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El maltrato psicológico, ¿Realmente lo conoces?

La primera vez que vi la campaña del ministerio de sanidad contra la violencia de género del pasado mes de septiembre pensé que por lo menos no sale una mujer en el papel de víctima y vi un avance. La segunda y las siguientes veces que lo vi, no. Resulta que los señores encargados de estas campañas (señores si, y no mujeres que somos quienes los sufrimos y podemos relatar mejor como es y dónde están los problemas, pero eso es otro tema) se han dado cuenta de que ¡Oh, sorpresa! , el maltrato no es solo un moratón, una pierna rota, ni que nos maten, que no es solo el daño físico si no que previamente ha habido un maltrato psicológico que, en si mismo, también es violento, dañino y traumatico. Aunque se visibiliza a quien realiza el maltrato y no a la victima, el mensaje sigue siendo “ Corta a tiempo” (tu, mujer) “el maltrato no llega de repente” y “ hay salida”. Como si eso no implicará nada, como si fuera tan sencillo. Y como si te fueran a hacer caso cuando denuncies acoso o maltrato psicológico, como si no te dijeran que no tienes pruebas, ni te dijeran que estas exagerando, que tu lo que estas es histérica o despechada, obviando que muchas de las asesinadas denunciaron previamente, que la mayoría de asesinatos son precedidos por denuncias de acoso y maltrato psicológico, que nos lanzan a un sistema que nos desprotege.

“T.F fue la primera mujer asesinada por violencia machista en 2015. En agosto de 2013 había acudido al cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola (Alicante) para denunciar a su marido por vejaciones, desprecios y amenazas habituales en los 45 años de relación, a la que luego puso fin. «Si me haces daño algún día, te mato y me da igual ir a la cárcel», cita el atestado policial. El juez le impuso una orden de alejamiento, pero poco después la sentencia absolvió al maltratador porque «los hechos no resultan suficientemente acreditados y existen versiones contradictorias entre las partes». Poco más de un año después fue asesinada junto a su hermana”

Que un “te quiero cerca para controlarte” sea para la mujer afectada un signo de alerta es muy difícil, me atrevo a decir que imposible. Si eres una persona ajena a la relación, escuchar una frase del estilo de «dónde te crees que vas con tanto escote» nos chirría a casi todxs, que no a todxs, desgraciadamente. Pero si eres tú la que está en la relación no es tan sencillo. Además, el machismo y el maltrato psicológico no se producen en un primer momento de forma tan evidente con frases de este estilo, que más o menos pueden ser condenables dichas en público. Limitar el maltrato psicológico a simples clichés me parece cuanto menos naif.

El maltrato psicológico no va a comenzar por una frase denigrante ni nada por el estilo, es mucho más sigiloso y mata desde dentro. No comienza de golpe, sino que es progresivo, y lo primero es crear una dependencia emocional hacia la otra persona lo que no significa que seas una persona especialmente dependiente, solo es necesario tener un vínculo afectivo y una necesidad de control de tu pareja.

La necesidad de control no es una patología, ni son «simplemente celos», es algo social inherente a la masculinidad, que ha dictado que los hombres son quienes deben tener el «poder», el «control», en resumen, ser quien «lleva los pantalones» en la relación. En las parejas de otras épocas anteriores a nosotras esto se ve de una forma más evidente, como por ejemplo en nuestros abuelos: lo común es verlas a ellas en la cocina y a ellos en el salón, o en el bar, y además quejarse si la comida no les gustaba o tardaba mucho a lo que ella aceptaba la queja sin más o incluso se disculpa. Es un ejemplo simple, pero a dónde quiero llegar es a el hecho que estas muestras de poder las tenemos profundamente interiorizadas y que, aunque cambian con el tiempo y dependen de la cultura, siguen vigentes y las asumimos como normales.

Esta necesidad de poder y control se va llevando a cabo con pequeños gestos, que van trazando el camino hacia el maltrato y que van llegando poco a poco, de forma sutil. Voy a ejemplificar, bajo mi experiencia, algunos de estos pasos que fueron constituyendo un maltrato psicológico, que tan solo he sido capaz de identificar con el paso del tiempo y que he visto que, a través de otras mujeres en mi misma situación, se repiten como patrón.

