron a su hija, “no necesitamos un tambor”, nos representamos a nosotras, porque estamos en nuestro derecho de romper, porque rompemos por todas.

Algo estáis haciendo mal, si seguimos saliendo a la calle.

Violencia es soportar escucharos decir que ya hay igualdad.

Violencia es que carguemos con la responsabilidad de que nos acosen, nos violen y nos maten.

No estamos cansadas. Estamos hartas.

Y por eso salimos, porque el machismo mata, explota, viola, borra a las mujeres.

Nosotras, que sabemos que nada se consigue luchando un solo día, sigamos el camino. Juntas. Organizadas. Por las que ya no están. Por las niñas de hoy.

#BastaYa25N

#MachismoMataALasMujeres #MachismoViolaALasMujeres #MachismoExplotaALasMujeres #MachismoBorraALasMujeres

Por Ana M (@anizmoreno_)

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