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Los años que quisimos legalizar la prostitución

Fechado en julio del año 2005, el País publicó un artículo sobre un grupo de mujeres prostituidas que, a título personal y apoyadas por la secretaría de la Mujer de CCOO de Catalunya, iniciaban un proyecto para legalizar la prostitución basándose en la defensa de sus derechos “laborales” y en la condición de ciudadanas de pleno derecho. Su portavoz, Justine Abellan, “trabajadora sexual”, en la presentación del proyecto, que tuvo lugar el día anterior, explicó las demandas de estas mujeres:  cotizar a la Seguridad Social, y acceder a los derechos de baja laboral, vacaciones y pensión. Así mismo, se asumía la obligación de pagar los impuestos correspondientes. Curiosamente, demandan también ayuda administrativa a las mujeres que deciden dejar de ejercer. Esta medida, con la que estoy totalmente de acuerdo, delata, que a pesar de su empeño, la prostitución no es un trabajo, sino violencia contra las mujeres. ¿Acaso hay alguna actividad comercial y/o laboral que necesite ayuda administrativa para que sus trabajadoras dejen de realizarla? ¿Alguna de la que te tengas que proteger de tus propios clientes?

Mercé Civit, secretaria de la dona, aseguraba que no era cuestión de debatir si se está en contra o a favor de la prostitución, sino que el objetivo era crear un marco normativo. En la presentación se explicó que se pretendía acabar con las mafias y de paso, dado el elevado número de mujeres prostituidas que había –alrededor de 600.000-, contribuir al enriquecimiento de las arcas del estado, convirtiendo al Estado español y por consiguiente a toda su ciudadanía en un estado y sociedad prostituyentes.

Se estableció un calendario de trabajo cuyo objetivo era la presentación de un proyecto a principios de 2006. Justine Abellán ya no ejerce en la actualidad.

El 6 de mayo del año 2006, se presentó un anteproyecto de ley de la Generalitat, para la regulación de la prostitución. Por una vez, puso de acuerdo a colectivos y asociaciones abolicionista y a colectivos y asociaciones regulacionistas, cada cual desde su perspectiva. En este planteamiento se pretendía crear cooperativas autogestionadas, se elevaba la edad para poder ejercer a los 21 años, se prohibía la prostitución callejera e impedir la apertura de burdeles a menos de 250 metros de una escuela.

Ángeles Álvarez afirmó que era un proyecto mentiroso que prohibía la prostitución callejera y promovía la privada. Charo Carracero declaró que regular significaba legitimar. Soledad Murillo, por entonces Secretaria de Igualdad, manifestó que la prostitución no era una ocupación sino una forma más de violencia. Por su parte, las asociaciones regulacionistas, aunque consideraron que era un avance reconocer como trabajo el ejercicio de la prostitución, alegaron que las limitaban con unas leyes imposibles de cumplir por muchas mujeres.

Solo hubo una asociación que confirmó su  conformidad con este anteproyecto de ley: Anela. No obstante, su  portavoz José Luis Roberto criticaba el incremento de la edad mínima exigida y que se acote el número de habitaciones de los locales. Queda bien claro lo que les importa las mujeres prostituidas.

Pero no acaba aquí la historia, el 18 de mayo del año 2006 Empar Pineda, una conocida activista feminista y lesbiana, junto con, alrededor de 200 mujeres más, -entre las que podemos destacar a Manuela Carmena, Uxue Barco y Maruja Torres- firmaron un manifiesto llamado: Un feminismo que existe. En dicho manifiesto entre otras cosas se afirmaba que:

Entender la prostitución como una actividad indigna es una excusa para mantener las penosas condiciones con las que se encuentran estas mujeres. Condiciones que generan puteros y proxenetas de los que jamás hablan.

Critican la idea del “impulso masculino” como único factor de violencia señalando otros aspectos: estructura familiar –donde sabemos que quien ejerce la violencia es el hombre-; la educación religiosa –que somete a la mujer a los caprichos y necesidades de los hombres-; el amor romántico –aquí omitiré el comentario, vosotras me entendéis- y el alcoholismo o las drogas (…). Es decir que los otros aspectos causante de la violencia contra las mujeres están siendo producidos por hombres en distintos ámbitos: familia, religión, pareja…  Lo del alcohol y drogas ya ni sé cómo calificarlo.

Defienden la custodia compartida alegando que facilita que la mujer pueda rehacer su vida y mantener su trabajo y proyectos personales, omitiendo que es una de las armas que utilizan los hombres para chantajear a las mujeres.

Aseguran que la imagen de “víctima” no tiene en cuenta nuestra capacidad de resistir, que ya hemos sido tuteladas como menores de edad durante muchos años…

La lectura que yo hago es: que comparan la situación de la mujer en el franquismo a legislar para protegerla de los abusos y violencias que se cometen contra las mujeres. Quitarle la etiqueta de víctima para convertirla en heroína capaz de asumir todas las violencias que se cometan sobre ella, porque al desaparecer el concepto de “víctima” desaparece la opresión y el abuso.  El concepto de “superwoman”: las mujeres podemos con todo y más. Ahora lo llaman empoderamiento.

Con todo esto, demanda lo que los hombres machistas desean que se regule: la prostitución y la custodia compartida, y eximirlos de todo tipo de responsabilidad, ya que: <<el objetivo del feminismo debe ser el de acabar con las conductas no igualitarias, con las conductas opresivas y discriminatorias; debe ser el de conseguir la igualdad entre los seres humanos, no aniquilar a quienes discriminan u oprimen. Nosotras no deseamos configurar un feminismo revanchista y vengativo, deseamos simplemente relaciones en igualdad, respetuosas, saludables, felices, en la medida en que ello sea posible, relaciones de calidad entre mujeres y hombres.>>

Estos son los antecedentes de un intento de regulación de la prostitución en nuestro país, con un discurso que no tienen en cuenta a las mujeres como clase social, sino a individualidades que fácilmente pueden ser manipuladas por el mismo lobby que está tan empecinado a normalizar el ejercicio de la prostitución, para ver como crecen sus ganancias. Y que no dejará jamás de intentarlo, más si cabe cuando sabemos que nuestro país se está convirtiendo en destino de turismo sexual. Ya huelen el dinero.

Todas centran el debate en las mujeres.  Cuando hablan de hombres es para protegerlos (no son violentos, son las circunstancias y estructuras las que violentan a las mujeres…)

Ninguna prosperó.

Por: Inma Ardi (@SAGATXU )

Fuentes:

http://cdn.vientosur.info/VScompletos/vs_0086.pdf

https://elpais.com/diario/2006/05/06/sociedad/1146866406_850215.html

https://elpais.com/diario/2005/07/12/sociedad/1121119204_850215.html

 

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