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Criadoras

Conciliar la vida familiar y la laboral, en este país, es un auténtico drama para muchas familias. Las prestaciones por maternidad son tan escasas que muchas mujeres dejan a sus bebés en guarderías con apenas cuatro meses de vida, otras reducen su jornada (y su poder adquisitivo), otras optan por dejar de trabajar y centrar su vida en la crianza, y muchas encuentran esa ayuda que se nos niega desde el Estado, en su propia madre o su suegra, las abuelas de la criatura.

 

El debate está servido: ¿Deben las abuelas cuidar de sus nietos y nietas durante toda la semana? ¿Qué dicen ellas?

Algunas lo hacen porque no saben hacer otra cosa, otras porque se sienten obligadas a ayudar a sus hijas e hijos, y otras, según la profesora Anna Freixas, doctora de la Facultad de Educación de Córdoba: “no se atreven a decir a sus hijas que no pueden con tanta carga porque desde siempre han sido educadas para ser buenas madres, esposas y abuelas”. También temen que sus hijas les digan:”vale, mamá, pues no te los vuelvo a dejar”. Se da el caso de abuelas con enfermedades o limitaciones, que aparcan sus propios cuidados para atender a sus nietos. Sin embargo, cuando se les pregunta si se sienten esclavas en alguna medida, responden que lo ven en otras mujeres, que son demasiado mayores (La edad promedio de las que contestaron gira alrededor de los 75 años).

Hay voces que afirman, que ocuparse de los nietos y nietas es muy beneficioso para las abuelas, que las entretienen y las hace estar activas. Como si las mujeres que ya no cumpliremos los cincuenta, no tuviéramos proyectos, ni ilusiones, ni ganas de escribir un artículo como este. Muchas, vienen de hacer de enfermeras de sus ancianos padres y/o madres, en muchos casos víctimas de enfermedades degenerativas y devastadoras, que provocan una fatiga física y mental muy agudas. Y cuando encuentran algo de paz y tiempo para sí mismas, abren la puerta al cuidado diario de los nietos. Los datos no mienten y son muy claros. Aunque hablan de abuelos y abuelas, nosotras sabemos quién se encarga del trabajo duro de esta nueva crianza.

 

El 22% de mujeres mayores de 65 años cuida a sus nietas y nietos. El 44% de ellas lo hace a diario. (datos del Centro de Investigación Sociológica).

Según el Presidente de La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), muchas de estas abuelas realizan esta actividad de manera voluntaria, pero existe un porcentaje que se siente superada por el exceso de horas y la responsabilidad que supone atender a las criaturas. Esta Sociedad aconseja a las abuelas poner límites y que aprendan a decir no.

 

Obviamente, no debemos olvidar la obligación social y política del Estado de atender las necesidades de la ciudadanía, aumentar las medidas que ayuden a la conciliación, las campañas de concienciación de corresponsabilizar a los hombres, coeducación y todas esas medidas que, en el caso de haber voluntad política, serían de gran ayuda. Una voluntad política que no existe en la agenda del Partido Popular, ni en la del presidente Rajoy.

Recordemos el plan Educa 3 (año 2000) que prometía crear alrededor de 300.000 plazas de guardería, que quedaron reducidas a 75.000 con la llegada de los recortes.

 

¿Por qué las mujeres sentimos esa “necesidad” de cuidar hasta que nuestra salud lo permita?

Nuestra socialización es clave para que a lo largo de nuestra vida asumamos esa faceta de “criadoras”. Cuando somos niñas, nos enseñan a cuidar a muñecos que no necesitan ser cuidados. Yo recuerdo que los rompía en un pis pas, porque me resultaba terriblemente aburrido, darle un biberón a un muñeco que no tenía hambre o cambiarle un pañal que nunca ensuciaba, (hablo de los años 70, entonces ningún muñeco ensuciaba el pañal). En la adolescencia te ganas unos pocos euros cuidando al hijo de la vecina o de una prima, o te toca aguantar a tu hermana menor, cuando no hay otra opción. Luego llega el momento de ser madre. Crías a tus hijos e hijas como puedes, haciendo malabarismos para poder acudir al trabajo sin abandonarlos a su suerte. Entre guarderías, colegios, extraescolares, y con algo de suerte, el padre de las criaturas, la abuela… Vas campeando día a día entre el trabajo asalariado y el gratuito. Y por último, eres tú quien te conviertes en abuela.

¿Y los padres? De nuevo la doctora Anna Freixas, afirma que “cuando las abuelas solucionan los problemas de sus hijas, impiden que estas negocien con sus parejas. No se cambiará la sociedad si no se interpela a los hombres”. Evidentemente, esto no es culpa ni de las hijas ni de las abuelas, sino de los padres que no se responsabilizan en los hogares y son los más beneficiados de que sus mujeres concilien, reduciendo sus jornadas; sus suegras o madres ya se encarguen del resto de tiempo.

 

La sociedad, (y los hombres) se apoya en el trabajo voluntario y gratuito que las mujeres ejercemos a lo largo de nuestra vida para que no se pare el mundo laboral y el país siga produciendo durante unos horarios laborales, muchas veces excesivos, que hacen imposible conciliar la vida laboral con la familiar.

Me viene a la memoria esa tierna escena de la película Tomates verdes fritos, donde la anciana Ninny, después de contarle parte de su vida a Evelyn, encogida de hombros le dice:

“Por primera vez en mi vida, no tenía nadie a quién cuidar”.

Por Inma Guillem @SAGATXU

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