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Los perfiles de Virginia Woolf

El hecho de que el nombre de Virginia Woolf sea tendencia y que esté en boca de todos, no necesariamente nos acerca a su obra de la manera que debería. El sistema patriarcal que se empeña en mostrar a las más geniales autoras de todos los tiempos como excepciones de la naturaleza, ha maquillado su figura y su obra hasta crear conflictos sobre quién realmente fue Virginia Woolf y lo que representa para el movimiento de mujeres y la historia del feminismo visto desde la Literatura.
Sabemos mucho de su locura, de su carácter difícil, de sus características físicas, de sus depresiones y muchos aspectos de su vida privada, pero los detalles de su trabajo así como la importancia del mismo para el feminismo, está escondido en una nebulosa asociada con la idea de miedo.

En esta sociedad patriarcal, ¿No es acaso la imagen de una mujer independiente, intelectualmente brillante y además hermosa lo más terrorífico que existe? La figura de Virginia Woolf tiene esa ambivalencia, basada claro en las dicotomías patriarcales de toda la vida. Virginia es de hecho poderosa intelectualmente, pero la conocemos como inestable y desquiciada, hay muchos escritos sobre su bipolaridad, millones de páginas sobre su diagnóstico psicológico que explican la brillantez de sus escritos debido a su locura, porque claro, una mujer no puede escribir con tanta genialidad a menos que esté loca. Sus ideas sociales y políticas has sido subestimadas, porque al venir de una familia acomodada se le acusó de clasista, elitista y claro, sin voz para opinar o analizar la coyuntura de la clase obrera de su época. Su sexualidad es motivo de morbo, desde las historias que narran el abuso sexual que sufrió por uno de sus hermanastros hasta el hecho de nunca haber escrito exclusivamente sobre ese tema, quienes se han aproximado a su biografía la pintan como frígida porque apenas si consumó su matrimonio y claro, no tuvo hijos, por otro lado hay quienes la dibujan como una rebelde insaciable simplemente por ser lesbiana. En resumen, su figura es  amenazadora, pero su obra es tan maravillosa que nos muestra a la verdadera Virginia, aquella que el sistema se esfuerza en desfigurar.

Virginia Stephen nació en Kensignton el 25 de Enero de 1882 y vivió en Londres toda su vida, perteneció a una familia de intelectuales y desde muy pequeña estuvo rodeada de ideas de vanguardia y de personalidades académicas de renombre. Es considerada una de las más grandes exponentes del modernismo literario del siglo XX. Tuvo una educación privilegiada que fue impartida en su hogar, ya que como era costumbre en esa época, las mujeres, aún aquellas de familias de altos recursos como era su caso, no asistían a la universidad, lo que la hizo cuestionar la forma en la que eran tratadas las mujeres respecto a la educación, ya que sus hermanastros sí asistieron a la universidad, no así ella y su hermana Vanessa. Gracias a sus contactos familiares, y a los que luego harían sus hermanastros, formó parte del círculo de Bloomsbury del cual, casi todos sus integrantes lograron revolucionar de cierta manera, las artes, la literatura, la filosofía y el desarrollo académico de su época, siendo precursores del feminismo y de la reivindicación del movimiento homosexual. Fue ahí que conoció al también escritor Leonard Woolf, con quien se casó a los treinta años y con quién formó una editorial que publicaba las obras de Virginia y de varias escritoras en ciernes.

Con la libertad de tener su propia editorial, tuvo una producción vasta y brillante, destacándose en todos los géneros literarios. El abordaje visionario que hace de temas del universo femenino la coloca entre las fundacionistas de la literatura feminista, ya que hablar de esos temas en la época victoriana, además de difícil fue catalogado de rebeldía, y solo ahora en retrospectiva podemos ver su legado en contexto.

Vita Sackville-West fue otra integrante del círculo de Bloomsbury con quien Virginia compartió innumerables cartas y también se relacionó afectivamente. Ambas redescubrieron su sexualidad sin los patrones rígidos de su época, y protegidas por los ideales de libertad que defendían en sus obras, aunque muchos ponen este dato en duda, por el hecho de que a pesar de todo ambas venían de familias muy tradicionalistas y conservadoras.

La idea expresada en Tres Guineas de querer construir una nación de mujeres sigue vigente, la idea de que nuestro país es el mundo entero es una manera de llamarnos a reapropiarnos de lo que nos corresponde, identificarnos como mujeres y con otras mujeres, más allá de las contradicciones y más allá de las diferencias. Crear desde Una Habitación Propia lo que nos define como personas, y lo que nos hace dejar una huella en la sociedad, al fin y al cabo, inspirar a otras mujeres, ese es el legado de Virginia y es nuestra tarea acercarnos a su obra con el respeto que merece, y tratando de construir en base a los cimientos que ella dejó para todas las mujeres escritoras que venimos después.

Por Lara Salvatierra @larasalvatierra 

 

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