Lo primero, y para mí lo más sutil, es que tú empiezas a contarle de buena gana a tu pareja o si antes lo fue, a tu amigo, todo sobre tu vida historias pasadas, tus sueños, tus metas, lo que piensas sobre las cosas… pero, de repente, hay algo que no cuentas porque no lo consideras relevante (o simplemente porque no te apetece compartirlo con el) y entonces se enfada, se muestra sorprendido y dice que por qué ya no confías en él, que él te lo cuenta todo aunque sea una tontería. Y tú te lo crees, y te sientes culpable.

Seguido de esto, y como consecuencia, le cuentas dudas sobre tus decisiones. Por muy simples que sean acaba participando en ellas, y si haces algo que no se ajusta a lo que él te ha «aconsejado» todo lo que le cuentes relacionado con eso será menospreciado, incluso si sale mal es porque no le has hecho caso. Y tú te lo crees, y te sientes culpable.

También se mete en los problemas que tengas con tu familia y amigos más cercanos, cambiándote por completo la visión de esas personas. Sobre todo cuando ellos te dicen que esa persona te está perjudicando y tú se lo cuentas porque claro, como no sé lo vas a contar, sería una falta de confianza. Y él te hace creer que las personas de tu entorno se han propuesto arruinarte la vida y por supuesto la relación. Y tú te lo crees, y les hablas cada vez menos o les dejas de hablar.

Tampoco le parece del todo bien que interactúes con su círculo, por lo que puedas decir, pero eso lo permite más.

Para entonces él ya te ha aislado y ha basado todas tus decisiones en su persona y, sin darte cuenta, actúas (por inercia) como él lo haría. Al hacerlo de una manera progresiva y continuada se crea en ti una falsa sensación de independencia, porque has normalizado todos esos comportamientos que han ido calando en ti poco a poco. Y tu tienes la seguridad de que solo él sabe lo que te conviene, que solo él te entiende y que el resto de personas se han propuesto hacerte daño y están en tu contra y crees que si él se va, estás sola.

Durante este periodo en el que se consigue la sumisión, cuando haces algo que no es lo que él quiere se enfada, (tú cedes con múltiples chantajes por su parte) y luego se disculpa y te promete que va a cambiar. Y tu le crees.

Cuanto más va avanzando este proceso, los actos de «rebelión» son castigados cada vez de forma más violenta. Pero es que el no es así e intentas justificarlo: estaba bebido, tiene mucha presión en casa o en el trabajo, perdió las formas… Ah no, no las perdió, se más hiciste perder tú, que eres lo que más quiere y todo esto lo hace por eso, porque te quiere. Y tú te lo crees, y te sientes culpable. 

Pasado el tiempo te ves a ti misma diciendo que necesitas que se quede y que no puedes perderle, mientras te grita y te levanta la mano en medio de la calle, pero no lo ves, solo sabes que necesitas que se quede por algún extraño motivo. Te ves teniendo ataques de ansiedad cada dos por tres y él diciendo que exageras, que tienes que «controlar tus nervios» porque te van a perjudicar, cuando el culpable era él, no tus nervios.

Cuando no aguantas más y le dejas, primero intenta hacer como que él quería deshacerte de ti y de la relación, que no le importa, queriendo recordarte esa sensación de necesidad y sumisión que había creado. Si no funciona, entonces comienza a desatar su ira contra tu indiferencia y empieza a hablar de ti como la mala, que le ha dejado y lo está pasando fatal por tu culpa y a intentar que le perdones y que vuelvas. Y a mandarte mensajes. Y a seguirte en el metro. Intentando, una y otra vez, destrozar toda la seguridad que has ganado en su ausencia.

Cuando no puedes más, intentas denunciarlo y no sirve de mucho. A la hora de la verdad mucha gente que condenaba claramente se echa para atrás y asume un papel “imparcial”, que en realidad es ponerse de parte del maltratador. Y esto te hace cuestionarte si realmente tienes razón o estas exagerando. Simone de Beauvoir decía que lo más escandaloso que tiene el escándalo es que nos acostumbramos a él. Y yo digo que el mayor mal del mundo es la apatía.

He tenido suerte (desgraciadamente tengo que sentirme afortunada) de poder contarlo, porque muchas otras no pueden. Ojalá lleguemos al día en el que podamos sentirnos protegidas por la justicia, ojalá llegue un día en el que exista más empatía, ojalá llegue un día en que no se toleren estos comportamientos, ojalá llegue un día en el que se castiguen…

Mientras que llega ese día os digo: No estáis solas y aquí estamos para escucharos.

Por Irene Ventura @_sorrynotsorryb

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