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Feminismo liberal y hombres aliados

Faltan tan solo unos pocos días para el 8 M y mientras escribo unos artículos sobre la prostitución en el mundo que me están haciendo sangrar, abro las redes sociales y me encuentro fotos de señores pertenecientes a una élite de diseñadores, cantantes, políticos, deportistas, empresarios etc. que muy feministas ellos se hacen un vídeo donde dicen apoyar la causa feminista bajo el Hastag  #yomesumo.

Unas pocas horas antes Inés arrimadas lanza un decálogo de feminismo liberal que en palabras suyas, “ni excluye ni criminaliza”. Hablan de “igualdad real”, de eliminación de barreras. Dicen apostar por un “feminismo plural, abierto desde el que luchar por la libertad de todos los españoles sin distinción entre hombres y mujeres”. Arrimadas va un paso más allá y habla de que nadie puede repartir carnés de feminista ni “patrimonializar” la lucha por la igualdad.

El feminismo va más allá del 8 de marzo, va de todos los días del año, va de cada momento, de cada día, de cada país y cada continente.

Va desde el colegio hasta la empresa, desde la educación hasta la sanidad, desde el deporte hasta la literatura y el ocio… Se agradecen los aliados, es importante visibilizar hombres declarándose feministas, pero el verdadero aliado no es feminista un día al año y en un momento concreto en que quita protagonismo a la verdadera lucha. El feminismo no es una moda a la que sumarse, sino un modo de ver la vida y de entender la humanidad. Un aliado reniega de las chicas despampanantes en los padocks de motociclismo, un aliado trata de interpretar canciones que no reproduzcan estereotipos, de hacer películas en las que las protagonistas sean mujeres, un aliado no despide a sus empleadas por embarazos o bajas de maternidad ni asciende a hombres que copan los puestos directivos de la mayoría de empresas multinacionales o del IBEX35. Un aliado es aliado siempre, no solo para un video de tres minutos dos días antes de nuestras reivindicaciones. Que se agradece la intención, por supuesto, pero para declararse feminista hace falta algo más que un hastag o que un día en el calendario. Como diría nuestra abuela Emmeline Punkhurts, “Hechos, no palabras”. Un aliado, un hombre feminista ha de ser el primero que crea en la igualdad y contribuya a que el mérito sea el que prevalezca en sus consejos de administración en sus empresas, ha de ser el primero que no cosifique a las mujeres, ha de ser el primero que reclame el valor de la mitad de la humanidad como algo más que actrices secundarias o musas que lo inspiren. Ha de feminizar su espacio. Si de verdad son feministas, que no lo dudo, espero que no todo se quede en tres palabras y nos lo demuestren con actos por los cuales podamos, realmente, llamarlos aliados. De todas formas, se les agradece el gesto.

En cuanto Inés Arrimadas, el segundo titular feminista de la jornada, habría que recordarle que, en efecto, nadie reparte carnés de feminista, pero que tal vez para llamarse feminista hay que reconstruirse desde una mirada tras la que ella no se ha puesto jamás. Habla de feminismo liberal y se escuda tras palabras bien sonantes a oídos tibios. Si el feminismo necesita aliados todos los días, como señalaba antes, el machismo no necesita aliadas que lo blanqueen y nos lo vendan como libertad.

Libertad no es poder elegir entre ser puta o no, entre alquilar un vientre o no hacerlo. Libertad es poder disponer realmente de los medios de vida digna como para no afrontar esas decisiones, es no ganar más dinero de puta que fregando escaleras, es tener los recursos suficientes como para no plantearse siquiera sacrificios personales con tal de poder vivir. Es desarrollarse, crecer, adquirir valores y vivir de acuerdo a ellos.  La falta de libertad a la que ella apela no son medidas restrictivas que coarten esa libertad, sino indicaciones de organismos que velan por la dignidad del ser humano. Consejos que nos llegan desde el Comité de Bioética de España, desde la Sociedad Internacional de Bioética o desde organizaciones como la ONU, en donde se vela para que, por encima de interese privados, prevalezca la libertad y la dignidad del ser humano. Poner encima de la mesa discusiones como la de los vientres de alquiler o la prostitución es una forma de ampliar negocios para unos cuantos, de disfrazar de libertad todo aquello que desde una mirada neoliberal y europea, condena a miles de mujeres en todo el mundo. Es permitir que muchas mujeres recurran a la venta de su cuerpo para satisfacer deseos de terceros porque creen que satisfacer cualquier deseo personal, en un mercado de consumo tan brutal como este en el que vivimos, es un derecho inherente al ser humano.

En un mundo donde la mayoría de personas viven por debajo del umbral de la pobreza, en donde millones de mujeres son explotadas sexualmente, en donde miles de niños son abandonados o utilizados como mano de obra esclava, en donde todos los días se vulneran los derechos humanos, hablar de estos temas que ellos disfrazan de libertades es un insulto.

Si bien, como dice Arrimadas, nadie da carnés de feminista, tal vez sería oportuno comenzar a hacerlo, así sabría que el feminismo es una lucha colectiva de las mujeres que engloba la obtención de la igualdad en todo el mundo. El feminismo no criminaliza al hombre, como ella parece creer, pero sí señala como culpable de la desigualdad al sistema diseñado por los hombres en el que nosotras ocupamos siempre un lugar de subalternas. El feminismo no es que pretenda patrimonializar la lucha feminista, entre otras cosas porque siempre ha sido la lucha de las mujeres, o sea, es nuestra desde hace 300 años y no es ahora el momento de que venga nadie a precisamente expoliarla. El feminismo es pacifista, global, y no podemos tratar de solucionar problemas que nadie, salvo las partes interesadas, ha planteado en el primer mundo sin dejar de mirar a quienes desde otros lugares todavía tienen más desigualdad, más discriminación y donde cada día se vulneran los más básicos derechos humanos. El feminismo es que ninguna mujer se quede atrás. El feminismo real es el que lucha contra todo un sistema de opresión para que se rompan las dificultades históricas y estructurales que hacen que todavía tengamos que salir a la calle a reclamar lo que, como la mitad de la humanidad que somos, nos pertenece. Feminismo es humanidad, sobre todo. Es dignidad. Es igualdad. Y la igualdad real es la que hará que todas las mujeres sean de verdad libres para ser ellas mismas, no la que nos haga elegir entre ser putas o no.

 

http://videos.elmundo.es/v/0_mq02k0ef-politicos-actores-disenadores-de-moda-cantantes-deportistas-y-empresarios-se-suman-a-la-igualdad?count=0

https://www.europapress.es/sociedad/noticia-rivera-arrimadas-presentan-domingo-decalogo-feminismo-liberal-no-excluye-criminaliza-20190303092517.html

 

 

Por Nina Peña @ninapenyap

 

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